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Marlon

Ya es hora de la última prueba.

Después de casarnos, nos abrazamos con algunas personas que nunca hemos visto, pero dicen admirarnos.

Luego cenamos.
En una gran mesa, había comida de todo tipo, y comieron casi todos.

Digo casi, porque Alexa no probo ni un bocado.
Y aunque le dije que comiera, porque va a necesitar energía, no lo hizo.

—Alexa, es hora—le susurro.

—¿de qué?—me responde de la misma manera.

—De eso—a punto donde está la habitación de cristal.

No dice nada y solo toma mis manos.

—no tengas miedo, no haré nada si me lo pides.—la tranquilizo.

—nunca lo he hecho...

Yo tampoco.

Lo pienso, pero no lo digo.

—vamos, no va a pasar nada.

—bien—dice y empezamos a caminar a la habitación

Cuando llegamos a la habitación, ella se queda parada en la puerta, está mirando fijamente lo que hay en la cama, que son, esposas, látigos, una mordaza y varias cosas más.

—eso no es necesario, si no quieres lo podemos dejar de lado.

—espera, si quiero.

Juro que mi cara se iluminó.

—bien, entonces desnúdate para ponerte las esposas—hablo entusiasmado.

—No, quiero usarlas, pero contigo.

—bueno, estoy a tú pies, así que adelante—me pongo de rodillas ante ella.

La vista desde acá abajo es jodidamente genial.

Ella se toma su tiempo, respirando hondo, con los ojos cerrados.

Cuando por fin abre los ojos, veo otra cosa en ella.

Veo como le excita esto, le excita tenerme de rodillas, al igual que a mí.

Me excita de maneras inimaginables estar vulnerable, por y para ella.

Solo para Alexa.

—¿No te importa que los demás te vean así?—señala al público.

—me vale mil hectáreas de mierda como me vean los demás, lo único que me importa es como me ves tú.

—nunca he hecho esto—confiesa.

—Yo tampoco, pero déjate llevar, experimenta todo lo que quieras conmigo.

—¿Seguro?

Asiento.

—bien, entonces ponte de pie—al mismo instante que lo dice, lo hago.

—ahora siéntate en la cama.

—listo.—hablo fascinado por los efectos que me causas sus mandados.

Estoy embobado.

—No hables si no te lo pido.—exige.

Asiento.

—ahora, vas a quitarte la ropa, asegúrate de dejarte los pantalones puestos.—camina a buscar las esposas, y un látigo negro.

Hago rápidamente lo que me dice.

Una vez estoy con el dorso desnudo, me acomodo los pantalones, intentando ocultar lo mucho que me gusta esto.

De un momento a otro, ella se agacha entre mis piernas, quedando peligrosamente cerca de mi erección.

—dame tus manos.

Una vez me esposa, se pone de pie y se empieza a quitar el vestido frente de mí.

Baja su vestido rojo por su cremoso cuerpo, me deja ver la lencería que lleva puesta.

Casi suelto un gemido al verla, pero me contuve.

—¿Te gusta lo que ves?—camina hacia mí, se dejó los tacones puesto, eso la hace lucir aun más sexy.

En respuesta a su pregunta solo muevo la cabeza.

—bueno, ¿Te puedo hacer una pregunta?

—sí.—Apenas hablo me llega una cachetada.

Estaría mintiendo si dijera que esa cachetada no me gustó.

—aún no te daba permiso para hablar, tenías que mover la cabeza para responder.

Esta vez, si muevo la cabeza.

—Buen chico.—me acaricia donde me golpeó.

Me encanta.

—¿Qué pasaría si me froto en tu regazo, con tus pantalones puesto?—pregunta.—Habla.

—s-seguramente explotaría en ellos.

—Mmm.

—¿Me vas a montar?—pregunto impaciente por su cercanía.

—¿Eso quieres?

—Si—contesto rápidamente.

—tendrás que pedirlo educadamente—la veo sonreír.

Jamás he sido bueno para pedir cosas, siempre llego y tomo lo que quiero.

Pero creo que en este caso podría hacer una excepción

—¿Me podrías montar, por favor?—Estoy desesperado, la quiero ahora.

—¿y si no quiero?.

—a la mierda Alexa estoy vuelto loco por sentirte nuevamente.

—ese vocabulario no te ayudará a conseguir lo que quieres—me regaña.

—te lo ruego, has algo antes de que rompa estas jodidas esposas y te folle como la primera vez.

Me encanta que me domine, pero no que me torture, y cada segundo que no estoy en su interior es una tortura.

—Te reto a que lo hagas.—me desafía.

—No digas que no te lo advertí—con un poco de fuerza ya estoy libre de esposas.

Vaya espectáculo que le daremos al público.

Antes de alcanzarla veo como sonríe.

Oh pequeña traviesa, esto era lo que querías.

No quise hacer este cal con detalles

Captadores ||terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora