Capítulo 7

8.1K 831 1K
                                    

Aviso: en el primer comentario de los párrafos con * se encuentra el soundtrack de esa escena.

__

Eywa trabajaba de formas inusuales.

Hace veintiún inviernos, nació un hijo Metkayina, en medio de una gran tempestad. Durante días, los cielos se habían agitado hasta desatarse una tormenta que había derribado casas enteras; las olas habían azotado sin piedad la costa llevándose redes, canoas y alimentos. Pero esto poco le importaba al gran Olo'eyktan del mar, porque en el corazón de la aldea, dónde estaba su conexión con el mar, bajo el suelo de mimbre y en el agua, su compañera y líder Tsahik estaba dando a luz a su hijo.

Las mujeres de la aldea rodeaban la pequeña piscina interna al marui, mientras los hombres sostenían los pilares de la casa, de los feroces vientos amenazaban con destruir.

Al sumergirse en el agua, la oscuridad casi no lo dejaba ver nada, de no haber sido por las rocas luminiscentes, que lo guiaron en su camino. Y allí, bajo el agua que se movía con agitación estaba Ronal, su fiel compañera, con el ceño fruncido y los dientes apretados. Su cabello flotaba a su alrededor como una esponjosa nube.

El joven Olo'eyktan nadó hasta ella y tomó su mano. Solo eran ellos dos bajo el agua ya que ,como dicta la tradición Metkayina, el primer hijo debe nacer bajo el agua, con sus dos padres dándole la bienvenida al mundo, para luego, ambos subirlo a qué de su primer respiro de aire. Su pequeño había elegido el peor día para nacer, pero no importaba, porque juntos lograrían sacarlo a flote.

Los minutos pasaron y Ronal cada vez fruncia más el seño en una mueca adolorida.

"¿Que ocurre?" Preguntó entre señas con una mano.

Ella lo miró y espero unos instantes antes de, a duras penas, responder con sus dedos temblorosos "Algo anda mal"

Se preocupo, Ronal era conocida por su fuerza y voluntad, y que admitiera su malestar era significativo.

"Subamos a tomar aire" señaló. Pero ella agitó la cabeza con rapidez.

"No, no. Siento que viene, pero es duro" trató de regular el palpitar de su corazón "El hijo del Olo'eyktan nacerá bajo el agua, como es su destino" señaló con fuerza "Nuestro hijo es fuerte"

"Oh, gran madre" pensó el Metkayina "Ayudala"

Pero la gran madre tenía otros planes, porque ese día la tribu Metkayina, fue bendecida con dos hijos.

Dos hijos nacidos de una misma semilla.

Dos hijos que compartieron el útero todo este tiempo sin que la Tsahik lo hubiera visto.

Dos hijos que continuarían su legado.

Uno de ellos era varón, y la otra una niña. Ambos fueron recibidos por los brazos temblorosos de Tonowari, cuyas lágrimas se fundieron con el agua del mar. Él acunó a ambos niños con amor, mientras su esposa miraba con agotamiento y los ojos abiertos el milagro que habían tenido.

Jamás, en toda la historia de los clanes del agua, una hembra Na'vi había dado a luz a dos hijos juntos. Eso debió haber sido una señal de que Eywa los había bendecido.

Luego, ella tomó a la niña en brazos, y como era tradición, su padre sujetó su cuchillo, maniobrando con dificultad, pero con rapidez y cortó el cordón umbilical que los unia al vientre materno.

Ambos padres nadaron hacia arriba y juntos hicieron a sus hijos dar su primera bocanada de aire.

Las mujeres estallaron en gritos de jubilo: ¡Oh gran madre, son dos! ¡Que maravilla!

Te veo, hijo del agua.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant