Capítulo 22

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Feliz primer aniversario. Gracias por acompañarme en esta aventura.

Any

¡La hemos vuelto a hallar!

- ¿Qué? - La Eternidad.

Es la mar mezclada con el sol.

Arthur Rimbaud

"¿Estás bien?"

Suspiró por la que creyó sería la décima vez en el corto camino de regreso a su hogar.

"Creo que si"

El tarareo de Aonung lo hizo voltear a verlo por el rabillo del ojo. El muchacho continuaba cargando a su hermana con delicadeza y ternura. Hacía de soporte con un brazo y con su otra mano sostenía su cabeza para que no cayera de su hombro.

"¿Me dirás que ocurrió allá atrás?" sus celestes ojos señalaron el lugar que acababan de abandonar, antes de volver al frente.

Sentía los hombros pesados, la respiración caliente y la cabeza que le daba vueltas. Había sido demasiado, por un día y por una noche. No estaba acostumbrado a sentirse así, como si las emociones fueran una cascada que caía a su alrededor y tiraran de él para sumergirlo en el mar de pasiones que anidaban, sin importarles si sabía nadar en ellas o no.

"No fue nada. Solo el ritual, fue...más duro de lo que creí. Zitka lloró tanto que...supongo que me afectó" Trató de aligerar un poco el ambiente "Y creo que no le caigo bien a tu madre" su tono era burlón, pero hablaba con verdad.

La mirada indiferente y que rápidamente se transformó en una tempestad en los ojos de Ronal cuando lo increpó sobre lo que había visto esa noche lo hizo sentirse vulnerable, al descubierto. Pero también lo hizo cauto, dado que su madre le había enseñado como entremezclarse con la maleza del bosque para huir de un despiadado depredador que quería darle caza, y él no olvidaba esas lecciones.

Lo vio alzar sus ojos en una expresión rara "Te entiendo. Casi nadie le cae bien" lo decía con un deje de resignación, como si ya hubiera estado familiarizado con esa idea.

Esto le llamó poderosamente la atención. Neteyam nunca había reparado en pensar que tipo de relación tenía Aonung con su madre; sabía que con su padre era la ferviente necesidad de brindar orgullo y no decepcionar. Pero ella era su madre, quizás debería ser diferente. Pensó en la suya propia, y en su abuela, que pese a ser estrictas siempre tenían un cálido abrazo y palabras reconfortantes para ellos.

Aonung volvió a hablar, con un encogimiento de hombros que se vio limitado por cargar a Tuk "No dejes que te intimide" le aconsejó "Parece dura por fuera, pero es porque fue criada así. Sus padres murieron poco tiempo después de que se uniera a mi padre, y de que mi abuela Eyrall la eligiera como sucesora" explicó "Los ancianos dicen que la enseñanza de mi abuela fue lo único que la mantuvo en el camino después de tan grande perdida, porqué le había dado un propósito: servir a su pueblo. Aun había muchos escombros que levantar, y no se dedicó a nada más que a continuar el legado que mi abuela le dejó"

Las palabras escaparon de su boca sin que pudiera evitarlo "¿Ni siquiera a ustedes?" lo miró extrañado.

Aonung lo miró curioso. Quizás debería estar extrañado por esa actitud, pero en parte no.

No quería meter la pata "Me refiero..." lamió sus labios "A que nosotros también nacimos en los escombros de una guerra, según lo que cuenta mi padre. Mi madre perdió mucho a manos de las personas del cielo" Los ojos de Aonung no lo miraban, sino que estaban clavados en el camino de regreso, pero sus orejas se movían al compás de sus palabras "¿Por qué nos criaron tan diferentes? ¿Por qué contigo fue diferente?"

Te veo, hijo del agua.Where stories live. Discover now