Capítulo 12

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Advertencia: Este capítulo contiene más de 20 mil. Palabras, tomen su tiempo para leer.
También contiene escenas de pensamientos obsesivos, una escena de violencia y ataques de pánico.

Los segundos se volvieron horas; las horas se volvieron días; y los días se convirtieron en semanas. Lentamente, el mundo siguió su transcurso habitual y con él, la familia Omatikaya; quienes después de un arduo trabajo, habían logrado hacerse con las costumbres del pueblo, y muy suavemente hacer su lugar entre ellos cumpliendo su primer mes, desde que llegaron a la tribu del agua.

Nunca hubiera pasado por la cabeza de los Metkayina el tener que dar refugio a la familia del legendario Toruk Makto, el valeroso héroe de guerra. Tal situación, habría sido recibida con incredulidad y hasta burla; pero, sin embargo, para la sorpresa de todos, tal inusual escenario había ocurrido, y no había terminado en desastre, puesto que la pequeña familia, de a poco, estaban ganando su respeto.

Especialmente Neteyam. Mientras sus hermanos se limitaban a las tareas básicas del pueblo: como la recolección de alimentos para el suministro diario, ayudar a la futura Tsahik a cumplir sus deberes, o asistir a sus lecciones diarias de entrenamiento; Neteyam había optado por un camino más independiente. Su bienvenida al grupo de los tejedores solo fue un comienzo, el pie para la cadena de buenas acciones que lentamente estaban haciéndose notar entre la gente del mar. 

Cuando el tejido de los mantos comunes ya no fue suficiente para saciar el hambre de conocimiento y ayuda que el joven na'vi tenía en su interior, Rena decidió empujarlo un poco más, y, por ende, otorgarle su propio ganchillo de tejido, hecho con un hueso de Ilu. Esta era la llave para el aprendizaje más importante para los Metkayina: el hilado de corazón. Era una tarea exclusiva de los ancestrales tejedores, de antaño, como la propia Rena; y el hecho de que ella decidiera que el joven chico del bosque era digno de tal tarea, lo dejó impactado.

"Te lo ganaste, Neteyam" dijo mientras depositaba la herramienta envuelta en una suave tela en sus manos, él chico no pudo evitar una orgullosa sonrisa que afloró en sus labios ante tal regalo "Es hora de apuntar más alto, mi niño"

Y así, convirtiéndose en el aprendiz de Rena, ella le enseño con paciencia y dedicación cada uno de los secretos del hilado sagrado metkayina, sin importarle la idea de que, si algún día, Neteyam regresaba a su hogar, se llevaría esos secretos consigo. El conocimiento era como un árbol, mientras más lo cuidara cada día, más alto crecería, y si este se proliferaba en otros lares, significaba que la historia de su gente jamás seria olvidada.  Entonces, con el respeto que tal labor requería, Neteyam aprendió del oficio.

Sus delicadas manos aprendieron el arte de tejer los mantos sagrados para los recién nacidos con tanta gracia y belleza, que incluso la Tsahik lo miró con entrañable curiosidad cuando le presentó su producción, una mañana al acercarse al marui de los tejedores. Al comienzo, ella había sido reacia al compartir ese conocimiento con los extranjeros, alegando que las enseñanzas de su pueblo debían permanecer allí, en el mar; pero grande fue su sorpresa, al enterarse de que Rena ignoró completamente su opinión y tomó al Omatikaya bajo su ala de todos modos. Ronal no pudo decir nada al respecto, porque Rena era una honorable anciana, a la que poco le importaba la opinión de los demás. Inclusive de la Tsahik.

"¿Tu hiciste esto?" sus dedos recorrieron los suaves bordes del manto, tan perfectamente hilados con las formas naturales del agua, que quedo perdida en ellos. Eran la definición de magnificencia, delicadeza y belleza absoluta. Nunca había visto nada parecido.

Neteyam hizo un leve asentimiento con su cabeza respetuosamente, antes de buscar el resto de sus hilados para mostrarlos.

"Tiene un talento natural ¿Cierto?" el susurro confidencial de Rena hizo que Ronal la mirara fijamente, pero ella no dejaba de ver a Neteyam, como si pudiera ver más allá de él "Es como si hubiera nacido para esto. En todos mis años, nunca había encontrado un pupilo que aprendiera tan bien el arte del hilado sagrado" el orgullo se plasmó en su rostro cuando volteo a verla "Ni siquiera tú" dándole un rápido guiño de ojo.

Te veo, hijo del agua.Where stories live. Discover now