Capítulo 1: La cercanía es despiadada

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Si fuera posible elegir, jamás iría por la distancia, pero a veces la situación lo requería. ¿Realmente, cuál era la maldita gracia de un arma a distancia? El recurso de un cobarde, aunque Bass prefería el término tesoro de un estratega. Personalmente, lo consideraba demasiado aburrido. Respiré profundamente, intentando acompasar los latidos de mi corazón con el reloj que colgaba de mi cuello. La ballesta se sentía extraña entre mis manos, mi espada lloraría lo que durara la noche por semejante traición. ¿Y se suponía que debía cerrar un ojo o mantener ambos abiertos al apuntar?

—¿Ahora, quién lamenta haberse fugado de la escuela a los trece y haber perdido las clases de armas de distancia? —preguntó Bass con diversión a mi lado.

—No me hagas reconsiderar la idea de haberte traído conmigo.

—¿Puedo cambiar de canción?

—¿Quieres que cambie de objetivo?

Desvié la mirada un instante para fijarme en él. Bass me sonrió con toda la burla posible, sus ojos azules destellando en medio de la noche, un perfecto reflejo de los míos. Recostado a mi lado en el suelo de la azotea, él estaba tan expectante como yo por la adrenalina. ¿Salir del Thief a escondidas y conseguir un par de ballestas? Eso había sido sencillo. ¿Ponernos de acuerdo con un solo reproductor de música para ambos? Ese definitivamente era un problema más complicado e imposible de solucionar.

—Es mi móvil, tengo prioridad —murmuré por lo bajo.

—Son mis auriculares —respondió Bass— Sin eso, no tendrías nada.

—Oh, seguro, vamos a acechar en medio de la noche en una azotea sin música. ¿Qué prefieres? ¿Esperar en silencio?

—La parte de música y acecho no funciona muy bien sin mis auriculares.

—Llevas tres días cantando Uptown Funk, y sé que pondrás esa maldita canción si lo permito. ¡Ya comienza a ser molesta!

—¿Te he dicho que hay una versión cantada por Fall Out Boy?

Punto allí. Regla n° 23: Cuando Fall Out Boy estaba involucrado, cualquier contra-argumento era inválido. Deslicé el móvil en dirección a Bass antes de volver a fijarme en mi objetivo. Era ridículo el modo en que una pequeña parte de mí retrocedía ante la idea de dañar a un brujo, no por el hecho de haber sido criada por el magister sino por imaginar el modo en que Holland me miraría de saber esto. Su "Oh, Nina..." sería más doloroso de lo que seguramente le haría al sujeto. Aunque sus reprimendas solían ser sobre el uso de la violencia en vez de atacar a otro de su tipo. Robin... Nah, el brujo estaba loco, no le importaría.

—No tengo paciencia para esto —admití rindiéndome de nuevo.

—Ni que fuera tanto, ese brujo lleva horas allí. En algún momento debe haber un cambio de guardia.

—¡Lo sé! ¿Sabes cómo lo sé? ¡Porque llevamos horas vigilándolo también!

—Y todavía no nos ha notado. ¿No somos excelentes en ser un peligro para los demás?

—Si los brujos fueran inteligentes, estarían aterrados de saber que eres mi mejor espada —dije sonriendo del mismo modo.

—Y tú la mía —respondió Bass cogiendo los binoculares y revisando el perímetro por octava vez en lo que iba de la hora—. Nada mal para un simple campesino. ¿No? Eternamente junto a un Loksonn, ayudando a ganar esta maldita guerra. Si no fuera por mí, ni siquiera sabrías los planes de los brujos. De hecho, toda esta operación es de mi autoría. ¿Qué haces tú aquí?

—¿Asegurándome que mi mejor amigo no muera? Además, no te dejaré toda la diversión a ti.

—¿Tan poca confianza tienes en mi habilidad?

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now