Capítulo 13: Impuntualidad felina

18.5K 2.5K 523
                                    



—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Holland me miró con cansancio como si esa fuera la pregunta más estúpida que hubiera escuchado, tal como solía hacer siempre en clases cuando preguntaba algo que ella sabía y yo también de haber prestado atención. Regla n° 52: Quizás tuviera problemas de falta de atención en clase. Cuando mi tiempo libre entre reuniones se resumía a tener que sentarme en el trono y soportar audiencias privadas con el pueblo, en su mayoría nobles con peticiones estúpidas, lo último que esperaba era que Holland fuera la siguiente en la línea. Al menos había logrado que cambiaran la fea silla de antes por un diván para poder recostarme de desearlo. ¡Larga vida a la prinssese!

—Bueno, ya que mi amiga se encuentra muy ocupada dirigiendo un reino, parece que la única forma de verla es pidiendo una audiencia con ella —respondió Holland—. Me siento inútil.

—Holland...

—Mi magia está limitada y no hay nada que pueda hacer para ayudarte. No puedo verte luchar esta guerra, y no hacer nada. Ya ni siquiera me dices lo que está pasando.

—¿Y qué demonios quieres que te diga?

—No lo sé. Que no estamos mal, que James es un traidor, que no están muriendo muchos. Lo que sea.

—Estás pidiendo por mentiras.

—¡No soy tan frágil como crees! Quiero la verdad.

—¿Puedes al menos subir aquí? Se siente horrible tener que hablarte así. No cambié el trono por este diván malditamente cómodo para no poder sentarme con mi mejor amiga a hablar.

—Estoy bastante segura que eso va contra el protocolo, Nin —dijo ella apenas conteniendo una sonrisa.

—Me niego a reinar de otro modo que no sea de igual a igual —respondí—. Tú no pediste esto Holland, nunca quisiste una guerra ni verte involucrada en tal, y no empeoraré tu situación con la comunidad como para que sumen traición a tu condena. No quiero que pagues por mí.

—Puedo ayudarte. Sabes por qué me exiliaron.

—Y créeme que tengo un fin especialmente planeado para Rogers —dije y ella sacudió su cabeza.

—No hablo de eso. Déjame decirte cómo vencer sin matarlos —dijo Holland y me miró con súplica en sus brillantes ojos—. Lo he estado pensando todo este tiempo desde que estamos aquí. Nina, sé que es mucho lo que te estoy pidiendo, pero dame una voz aquí. No espero que me escuchen, no puedo pedirle a tu gente que se ponga en riesgo para evitar hacerles daño a los brujos, pero déjame intentarlo, déjame creer que puedo hacer algo por ambos bandos. Déjame creer que puedo ayudarte a encontrar la paz.

—La política es mucho más complicada que eso —admití y suspiré al mirarla con pesar—. No hay lugar para buenas intenciones o piedad. La política es muy compleja.

—La guerra no. La guerra es simple. Gana quien tenga la mejor estrategia. No importan números o desventajas. No importan armas o fuerza. Lo único que importa, es conocer la jugada del otro para adelantarse y vencer —continuó ella y sus rojos labios temblaron—. No soy tan frágil o inocente como crees. Podría decirte cómo ganar esta guerra en menos de una semana exterminando a todos de desearlo.

—No eres así.

—Nin, tú podrás saber de política, pero yo sé de pelea más de lo que puedes imaginar.

En realidad, nunca había dudado de eso. Holland podía lucir ridículamente inofensiva y alérgica a la violencia, pero esta bruja me había salvado el culo cada vez que un asesino había aparecido desde que la había conocido. Era la chica de sensible corazón con nervios de acero que no había pestañado al pisar el Helheim a pesar de todo el horror y nunca había perdido la compostura sin importar con qué herida saliera su amiga. Había tolerado su exilio con una firmeza admirable, había conseguido que el hijo del magister prácticamente le rogara por una cita debido a su inquebrantable carácter. No dudaba de la fiereza de su alma, tan solo admiraba su devoción a la paz.

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now