Capítulo 10: Mil cosas arrebatadas

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Lo que siguió fue un caos, pero al menos alguien consiguió que sonara Fall Out Boy de fondo. Bass se retiró muy complacido con dos cambiaformas sujetándolo de los brazos para llevarlo a ver un curandero, dudaba mucho que lo fueran a dejar solo por el resto de la noche o que él deseara que lo hicieran. Vali desapareció en cuanto tuvo la oportunidad junto con Kian sin desear tentar al destino de que justo en ese instante un cambiaformas muriera y su verdadera identidad quedara descubierta, y era mejor si todos creían que Kian no estaba a la vista por estar vigilándome desde las sombras en vez de realmente darme un poco de privacidad. Holland y Robin fueron acompañados a sus habitaciones, o tan gentil como se pudiera decir escoltados; y yo tuve que quedarme a discutir medidas de seguridad que tomar respecto a ellos de modo que no les afectara pero conformara a los nobles. Maldita sea, debí haber mandado todo al diablo a la primera muerte y huir a Las Vegas.

Para el momento en que quedé libre, un descanso no sonaba tan mal. Podía hacer esto, si me lo repetía unas mil veces antes de enfrentar cada reunión. Al menos no tenía que lidiar con una escolta o algo por el estilo, confiaban ciegamente en mi mentira sobre Kian cuidando de mí cuando con suerte Vali no lo tendría haciendo alguna tontería. Aunque jamás lo admitiría, había sido un viaje agotador, pero se sentía demasiado bien estar de regreso en Rike. Había extrañado el beso helado de su clima, los intensos colores que pintaban el paisaje, incluso el reinante caos allí donde hubiera al menos un cambiaformas.

Ni siquiera me molesté en lucir ofendida o sorprendida al entrar en mi habitación y encontrar a Robin recostado en mi cama. Él se enderezó enseguida, su cabello completamente despeinado, su infantil sonrisa en su rostro. Lucía tan ingenuamente feliz con un libro en mano y su capa echa un bollo en el suelo. No podía echarlo, tampoco quería. Suspiré al cerrar la puerta y dejé con cuidado mis armas a un lado. Era extraño tenerlo aquí, tan casual en un sitio que nunca había pisado nadie que no fuera un cambiaformas, entusiasmado por algo tan tonto como estar en el corazón de una de las culturas más vastas que existían para llenar su infinita curiosidad.

—Veo que tus poderes andan mejor —comenté mientras me quitaba mi abrigo.

—Tienen una biblioteca impresionante —dijo él sin poder contenerse un instante más—. Millones y millones de libros, sobre cualquier tema que imagines. Geografía, historia, religión, política, filosofía, ciencia...

—Rike es uno de los territorios más antiguos que existen, hemos tenido nuestro tiempo para recolectar libros.

—Hay algunos que no he visto nunca en mi vida, y eso que el magister tenía una biblioteca infinita y he estudiado en la biblioteca de Alejandría. ¡Y la logia tiene cualquier libro jamás escrito o que se vaya a escribir! ¿Pero los libros que tienes aquí? Nunca antes los había visto, y parecen fascinantes —continuó él sin ocultar una pizca de su entusiasmo—. Podría tomarme siglos leerlos todos.

—Podría tomarte siglos aprender el nórdico necesario para poder leerlos y comprenderlos —dije riendo.

—Vali se ofreció a enseñarme cuando tú no puedes. Supongo que esos libros solo existen en Rike. Pero tu cultura es tan extensa, y tiene tantos años... No dudo de los conocimientos que los cambiaformas deben guardar aquí.

—Robin, la escritura nórdica ni siquiera se parece al alfabeto que tú estás acostumbrado.

—He estudiado escrituras rúnicas. He pasado más tiempo del que se puede medir estudiando otras culturas, sus idiomas y escrituras, su historia y modo de ser. Pero los cambiaformas siempre han sido fascinantes e inentendibles, porque no es algo que puedas estudiar por tu cuenta. Quiero leer esos libros.

Me di vuelta para mirarlo sin poder resistirlo más, el anhelo en su voz era demasiado sincero para ignorarlo. Sus ojos brillaban con verdadera felicidad y la infantil sonrisa seguía allí, como un niño en una tienda de dulces a quien habían soltado y dicho que podía coger lo que deseara. ¿Tan sencillo era hacerlo feliz? El conocimiento ancestral de mi tipo, al alcance de su mano si aprendía a leer. Tan cerca, y tan lejos a la vez, pero lo que hubiera desalentado a cualquiera para Robin siempre había sido un motivo de entusiasmo, el desconcierto siempre alegría.

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now