Capítulo 25: No es real

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El fuego estaba apagado, los restos de huesos esparcidos por la tierra húmeda. La oscuridad reinaba junto al silencio y la soledad. Mi mano no estaba sangrando, eso no debía ser una buena señal. ¿Qué demonios estaba mal con los practicantes de seid y sus oscuras costumbres? Necesitaba regresar cuanto antes. ¡No tenía tiempo para alguna estúpida prueba psicológica! ¿Acaso nadie entendía que no tenía estabilidad alguna en ese sentido? ¡Era un maldito milagro que siguiera entera a esta altura y cuerda también! Bien, casi entera considerando el asunto de la mano... Eso nunca dejaría de doler.

—Tan vanidosa para una cambiaformas...

Oh Loki, me tienes que estar... Llevé enseguida una mano a mi cintura y solté una maldición al no sentir mi espada. ¿Qué más había esperado? La maldita practicante había tenido un cuchillo de hielo rojo. Me di vuelta para enfrentarla sabiendo que no me dejaría ir. En un mundo ideal, esa chica se hubiera quedado encerrada en el Helheim donde pertenecía. Ella me sonrió al levantar su propia espada, aun en la oscuridad podía ver el brillo de sus caninos al estar ansiosa por sangre. Sus dedos estaban llenos de cicatrices plateadas por todas las promesas rotas, la maldad evidente en su mirada.

—Permitiste que los brujos te contaminaran en ese sentido.

—Es mi verdadera piel expuesta eternamente —respondí retrocediendo un paso con cuidado—. No es vanidad sufrir por ello.

—No puedes engañarme. No a mí.

—Claro que puedo —dije y sonreí al pisar mi propio cuchillo de donde lo había dejado caer en el suelo—. ¿No lo has notado? Lo hago a diario.

Un puntapié, y el cuchillo se elevó lo suficiente como para que pudiera cogerlo con mi mano y empuñarlo. Vamos, era la primera maldita persona a la que le mentía. Cada mañana me despertaba solo para mentirme sobre que todo estaría bien y nadie tendría que morir por mí ese día, en cada baño me repetía que la herida en mi mano no era tan mala ni mi cuerpo estaba tan enfermo, no había un solo atardecer sin que me engañara diciéndome que no sería el último o mis decisiones no tendrían costos demasiado elevados.

—Por supuesto, dices que haces lo mejor por Rike mientras bebes el té con el enemigo —respondió ella—. Una princesa, cediendo tan fácilmente ante los brujos. Me gustaría saber la opinión de Nimeria sobre esto.

—¡Olvídate de ese maldito asunto!

—¿Cómo quieres que lo haga si tú jamás lo lograrás? ¡Permites que su asesino te toque con las mismas manos que la mataron! Y nunca le harás justicia a su crimen.

—Estaba siendo torturada. Su sigr vina había muerto un día atrás.

—¿Y encima lo justificas?

—¡Lo que hizo es injustificable! —grité sin poder soportarlo más—. ¿Crees que he tenido un maldito momento de paz desde que lo sé?

—Entonces haz lo que debes. Aplica la ley.

—Si ella se lo pidió, entonces respetaré su voluntad. No castigaré un acto de piedad —dije y la chica rio fuertemente.

—¡Piedad! ¿Llamas a eso piedad? Sentiste la agonía en que murió.

—Estaba siendo torturada. El sucesor está muerto.

—¿Y en serio crees que un maldito ciego podría encontrar con tanta facilidad tal punto de dolor? ¿Debo recordarte que lo que la mató fue una lobotomía a través del ojo?

—La ceguera no le impidió a Hoor matar a Baldr a distancia. Su puntería no falló. No seré tan hipócrita como para descartar a un sucesor por ser discapacitado, Loki me mataría de siquiera considerarlo

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now