Capítulo 2 "La voz de mi guardián"

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Camille cerró los ojos y aguardó, el corazón le latía desbocado y el temor había petrificado sus extremidades

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Camille cerró los ojos y aguardó, el corazón le latía desbocado y el temor había petrificado sus extremidades. Sin embargo, el tiempo pasó, sin que ocurriera absolutamente nada, ella abrió los ojos en cuanto su respiración se ralentizó y observó al chico con la guadaña, incapaz de decir algo.

Su figura fantasmagórica dejándola muda.

Para su sorpresa, no fue el joven quien se acercó, sino el zorro blanco. El animal se movió lentamente en dirección a Camille, como si temiese asustarla más y se preocupara por su bienestar. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, se inclinó, haciendo una reverencia y luego, Camille escuchó de nuevo la voz.

— Bienvenida.

En esta ocasión, la joven miró fascinada como las palabras surgían del hocico del zorro y decidió, con toda seguridad, que debía tratarse de un sueño. Camille rara vez recordaba sus sueños y mucho menos, los sentía tan reales, jamás sentía su cuerpo como si estuviera despierta.

Ella volvió a mirar al joven, como si este pudiera ofrecerle una explicación.

Y así fue, más o menos.

— No te espantes — comenzó a hablar él — Mi nombre es Zed y él es Rave... Ah, ¿Qué debería explicarte primero? Eh, pues bueno, estamos en...

— Luces ridículo tratando de explicar, de seguro piensa que está alucinando, eso pensante tú — interrumpió el cuervo.

El joven le dio una mirada mortal al ave.

— No estás soñando ni alucinando, has sido elegida como una portadora — aclaró el zorro con seriedad, ignorando deliberadamente la presencia de Zed y Rave — Los portadores son almas humanas capaces de vivir en ambos mundos, conocidos como el mundo terrenal y el mundo onírico.

El joven asintió, para él era de vital importancia que la nueva portadora y el nuevo guardián comprendieran su labor en este mundo, esa era la razón principal para seguir al zorro, cuando Zed llegó, otra portadora se había tomado la molestia de explicarle todo, en un principio no lo creía, hasta que lo experimentó por sí mismo. Aunque, al parecer el zorro, al igual que los demás guardianes, viene al mundo con un conocimiento innato de lo que le rodea y su razón de existir.

— ¿Mundo terrenal? ¿Mundo onírico? — inquirió la joven, su mirada ya no resplandecía con miedo, lo había reemplazado una creciente curiosidad. Por más disparatadas y absurdas que fueran las palabras del zorro, ella quería saber más.

— El mundo terrenal es donde siempre has vivido, el mundo onírico es un plano alterno, exactamente igual, donde viven los monstruos que atormentan a los humanos y los guardianes, quienes se encargan de mantener el equilibrio — continuó explicando el nuevo guardián, su voz transmitía calma, incluso su postura en general.

— Entonces, supuestamente, en este momento estoy en el mundo onírico... — concluyó la joven con un hilo de voz y para cuando el silencio se estableció en la habitación, Zed sintió una pesadilla inesperadamente, acercándose a ellos.

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