Capítulo 11 "Los secretos de Silvia"

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Camille se despertó gracias a su alarma, uno de esos días le había preguntado a Zed qué debía hacer si necesitaba levantarse a una hora exacta antes del amanecer, puesto que en el mundo onírico la mayoría del tiempo no tenía cómo saber la hora y el único indicio que tenía era el cielo. La respuesta del portador había sido reírse y luego explicarle que ella aún podría escuchar una alarma o que alguien se acercara a levantarla, levemente como un sonido que proviene de la distancia, puesto que su cuerpo seguía en el mundo terrenal y en el mundo onírico solo estaba su alma, siempre habría una conexión entre ambos.

En particular, Camille no necesitaba despertarse temprano ese día, puesto que solo tenía clase hasta la tarde pero prefería aprovechar la mañana y organizar unos cuantos trabajos que debía adelantar, si había algo de lo que la joven podría jactarse con toda seguridad, era su responsabilidad.

Antes de levantarse de la cama, miró su habitación con detenimiento, buscando a Rize con la mirada. El zorro se hallaba sentado en la ventana, como de costumbre, admirando el paisaje que le proporcionaban los altos edificios.

Camille lo saludó y se dirigió al baño para darse una ducha, tras haberse colocado ropa cómoda, salió en dirección a la cocina, para su sorpresa, ahí estaba Silvia con los audífonos en los oídos mientras tarareaba una canción y se hacía algo de comer.

Camille le tocó el hombro para hacerle saber de su presencia.

— Buenos días —articuló y Silvia asintió en respuesta, Camille le hizo señas a su prima para que la escuchara y en cuanto se quitó uno de los audífonos, habló:— ¿Por qué no estás en el colegio?

— Estaba un poco mareada al despertar, entonces decidí no ir.

Por supuesto y como Eleonor no diría nada al respecto, Silvia podría faltar cuantas veces quisiera a la escuela con cualquier pretexto. Camille decidió no decir nada al respecto, después de todo no le correspondía la crianza de su prima y dudaba que la adolescente se tomara bien que ella le diera un sermón.

¿Está bien que ella falte cuando lo desee? inquirió Rize, recibiendo como respuesta de Camille una negación con la cabeza. No podían hablar con libertad dada la presencia de Silvia.

La joven esperó hasta que Silvia terminó de usar los implementos de la cocina y se fue a sentar al comedor para hacerse el desayuno, entretanto entró a revisar sus redes sociales para ponerse al corriente, hacía más que un par de días desde que Camille entraba a revisarlas y no la tomó por sorpresa ver que sus compañeros y amigos habían actualizado sus perfiles.

No tardó mucho en preparar su comida y sentarse junto a Silvia en silencio, aún le preocupa en sobremanera el mensaje que había visto en el celular de su prima pero no sabía cómo abordar el tema.

Rize se acomodó sobre el sofá, ocupando todo el mueble sin problema.

Camille lo miró mientras comía en silencio y vio su oportunidad cuando Silvia se levantó de repente y se dirigió al baño. Sin un segundo que perder, la joven tomó el celular y agradeció cuando notó que Silvia no se había molestado en bloquearlo, entró inmediatamente en los mensajes y ahí estaba el grupo que había visto la anterior vez.

Ellas.

Creo que no es correcto lo que estás haciendo.

Camille no le dio importancia a las palabras de su guardián, le preocupada Silvia demasiado como para dejar pasar la oportunidad de saber qué alteraba su tranquilidad. La joven estaba segura que lo que fuese que ocultara en su celular tenía una gran culpa en el comportamiento de su prima.

Se deslizó rápidamente entre los mensajes, leyendo todo tan rápido como podía sin poder creérselo del todo. Hace un año Silvia tuvo que asistir a sesiones de terapia con un psicólogo gracias a diversas actitudes que había tomado, empezando por ser más apática que de costumbre, pasando más tiempo encerrada en su habitación con la música a un volumen ensordecedor e incluyendo, los diversos cortes que se había hecho a lo largo de los brazos y en parte interior de los muslos.

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