Epílogo "La anhelada muerte de la maldad"

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El plan era sencillo, Rose y Zed lo sabían, ya llevaban más que un par de noches en la búsqueda de Sabrina e incluso habían dejando de ocultar su identidad, presentándose formalmente en el mundo terrenal, puesto que la mayor parte de esa búsqueda tendrían que hacerla ahí.

Rose era una chica atlética que en realidad se llamaba Naomi, dada su altura y complexión fácilmente podría ser una modelo, seguía siendo un tanto más alta que Zed. En el mundo terrenal sus ojos no tenían aquellos matices rosa que hacía inconfundibles sus iris en el mundo onírico, simplemente eran marrones claro pero aún así ella tenía una belleza considerable.

Por otro lado, Sabrina había resultado ser una rata escurridiza, por más que buscaban en las calles, callejones y avenidas, ninguno había tenido suerte hasta el momento... Dylan de verdad esperaba que esa noche fuera la última, que por fin pudiera darle fin a todo aquello y acabar con todo rastro de la maldad de Sabrina.

Lo único que debían hacer era encontrarla, dejarla inconsciente, hacer el enlace con el mundo onírico para avisar a Cometa, quién abriría un portal y la llevaría de vuelta, menos mal, los guardianes habían estado de acuerdo con Zed y decidieron acabar con la vida de Sabrina.

El joven portador esperaba que aquella mujer tuviera el zafiro, de no ser así, tendría que aceptar la cruel realidad de que Camille jamás volvería a ver el mundo onírico, su enlace con Rize habría terminado por siempre y ella no recordaría a Dylan, pero él haría lo posible por volver a acercarse a ella en el mundo terrenal, no le sería tan dificil estando en la misma universidad pero...

Aún seguía apegado a su meta original, Camille no merecía olvidar aún el mundo onírico, menos considerando que ella había sido una pieza esencial para salvarlo. Había hecho mucho por todos como para dejarlo pasar y olvidarlo simplemente.

No era justo.

¡Creo que la veo! gritó Rave desde las altura, está acostada junto a un contenedor, en un callejón.

Dylan miró a Naomi y sin necesidad de decir algo ambos comenzaron a correr, era verdad, Sabrina se hallaba inclinada contra un contenedor con los ojos cerrados, al parecer durmiendo pacíficamente. Por lo que parecía que ellos no tendrían que usar la fuerza para mantenerla quieta mientras uno hacía el enlace para ir en busca de Cometa, quién había prometido estar al pendiente rondando la ciudad en el mundo onírico junto con Sascha.

— Yo me quedaré a vigilar en caso de que despierte —se ofreció Naomi con un susurro.

Dylan asintió y se prometió a sí mismo que la revisaría de pies a cabeza en el mundo onírico en búsqueda del zafiro, él se tumbó en el suelo mugroso del callejón con una mueca, no tenía otra opción y acarició la amatista que tenía unida a un cordel en su cuello.

Desde un principio le había encantado la sensación de vértigo con su llegada cada noche, pero en esta ocasión se sintió especial, quizá por la emoción que sentía al estar tan cerca de cumplir su objetivo.

— Rave ¡Hay que buscar a Cometa! —manifestó él, alegrándose de tener un guardián con la capacidad de volar.

Ambos se lanzaron por las calles y por suerte, no tardaron mucho en encontrar a ambos guardianes junto con Rize, quién no podía estar en el mundo terrenal por el momento por la pérdida de su conexión con Julie.

Cometa estaba aprendiendo mucho sobre el mundo onírico y no había mejor maestra que Sascha, no había olvidado su poder, sin embargo, él tendría que ver el lugar para saber exactamente dónde abrir el portal.

— ¡La encontramos! —soltó Rave en cuando se acercaron.

Zed los guió en dirección al callejón y Cometa hizo lo que prometió, se concentró, alzando las manos de la misma manera en Moira solía hacerlo. La energía comenzó a crepitar a su alrededor y el portal se abrió como debía. Fue Sascha quién introdujó su cuerpo parcialmente a través de él y cargó el cuerpo dormido de Sabrina hasta tenerla en el mundo onírico de nuevo.

Como era de esperarse, ella despertó con un respingo y los miró con confusión antes de empezar a hacer preguntas, sus labios se movían extremadamente rápido y estaba atropellando las palabras al hablar, lo que les dificulta intentar comprenderla.

La ventaja era que Sabrina no tenía idea de sus poderes, por lo que no era un peligro en realidad y Sascha notó sus intenciones un segundo antes de que intentara atacar a Zed, apartándola del camino.

Zed se percató de que ella tenía una de sus manos cerradas en un puño apretado y la tomó, forzando a la mujer a abrirla para revelar lo ahí tenía, era nada más y nada menos que el zafiro, partido en tres perfectos pedazos.

Él tomó la piedra y la guardó en un bolsillo de su pantalón.

En eso, llegó Rose.

— Acabemos con esto de una vez por todas —dijo ella.

— Considero que deberías ser tú quién la mate, Rose —informó Sascha manteniendo a Sabrina atrapada entre sus brazos, el cuerpo de la guardiana se había vuelto un tanto débil por su tiempo en el mundo terrenal— Cometa no quiere ser el causante de ninguna otra muerte, a no ser que se trate de pesadillas.

— Es verdad —afirmó el guardiana mientras apartaba unos cuantos mechones de su cabello oscuro que le caían sobre los ojos— teniendo en cuenta todo lo que me ha contado Sascha, he sido culpable de demasiado mal, aunque no lo recuerde... No quiero tener nada que ver con ella de nuevo.

La posición de Cometa era comprensible y Zed estaba de acuerdo con que fuera Rose, su magia tóxica acabaría la vida de la guardiana con dolor y sufrimiento, aunque él consideraba que era poco dado el mal que causó.

Zed asintió, mostrando que estaba de acuerdo con la decisión y Rose se adelantó, dejando que el poder fluyera entre sus dedos, Sascha soltó a Sabrina y solo hizo falta que la portadora le diera un leve toque para que su cuerpo comenzara a quemarse, desmoronándose de a poco mientras la toxicidad se extendía por sus extremidades y ella dejaba escapar gritos agónicos.

Todos permanecieron en silencio hasta que el cuerpo de Sabrina desapareció, por fin había llegado la anhelada muerte de la maldad.

— ¿Ella tenía el zafiro? —preguntó Rose.

— Sí —respondió Zed sacando los trozos de su bolsillo y sosteniendolos juntos, se sorprendió cuando la piedra emitió un resplandor cegador y al desvanecerse aquel brillo, el zafiro estaba intacto.

— Ahora solo debes devolverlo —murmuró Rize.

Él sonrió, miró a Rose y al zorro sin poder contener su alegría, esa noche Zed guardó el zafiro como una posesión preciada y a la mañana siguiente encontró la forma de devolverlo a Camille, se había chocado intencionalmente con ella en uno de los pasillos de la universidad y aprovechó el desorden que armó para deslizarlo dentro de la mochila de la joven.

Ella no recordaría hasta tenerlo puesto de nuevo, su enlace se arreglaría.

Al caer la noche, el portador se sentó en el alféizar de la ventana de la misma forma en que lo había hecho la noche que ella llegó al mundo onírico, Rave estaba posado sobre su hoz y la habitación estaba inundada de sombras, sin embargo, a través de la ventana entraban algunos reflejos de los colores que inundaban el cielo.

— Bienvenida —saludó él al ver a Julie con una sonrisa mientras acariciaba el pelaje de Rize, quién volvía a emitir su resplandor blanco.

— Es un placer estar de regreso —respondió la portadora mientras se sentaba a su lado en el marco de la ventana a contemplar el firmamento a rebozar de sueños.

— Es un placer estar de regreso —respondió la portadora mientras se sentaba a su lado en el marco de la ventana a contemplar el firmamento a rebozar de sueños

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