Capítulo 26 "El último vestigio de venganza"

127 23 2
                                    

Dylan acompañó a Camille hasta que su hermano lo llamó al celular diciendo que había una emergencia en casa y que debía regresar de inmediato, así que él se despidió un tanto avergonzado ya que había planeado acompañarla hasta su casa y no podría cumplir con su palabra, sin embargo, la joven no parecía nada molesta, es más, ella le dijo que se diera prisa mientras se despedían.

A Camille no le molestó en absoluto que Dylan tuviera que marcharse, si quería pasar más tiempo con él, pero sabía la delicada situación que el chico vivía día a día, así que antes lo instó a que se fuera más rápido y se asegurara de que nada le ocurría ni a su padre ni a sus hermanos.

Además, ella estaba acostumbrada a andar sola... Y no estaría completamente sola, dado que Rize era su constante compañía, quizá no podrían hablar libremente pero él se mantendría a su lado y eso era más que suficiente.

No muy lejos de donde Camille caminaba, estaba Sabrina, una mujer que no tenía la menor idea de quién era, se levantó sin recuerdos y llevaba un vestido rojizo que iba a la perfección con el color de su cabello, pero no sabía cómo había terminado en la calle y en realidad no sabía lo más mínimo sobre sí misma, de hecho, solo conocía su nombre y tenía un vago recuerdo de una chica tocandola, pero no la reconocía y cada vez que pensaba en ella la ira bullía en su interior, rogando a gritos ser desatada.

La joven en su memoria tenía corto cabello oscuro y ojos azules, si alguien sabía algo sobre Sabrina debía ser esa chica. Así que la mujer se había pasado todo el día buscándola, sus piernas dolían de estar caminando a través de las concurridas calles y no sabía cómo podría hallarla entre tantas personas, debía ser una tarea imposible, podría vagar durante toda su vida sin toparsela ni una vez.

Sabrina murmuró una maldición y continuó caminando, de cualquier forma no se rendiría, ella buscaría hasta no poder más, hasta no sentir las piernas y estar completamente agotada. La frustración que tenía por no recordar nada era abrumadora y quería deshacerse de ella tan rápido como fuera posible.

Al cabo de un rato, sin creer de verdad lo que veían sus ojos, Sabrina apresuró el paso al ver a la chica de sus recuerdos. Ella iba vestida con una blusa violeta y unos pantalones oscuros ajustados, caminaba esquivando a diferentes personas sin prestar mucha atención a lo que la rodeaba, de hecho, parecía ensimismada en sus pensamientos.

Sabrina la siguió, tendría que esperar el momento oportuno para detenerla y reclamarle, sentía una cólera enorme nada más verla y un imprudente impulso de lanzarse sobre ella para asesinarla, era tan fuerte y tan arraigado, que la mujer encontraría el momento perfecto para atacar.

Un momento en el que nadie pudiera ayudar a la joven, en el que ella no tendría escapatoria y Sabrina podría hacer lo que quisiese, empezando por destruir su bonito rostro. Sabrina podría sacarle los ojos, utilizar un cuchillo para abrir profundas heridas en su piel, incluso podría cortar desde la comisura de sus labios para dejar en su rostro una sonrisa sangrienta.

A Sabrina se le estaba acelerando el corazón de la emoción solo de pensar en esa bonita escena, la sangre surgiría a borbotones de sus heridas, ella le abriría el vientre y observaría sus entrañas mientras la joven soltaría una sinfonía de gritos agónicos que alimentará la sed de venganza de la mujer.

Era tan perfecto, de solo imaginarlo.

Solo hacía falta que fuera paciente, su presa no se le escaparía de entre los dedos, ella le pondría las manos encima esa misma noche, acabaría con su vida y luego la dejaría ahí, sin más, sin importarle las consecuencias de sus perversas acciones. Incluso la hora era perfecta para llevar a cabo sus deseos, dentro de poco estaría anocheciendo y en la oscuridad que le proporcionaba, las sombras guardarían su secreto... Nadie notaría la ausencia de esa chica, con su torpe caminar y sus prendas oscuras, a nadie le haría falta, de eso Sabrina estaba segura.

IlusiónWhere stories live. Discover now