Capitulo 1.

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Era de noche cuando salí de allí. Me puse nerviosa, ya que el chico del que estaba pillada salió detrás de mi. Avancé para ir a mi casa y me di cuenta de que él seguía detrás de mí. Me empecé a preocupar porque aquel no era su camino habitual. Me armé de valor y le pregunté:

-¿Qué ocurre, Raúl? ¿Necesitas algo?

Se sobresaltó al ver que era consciente de su presencia.

-No pasa nada -respondió.

Seguí caminando, resignada por su respuesta. Poco después me percaté de que había alguien a su lado. Estaban hablando en murmullos:

-Déjala en paz -dijo Raúl.

-Debe morir, órdenes de superiores.

En ese momento oí un siseo y, después, un choque de espadas. Me di la vuelta y reprimí un gemido. Raúl estaba acorralado en la pared por un muchacho que intenté reconocer.

No me lo podía creer: ¡estaba luchando por mi! Me quedé parada, sin saber lo que hacer, contemplando la pelea.

-¡Maria del Mar, vete de aquí! ¡Corre o te matará! ¡Ponte a salvo! -me dijo Raúl.

Pero no le hice caso. En vez de eso, me abalancé sobre aquel muchacho que intentaba matarle. Lo agarré por el cuello, intentando ahogarle o paralizarle, pero se echó hacia atrás y me empujó contra un coche, haciendo que rompiese la ventanilla. Raúl seguía tirado en el suelo, intentando levantarse. Aunque me llevé un buen golpe en la espalda y algún pequeño corte, no me solté del cuello del muchacho, apretando lo más que podía. Como tenía las piernas alrededor de su cintura, aproveché para darle un talonazo en la barriga. Así sí que conseguí inmovilizarle lo suficiente para que Raúl, ya un poco recuperado, le clavara la espada en el estómago. Conseguí soltarme antes de que cayese al suelo, muerto, pero tan pronto como toqué el suelo me desmayé.

****

Cuando me desperté, un poco aturdida, miré a un lado y a otro, intentando reconocer el sitio en el que estaba. Me di cuenta de que había alguien junto a mis pies, así que me incorporé y pude ver que era Raúl el que estaba allí sentado. ¿Porqué estaba todavía aquí? ¿Y dónde estábamos?

-Hola, ¿cómo te encuentras? -dijo, mirándome a los ojos y sonriendo

-Mm... Bien, cre-creo que bien -dije tartamudeando, nerviosa al sentir su mirada en mí.

Nos quedamos un rato en silencio hasta que, al fin él habló.

-Sé que te debo una explicación, pero ahora no puede ser -dijo seriamente.- Y además, te tengo que dar las gracias por salvarme la vida. Te debo una.- y esbozó una sonrisa que me pareció la más preciosa que había visto jamás.

El corazón me latía muy deprisa y estaba muy nerviosa, ya que nunca había estado tan cerca de él y a solas.

Miré a mi alrededor y descubrí que estábamos en un parque no muy lejos del lugar de la pelea, sentados en un banco de madera.

No estuvimos mucho tiempo allí sentados, sin apenas dirigirnos la palabra, ya que mi madre llamó preocupada al ver que no regresaba a casa.

-Bueno, nos vemos mañana, ¿no? -dijo ya despidiéndose.

-Si, si, claro. Hasta mañana, Raúl.

-Adiós, Mar.

Me sorprendió mucho que me llamara así, porque sólo mis amigas me llamaban con ese apelativo.

De camino a casa, estuve dándole vueltas a todo lo que había pasado hace poco. Al llegar a casa, fui a darme una ducha para ver si así se me aclaraba la cabeza. Al quitarme la ropa, me vi un par de arañazos superficiales encima de lo que cubrían mis pantalones así como también encontré dos plumas negras en el gorro de la sudadera. ¿Qué hacían allí? ¿Cómo habían llegado? No entendía nada. Era como si me estuviese volviendo loca. Las plumas eran muy extrañas demasiado grandes para ser de un pájaro normal. Pero lo que yo no sabia era que, desde esa noche, mi vida no volvería a ser la misma.

Vida inesperadaWhere stories live. Discover now