Capítulo 8

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Me quedé un momento en estado de shock y cuando me recompuse, dije:

-¿Tuyas?

-Sí, yo... yo tengo... alas.

-¿Alas? -dije intentando buscarlas.

-No busques, no vas a verlas. Para los humanos son casi invisibles.

-¿Y la espada? ¿También es de verdad?

-Sí -dijo extrañado por la pregunta -Si observas, podrás ver la empuñadura de la espada detrás de mi cuello.

Hice lo que me dijo, ¡y era verdad! Se podía apreciar la empuñadura metálica con brillantes detrás de él. ¿Cómo no me había dado cuenta de que estaba ahí?

-Los humanos estáis demasiado ocupados como para fijaros en cosas como esas -dijo esbozando una sonrisa pícara.

Entonces si tiene alas negras, una espada y los suyos tienen orden de matarme entonces...

-¿Eres un demonio?-dije, pensando en voz alta.

Me miró atónito al ver a qué conclusión había llegado.

-Sí...

-¿Y tus padres también lo son?

-Solo mi padre, mi madre es humana.

Dejamos ahí la conversación y terminamos de comer. Recogimos la mesa y la cocina y nos sentamos en el salón para ver alguna película. Cuando fui a sentarme con él en el sofá, noté que algo no iba bien, ya que Raúl tenía una expresión extraña en la cara.

-Cariño, ¿pasa algo? -le dije mientras me sentaba a su lado con las piernas cruzadas.

-No, nada -dijo observando la televisión.

-No te creo. ¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal?

-No, no. Solo es que... no se... creía que ibas a reaccionar de otra forma. Creí... que te asustarías cuando te lo dijera -dijo mirándose las manos.

-A ver, mírame -le dije.

Al ver que no lo hacía, alargué la mano para subirle la cara. Cuando cedió, nuestras miradas se encontraron.

-No me importa lo que seas -le dije cogiéndole las manos.- Te quería antes de que me lo dijeras y ahora te quiero más por decírmelo. No voy a alejarme de ti por eso, si es lo que piensas.

-Deberías hacerlo -dijo bruscamente.

-¡Pues no lo pienso hacer! Hazlo tú, si crees que es lo conveniente, pero que sepas que no estaré de acuerdo contigo.

Tras decir esto, me levanté con furia del sofá y me fui a la cocina.

-Mar, espera...-dijo detrás de mí.

No le hice caso y seguí mi camino. Cuando llegué, cogí un vaso y lo llené de agua.

-Cariño, por favor, escúchame -dijo entrando en la cocina. Acercándose a mí, continuó.- Yo tampoco me voy a alejar de ti. Te dije que te protegería y lo cumpliré.

-¿Y por qué esperabas que me fuera si conocías mis sentimientos por tí?

-Todas las personas a las que se lo he confesado han salido corriendo, así que, como comprenderás, es normal que esperara otra reacción.

-Vaaleee...

-Así me gusta. Y ahora, vamos, que va a empezar la película.

Dejé el vaso encima del poyo de la cocina y nos fuimos al salón. Llegamos justo para ver empezar la película de Antena 3, que era la que habíamos decidido ver.

-El se sentó en un extremo del sofá y yo me tumbé, ocupando todo el sofá y apoyando mi espalda en su pecho, de tal forma en la que mi cabeza se quedaba a la altura de su clavícula. Cuando me coloqué, él pasó sus brazos alrededor de mi cintura y yo puse los míos encima de los suyos.

Antes de que empezara la siguiente película, fui a la cocina a hacer unas palomitas de microondas y a por una botella de CocaCola. Cuando las palomitas estuvieron listas, las eché en un bol de cristal, cogí dos vasos y la botella y me fui al salón.

Cuando llegué, Raúl se había cambiado de sitio. Se había sentado en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá.

-¿Ya no quieres estar conmigo en el sofá? -dije con voz burlona.

-No es eso. Es sólo que me he cansado del sofá.

-No pasa nada -dije mientras soltaba las cosas.- Mejor para mí. Ahora tengo el sofá para mí sola.

Llené los vasos y le pasé uno. Luego acerqué la mesa para no tener que levantarnos cada vez que quisiéramos algo y después me tumbé en el sofá, apoyando la cabeza en un extremo. De esta forma, la cabeza de Raúl estaba a la altura de mi vientre.

Cuando empezó la siguiente película, alargué la mano y le acaricié la cabeza, enredando su pelo con mis dedos. Se abandonó de tal manera a mis caricias que casi creí que se había dormido, pero sabía que eso era imposible. Cuanto antes lo pensé, antes me pasó; me quedé dormida en mitad de la película.

* * *

Me desperté de repente, como si algo o alguien me hubiera despertado, aunque comprobé que eso no podía haber sido, ya que estaba sola en el salón. ¿Y Raúl? ¿Dónde estaba?

Encontré la respuesta escrita en una nota, colocada encima de la mesa, junto al cuenco de las palomitas. Estaba delicadamente doblada y con mi nombre escrito en la parte de fuera. Cuando la abrí, decía:

"Lo siento mucho, cariño. Espero que hayas soñado conmigo. Me he tenido que ir a casa por una urgencia. Llámame cuando despiertes.

Te quiero, Raúl."

Me asusté al leer aquello. ¿Una urgencia?

Fui corriendo a por el móvil y marqué su número. Lo cogió a los dos tonos.

-Hola, cielo.

-Hola, cariño. ¿Qué ha pasado?

-Los superiores adelantaron el juicio sobre ti. Tuve que salir corriendo nada más enterarme.

-¿Un juicio sobre mí?

-Sí, por lo de tu... tu...

-...mi muerte.

-Sí...-dijo con voz triste.

-¿Y qué?¿Qué han dicho?

-¡He conseguido que lo aplacen un tiempo!

-¿De verdad? No me lo creo...

-Pues créelo. Tengo que colgar, nos vemos en unos minutos.

-Vale, hasta ahora.

Cuando colgué, me invadieron dos sensaciones muy distintas: por un lado la alegría de que pasaría un tiempo tranquila con Raúl, sin nadie que nos ataque; y por otra parte, la tristeza de que estaba sentenciada a muerte.

Miré el reloj para saber la hora que era. Las 20:20. Le dí a la radio y me puse a recoger la salita y la cocina mientras hacía tiempo para que viniera Raúl.

Vida inesperadaKde žijí příběhy. Začni objevovat