Capítulo 2

92 6 0
                                    

A la mañana siguiente me quedé dormida porque se me olvidó poner el despertador. Me vestí y me peiné corriendo, pero no desayuné, sino no llegaría a tiempo antes de que llegara el profesor. Corrí todo lo que pude, pero al llegar a la entrada del instituto, me encontré con Raúl esperando en la puerta.

-Buenos días -dijo sonriendo, como si me estuviera esperando.

-Buenas. ¿No entras? -pregunté extrañada.

-No, el profe ya ha entrado y prefiero que me ponga una falta que una retraso y un negativo. Además, si me pierdo una clase no pasa nada -dijo sonriendo. Y añadió:- Te tengo que contar algo, ¿recuerdas? Y que llegaras tarde ha ayudado. ¿Nos vamos?

-Si, claro. Pero, ¿a dónde?

-Tú sígueme -dijo guiñando el ojo y sonriendo.

Rodeamos el edificio, hasta que llegamos a la parte de atrás. ¡Madre mía! ¡Aquello era precioso! Los árboles tenían un verde vívido, debido a la época del año en la que estábamos. Avanzamos hasta llegar a una puerta de emergencia, que nunca se abría, y nos sentamos en los escalones.

-Aquí es donde me paso todos los recreos. Lo descubrí el año pasado por casualidad.

-Es precioso -dije, contemplando el secreto que había guardado hasta ahora.

-Sí, pero en otoño es mejor.

Ahora entendía porqué desaparecía en todos los recreos.

-Verás, Mar, desde que nací, pertenezco a... una familia... un poco rara... anormal, por así decirlo. Pero no puedo decirte más. Necesito que confíes en mi y te prometo que te lo contaré todo cuando llegue el momento, pero necesito que confíes en mi, es lo único que te pido.

Me tomó un poco procesarlo y finalmente asentí levemente con la cabeza, indicándole que lo haría, confiaría en él,.

- Y otra cosa.

Abrí un poco más los ojos, expectante de lo que podría decir.

-No te alejes nunca más de mi, así podré protegerte.

Y entonces se acerca y me da un beso en los labios. Me puse colorada y agaché la cabeza.

-¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal? -preguntó, muy preocupado, intentando apartarme el pelo para ver mi cara.

-No, no. Sólo estaba pensando en el montón de veces que he soñado con este momento y por fin ha ocurrido. -dije, un poco avergonzada.

-¿Ah, si?... No lo sabía. ¿Desde cuándo? Apenas se te notaba -dice sonriendo.

-Pues... exactamente no lo se, pero seguramente desde que te conozco, aunque últimamente más - le dije en un murmullo. Me daba vergüenza admitirlo delante de él.

Nos quedamos mirándonos a los ojos fijamente y notaba cómo se me encalorecían las mejillas y mi corazón latía más rápido. Entonces se acercó hasta mi oreja y me dijo:

-Me gustas, Mar. Y mucho.

Podía sentir el roce de su mejilla en la mía y un aroma dulce. Pero en ese momento, algo le alarmó, porque se puso en tensión y no paraba de mirar de un lado a otro, buscando algo. Miré con más atención y entonces lo vi. Era una sombra oscura y estaba escondida detrás de uno de los árboles. Luego Raúl sacó una espada, pero ¿de dónde? Estaba claro que en la mochila no cogía. Volví a mirar hacia el árbol, pero la sombra y no se encontraba allí. ¿Cómo había desaparecido tan rápido? Mi cabeza estaba llena de preguntas, que suponía que tenían respuesta. Pero caí en la cuenta de: ¿dónde estaba Raúl?

Estaba convencida de que aquello era un sueño pero tenía su toque de realidad. De mis ojos empezaron a caer descontroladamente pequeñas gotitas. Me encogí con miedo, pegando la rodillas a mi cuerpo y rodeándolas con los brazos. Posé la cabeza encima de las rodillas, aún sin poder controlar las lágrimas, que salían sin cesar. Justo entonces se escuchó un ruido como si alguien se acercase. Levanté la cabeza y vi a una sombra muy parecida a la del árbol. Tenía miedo, a cada paso que daba, más ganas tenía de despertar de aquel horrible sueño. Pero no, aquello no era un sueño. Cerré los ojos y pude sentir cómo la muerte se acercaba. Me daba miedo abrirlos y encontrarme con aquella cosa. Empecé a escuchar cómo alguien repetía mi nombre una y otra vez, cada vez más fuerte, más real.

Abrí los ojos y encontré a Raúl con cara preocupada y agitando mis hombros. Cuando vio que había abierto los ojos, su expresión se tranquilizó y dejó de sacudirme.

-¡Mar, qué alegría! ¿Qué te ha pasado? Cuando me he dado la vuelta te habías desmayado. Creía que te habías muerto, ni siquiera respirabas.

-¿Qué... qué ha pasado? ¿Había u...?

-Una sombra, sí. -me interrumpió y añadió - Es parte de lo que te tengo que contar, pero ahora no. -Y en ese momento suena el timbre que avisa el cambio de asignatura.- Tenemos que ir a clase -dice sonriendo, salvado por la campana.

Me pasé toda la mañana pensando y repasando lo que había pasado. ¿Cuándo me desmayé? ¿Y lo de la espada? ¿Era verdad?

No me atrevía a preguntárselo a Raúl, porque sabía que tarde o temprano me lo diría. O eso decía.

En el recreo, le pedí permiso a Raúl para compartir su lugar secreto, ya no tan secreto, y él accedió sin dudar. Estuvimos hablando sobre las asignaturas, deberes, profesores... pero también hablamos de nosotros, porque ese día fue cuando empezamos a salir juntos. Os cuento:

Estábamos hablando sobre el profesor de Matemáticas cuando se puso un poco serio y me miró.

-¿Qué pasa, Raúl? ¿Qué ocurre? -le dije, preocupada al ver su expresión.

-Recuerdas que te dije que no te alejaras de mi, ¿no? -asentí. Y continuó -Pues la única forma de que eso pase y que se me ocurre ahora es... que seamos novios, que pasemos todas las tardes juntos, además de la academia. Y que te vengas conmigo todos los recreos. ¿Qué dices? ¿Aceptas?

Vida inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora