Capítulo 7

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A la mañana siguiente me levanté temprano, ya que le prometí a mi amiga y compañera de clase, Alicia, que iría a verla y a apoyarla en ese partido de hockey. Si ganaban, pasaban a jugar el campeonato de España. El partido era a las once, pero salí un poco antes de casa de Raúl para vera y desearle suerte antes de que empezase. Raúl, como no, quiso venir conmigo, a pesar de que a él no le entusiasmaba el hockey. Cuando llegamos a los vestuarios, tuve suerte de que estuviera fuera, así que me acerqué.

-¡Mucha suerte, Ali! - le dije mientras le daba un abrazo.

-Muchas gracias, Mar. Gracias también por venir.

-Nada, mujer. Te prometí que vendría. Además, así  me distraigo un poco.

-Mucha suerte, Alicia - intervino Raúl.

-Gracias, Raúl

En ese momento apareció una de mis compañeras de instituto, Laura, que también jugaba en el equipo.

-¡Hola, chicos! - dijo, mirándonos a Raúl y a mí. Y refiriéndose a Alicia dijo - ¿Puedes venir un momento? que me tienes que ayudar con una cosa.

-Vale, ya voy. - Y dirigiéndose a nosotros dijo- Bueno, gracias otra vez por venir.

-Yo siempre cumplo mis promesas - y dándole dos besos le dije - Luego nos vemos.

Salimos de allí y nos fuimos a las gradas. Había bastante gente. Reconocí a algunas personas, como las amigas de Alicia y Laura. También estaban algunos de los jugadores de hockey infantil.

Nos sentamos en una de las primeras filas, sobre el centro.

La primera parte se me pasó muy rápida. Sólo marcaron un gol, el cual fue obra de Laura.

Durante el descanso, llamé a mi madre. Me dijo que los resultados no mostraban ninguna anomalía que provocara ese infarto y que seguirían investigando. Me quedé un poco en shock cuando me lo dijo. Algo tenía que haberlo provocado ¿no?. Cuando se lo conté a Raúl, se puso tenso, y fue entonces cuando me dí cuenta: estaban atacando a mi abuela para hacerme daño a mí y volverme vulnerable, pero ¿para qué, si sabían que Raúl no se despegaría de mi lado?

-Iré a hablar con ellos, te lo prometo - dijo Raúl, dándome un abrazo.

-¡No! No quiero que te pongas en peligro por mi culpa. Si te pasara algo, no me lo perdonaría - le dije separándome de él y mirándole a los ojos.

-Estoy en peligro desde el primer momento en el que decidí protegerte - pero, antes de que pudiera recriminarle eso, dijo- Pero no me importa mientras que tú y tu familia estéis a salvo.

Cuando lo dijo, me quedé mirándolo y, como respuesta y agradecimiento, le besé con ternura.

-Te quiero -le dije con sus labios pegados a los míos.

-Ídem -dijo hundiendo su cara en mi hombro, de tal forma que podía sentir su respiración en mi cuello.

Cuando volvimos a las gradas, la segunda parte ya había empezado. Nada más sentarnos, el equipo contrario marcó, pero las locales hicieron un contraataque muy bueno, tan bueno como el gol que marcaron. Éste fue obra de Alba, con un pase de Alicia. El resto del partido no fue muy interesante hasta el final, cuando Alicia marcó un penalti strock en el último minuto.

Al acabar el partido, esperamos a que salieran para felicitarles por la victoria. Primero salió Alba. La felicité con un abrazo y, mientras me abrazaba, me dijo al oido:

-Os he visto abrazados al empezar la segunda parte y no tenías buena cara. ¿Pasa algo?

-Nada. Es que a mi abuela le dio un infarto ayer y no saben cual ha sido la causa.

-Menos mal que le tienes a él como apoyo. Aunque no te olvides de que me tienes a mí también, para lo que quieras.

-Muchas gracias.

-Bueno, nos vemos esta noche en el parque.

-Allí estaré.

- Tú vienes también ¿no? -le dijo a Raúl.

-Por supuesto, allí nos vemos.

Poco después salió Alicia con Laura.

-¡Felicidades chicas! -les dije cuando llegaron a nosotros.

Me acerqué a darles dos besos y noté una presión en la mano. Sabía que era Raúl, que no quería que me separase de él, por lo que tiré para que viniera conmigo.

Salimos juntos del polideportivo. A Laura la estaban esperando sus padres con el coche, por lo que nos subimos Alicia, Raúl y yo hacia mi casa. Durante el trayecto tuvimos muchos temas de conversación: el partido, cotilleos, deberes, exámenes y algunos más.

-Bueno, Alicia. Nos vemos esta noche, ¿no? -dije ya despidiéndonos en el portal de Raúl.

-Sí, claro. ¿A qué hora es al final?

-A las 10 en el parque.

-Vale, allí nos vemos. Adiós.

-¡Adiós! -dijimos Raúl y yo a la vez.

Subimos a recoger mis cosas y nos fuimos a mi casa. Cuando llegamos, me di una ducha mientras Raúl veía la televisión. Al salir me puse el pijama y fui a la cocina a preparar la comida. No había muchas cosas en la nevera que me gustaran, así que decidí hacer unos macarrones al roquefort. Raúl me ayudó a poner la mesa y a hacer la comida, aunque yo le dije que no hacía falta.

Mientras que estábamos comiendo me acordé de una cosa que le tenía que preguntar y fuí a por ello a mi cuarto.

-Oye, Raúl, ¿tú sabes de qué son estas plumas?- dije mientras iba de mi cuarto al comedor.

Cuando las vio, su gesto se tensó, pero cuando habló, lo hizo muy relajado.

-¿De dónde las has sacado?

-Estaban en el gorro de la sudadera que llevaba el día de la pelea en el parque.

-Pues sí, son... son... mías -dijo agachando la cabeza y pinchando macarrones con el tenedor.

Vida inesperadaWhere stories live. Discover now