Capítulo 12

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Cuando Sergio me abrió la puerta me sorprendí mucho. Se había peinado de una forma diferente, que le favorecía mucho y se había puesto una camiseta que le marcaba un poco los abdominales.

-Estás muy guapo con ese peinado. Te favorece -le dije mientras entrábamos en la casa.

-¡Gracias! Por cierto, hoy ensayamos en el patio, que se está más amplio.

-Vale.

Cruzamos la casa por el pasillo hasta llegar al patio. Accedimos a él por una puerta corredera. Sobre la entrada se proyectaba la sombra de un toldo. A la derecha había una mesa y varias sillas. Los muros del patio estaban tapados por enredaderas. Estaba rodeado por unos arreates donde crecían orquídeas y gardenias de varios colores y el suelo estaba decorado con azulejos beige y marrón. La entrada estaba separada del resto mediante dos pilastras.

-¡Guau! -dije al entrar.

-¿Te gusta?

-Sí, mucho. ¿A ti no?

-La combinación de los azulejos no me convence. Lo bueno es que en verano pongo la piscina y no se ven.

Se giró hacia la mesa y cogió unos altavoces que había en el suelo. Los puso encima de la mesa y los conectó al móvil.

-Bueno, ¿comenzamos? -dijo dándose la vuelta para mirarme.

-Vamos, pero no me acuerdo muy bien de los pasos.

-Eso es ahora. Verás que cuando te pongas a bailar te acuerdas.

Y tenía razón. Cuando puso la música y empezamos a bailar, sentía como que mi cuerpo sabía cuándo y cómo moverse, pero mi cabeza no.

Cuando vuelvo a la realidad, estábamos ya en los últimos pasos que conseguimos montar, en esa vuelta donde me resbalé el otro día, pero esta vez no pasó nada.

-Con que no te acordabas ¿eh? -dijo con una sonrisa pícara, mientras paraba la música.

Tras más de hora y media y muchos pisotones y percances, conseguimos finalizar de montar la coreografía. Fue tal la alegría que sentí que, al terminar de ensayarla, me puse a saltar y gritar. Sergio me contemplaba como si estuviera loca, pero sonreía y reía conmigo. Me fui hacia él y le di un abrazo.

Al separarme un poco para mirarlo, bajé mis manos a su pecho y él mantuvo sus brazos sujetándome por la cintura. Nos miramos a los ojos, fijamente, durante lo que pareció un largo rato.

-Bueno, ¿ensayamos una vez más? -dije, alejándome de él.

Pero, antes de que me alejase mucho, me cogió del brazo. Me quedé ahí parada, notando como mi corazón se aceleraba. Tiró levemente de mi brazo haciéndome retroceder hacia él. Puso la otra mano en mi cintura y, y sin esperarlo, me besó.

No sabía cómo reaccionar, así que me quedé quieta, pero mi interior me decía que le devolviera el beso. ¿Por qué? Mi novio es Raúl y le quiero mucho. ¿Qué me está pasando con Sergio?

Subí las manos a su vientre y le empujé hacia atrás.

-Lo siento, no puedo. -le dije mirándolo.- Quiero mucho a Raúl.

-No... no te preocupes. Ha sido culpa mía. No debería de haberlo hecho -dijo. Luego miró hacia abajo y se pasó la mano por el pelo.

-Tranquilo, solo ha sido un beso robado -dije y me di la vuelta para dirigirme a la mesa.

Seguimos ensayando durante una hora o quizá más. Después, me fui a mi casa a preparar la comida. De camino le mandé un WhatsApp a Raúl para decírselo. No me contestó ni me llamó, lo que me preocupó, pero no quería presionarle.

Vida inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora