Capítulo 3

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Me puse muy nerviosa ante aquella proposición y, aunque me temblaba la voz, dije:

-Si, acepto. Pero hay un problema.

Tan pronto como esbozó una sonrisa, ésta se le borró.

-¿Cuál?

- Pues que no sé cómo voy a hacer para pasar todas las tardes contigo. Mi madre no me dejará así como si nada.

-Pues le dices la verdad, que estamos saliendo. Seguro que lo entiende.

-Tú no sabes cómo es mi madre. Y además, ¿y todas mis amigas? Están por ti, lo sabes. Como se enteren se enfadaran conmigo.

-Para eso estoy yo, para defenderte. Me da igual lo que digan, estás conmigo y si les molesta, que se jodan. Además, si se molestan por una cosa así, es que en realidad no son tus amigas.

-Ya, pero...

No pude seguir, ya que me interrumpió con un beso, mi primer beso de amor.

En las siguientes (y últimas al fin) horas del día, Raúl se sentó en el pupitre contiguo al mio, lo que creó muchas sospechas en la clase. Todas mis amigas (las pocas que tenía) me preguntaron en el primer cambio de clase. La reacción a la respuesta fue totalmente opuesta a la que esperaba, aunque hubiera deseado igualmente que Raúl estuviera a mi lado, pero estaba en el baño.

Cuando vino, no tuve otro remedio que contárselo, ya que mis amigas empezaron a cuchichear cuando entró. Al terminar de decírselo, me miró fijamente sonriendo y, sin esperarmelo, me besó como nunca lo habían hecho. Sabía por qué había hecho aquello, pero no me importó porque me gustó tanto que me olvidé de dónde estaba durante ese momento, hasta que entró el profesor.

Al salir de clase me acompañó a casa y, sin saber cómo, también se quedó a comer. Estuvimos toda la tarde en mi cuarto, haciendo deberes y tonteando, hasta que llegó la hora de irse a la academia. A la salida, nos fuimos por el camino donde ocurrió la pelea. No me traía buenos recuerdos. Aún seguían allí algunos trozos de  cristal de la ventanilla esparcidos por el asfalto y la acera, aunque el coche dañado ya no estaba allí. Me estremecí ante los recuerdos y Raúl, al sentirlo, me abrazó fuerte y me besó en la cabeza. Esa noche no nos atacaron, pero sí sabía que nos vigilaban porque Raúl estaba todo el rato en tensión.

Me costó mucho despedirme de él cuando llegué a casa, pero me reconfortaba pensar que lo vería a la mañana siguiente. Cuando llegué a mi cuarto, me apresuré a cerrar la ventana y bajar la persiana antes de ducharme y cenar, ya que no me gustaba nada la idea de que pudiera haber alguien merodeando por mi casa mientras me duchaba. Aproveché que estaba sola en casa para poner música a todo volumen para distraerme un poco.

Al terminar, me puse ropa cómoda y bajé a la cocina a por algo para comer, pero allí me encontré con dos sorpresas: la más sorprendente era que ¡Raúl estaba allí, preparándome la cena!; y la otra era que mi madre me había dejado una nota explicando porqué no cenaba hoy en casa: ¡tenía una cita! Nunca creí que me pasarían estas cosas y menos, en el mismo día.

-¡Hola! -dice Raúl, sonriendo.

-Hola...-dije, un poco en shock

-¿Qué pasa? ¿No te gusta la sorpresa?

-Si, si. Me encanta, pero hay otra sorpresa -dije alzando la nota de mi madre.

-Ya, la he leído.

-Bueno, y ¿cómo has entrado?

-Mientras te duchabas. Le pedí a tu madre una copia de las llaves, pero le tuve que explicar lo que tenía pensado hacer para que no desconfiara. Como le gustó la idea, me las dio.

-Aahh, vale.

En ese momento, suena el horno y Raúl saca una pizza que olía riquísimo. Era de 4 quesos, mi preferida. La partió en trozos y la puso en un plato mientras que yo cogía dos vasos y una botella de Coca-Cola. Lo pusimos todo en una bandeja y la llevamos al salón. Pusimos la televisión y decidimos dejarla puesta en el canal 5, en la que estaba empezando "Toy Story 3". Me acurruqué junto a Raúl, con sus brazos encima de mis hombros apretándome contra él, y subí las piernas al sofá, para estar más cómoda. Estuvimos así toda la película. Cuando terminó era ya muy tarde y teníamos que madrugar a la mañana siguiente, así que Raúl me ayudó a recoger y, por insistencia, se quedó a dormir.

Me lavé los dientes y, cuando regresé a mi cuarto, Raúl ya había quitado los peluches de la cama y se había tumbado. Fui hacia él y me acosté en la cama, abrigándome con las sábanas. Él también se metió debajo de ellas poco después y aproveché para acurrucarme contra él, poniendo mi cabeza en su pecho. Podía escuchar los latidos de su corazón y acompasé mi respiración con ellos. Raúl me dio un beso en la cabeza y, tras escuchar un leve " Buenas noches, Mar", me dormí.

Era una habitación oscura, con apenas una pequeña ventana y una estantería llena de libros. Me levanté del suelo y me acerqué a ella para ver los títulos de los libros. No me sonaban muchos de ellos, sólo reconocí "El Mercader de Venecia" y "Cumbres Borrascosas". Fui a coger éste último cuando una puerta se abre y aparece una sombra como la del instituto. Empezó a acercarse y yo retrocedí hasta chocar contra la pared. Me agazapé, asustada, sentándome en el suelo y con las piernas dobladas, cubriendo mi cuerpo. Se acercó tanto, que pude verle esos ojazos azul celeste que atraían como un imán. Pero algo me alejó de ellos y no fue porque salió de la habitación.

Vida inesperadaWhere stories live. Discover now