Capítulo 9

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Cuando acabé no había llegado Raúl todavía, por lo que decidí ir a ducharme y lavarme el pelo, ya que quería rizármelo, por lo que tardaría más. Pero antes le mandé un WhatsApp a Raúl diciéndoselo:

"Raúl, me voy a meter en la ducha, así que cerraré la puerta. Te dejo las llaves degajo del esterillo para que puedas entrar"

Tras comprobar que se había enviado, me desvestí y me metí en la ducha. Mientras me duchaba le dí mil vueltas al armario buscando algo que conjuntara bien. No pensé en nada decente hasta que acabé de ducharme.

Cuando salí del cuarto de baño en pijama y con el pelo liado en la toalla, me encontré con Raúl en mi cuarto, con mi armario abierto y algo de ropa encima de la cama.

Ya se había arreglado para salir esa noche. Se había puesto un jersey de color clarito, con una camisa celeste debajo, un pantalón vaquero y unas zapatillas a juego con el jersey. El pelo lo tenía igual que antes de que se marchara, con el flequillo hacia la derecha, solo que ahora se había echado un poco de gomina.

-Hola -dije asombrada de verle ahí.

Al escucharme, se dio la vuelta y me miró de arriba a abajo, lo que hizo que me pusiera colorada.

-Estás muy sexy -dijo con una sonrisa pícara, provocando que me ardieran más las mejillas.

Nerviosa, miré hacia el suelo y cambié de tema.

-¿Cuándo has llegado?

-Hace poco. No quería interrumpirte la ducha, así que me puse a buscar en tu armario algo que conjuntara un poco con lo mío. Como no he encontrado nada, he elegido eso -dijo señalando la cama.

Avancé hasta allí  me quedé mirando la ropa que había encima. Me quedé atónita al ver que era la misma que yo había pensado ponerme mientras me duchaba: mi americana coral, una camisa blanca lisa y unos pantalones marrones ajustados.

-Los complementos y los zapatos los eliges tú.- Se dio la vuelta para mirarme tras decir eso. Al verme de pie sin moverme dijo- Si no te gusta, lo puedes cambiar, que no me voy a enfadar.

-No, no es eso. ¿Me has leido la mente o algo? Es que es la misma ropa que había pensado.

- Ah, ¿si? Eso significa que tenemos gustos parecidos.

-Pues si. Bueno, voy a arreglarme el pelo, ahora salgo.

-Vale. ¿Puedo utilizar tu ordenador mientras?

-Si, claro. Enciende el rooter si quieres internet.

Tras decir esto, cerré la puerta del cuarto de baño y me puse a rizarme el pelo. No salí de allí hasta que no estuvo recogido. Cuando salí, Raúl estaba todavía con el ordenador, pero ya lo estaba apagando.

-¿Puedo pasar al baño mientras te vistes?

-Si, por supuesto. Pasa.

Miré el reloj antes de cambiarme. Las 21:35. Como tenía tiempo, no me dí mucha prisa en cambiarme. Estaba poniéndome la camisa cuando Raúl salió. Se quedó mirándome, pero no dijo nada. Se sentó en la cama y no dijo nada hasta que acabé de maquillarme. De complementos me puse el collar y las pulseras que me regalaron por mi cumpleaños, el reloj que me compró mi madre por navidad y unos zapatos beige con un poco de cuña.

Cuando iba de camino a mi escritorio, para coger dinero, Raúl me cogió del brazo derecho y tiró de mí hacia él. Esto hizo que mi cuerpo y mi cara se quedaran a muy pocos centímetros del suyo. Pasó sus manos por debajo de mi camisa, sujetándome por la cintura. Después me miró a los ojos y me dijo en un susurro:

-Estás preciosa.

Tras decir esto, sus labios buscaron los míos. Se unieron en un beso intenso, lleno de pasión y de angustia y necesidad, añoranza. Mis manos volaron hasta su nuca, empujándolo hacia mí. Mi cuerpo empezó a sentir ese cosquilleo, esa ansia de él, de su cuerpo. Pero todavía no, no estaba preparada para eso. Sus manos empezaron a desabrocharme los botones, pero le paré antes de que siguiera.

-No, ahora no. No es el momento -dije, jadeando en sus labios.

-¿Por qué no?

-Porque nos están esperando y no me gusta llegar tarde.

-¿Y si no vamos?

-No, porque tengo ganas de salir esta noche, divertirme, celebrar lo del juicio,¿vale? -dije poniendo mis manos en su cara y acercándola a la mía.

-Esta bien... Salgamos.

-Te quiero -dije sonriendo de oreja a oreja. 

Le dí un beso fugaz y me dirigí a donde inicialmente iba. Cogí dinero, me puse la chaqueta y tras meter mi móvil y la cartera en el bolso, salimos.

Cuando llegamos, Alicia y Alba ya estaban allí. Nos fuimos a cenar a una pizzería que estaba al lado del parque en el que habíamos quedado. Nos sentamos en la terraza y esperamos a que nos atendieran. Raúl  y yo pedimos una pizza de cuatro quesos, nuestra preferida; Alicia, de kebab; y Alba, una margarita. Cuando terminamos de comer nos fuimos a un pub cercano de allí. Cuando llegamos estaban Laura y unas compañeras de hockey celebrando la victoria. Alicia me invitó a un chupito de tequila y Raúl se unió a nosotras. Sabía un poco fuerte, pero el limón lo hizo soportable. Tras el segundo, decidí tomarme un ponche caballero para  suavizar lo anterior. En cuanto me lo terminé, empecé a notar el calor del alcohol expandiéndose desde el estómago. Justo en ese momento, una pareja se levantó y dejó dos taburetes libres. Los cogí y me senté en una de ellas y le dí el otro a Raúl para que se sentara en frente mía. Nos sentamos de tal forma en la que una de mis piernas quedaba entre las suyas y viceversa. Nos cogimos las manos, entrelazando los dedos y nos miramos a los ojos durante unos segundos.

-Esta noche duermes conmigo, ¿no?- le dije a Raúl.

-¿Lo dudabas?- dijo levantando una ceja.

Me acerqué más a él, sentándome en el filo del taburete y puse nuestras caras a pocos centímetros de distancia. Él acercó más su cara, apoyando su frente y su nariz contra los míos y sin dejar de mirarme. En ese momento, se me vinieron un montón de recuerdos a la cabeza: el día que conocí a Raúl, cuando hablé con él por primera vez, cuando me dí cuenta de que me gustaba, cuando me salvó la vida y luego le salvé yo a él, aquella hora en su lugar secreto... Conforme iban pasando las imágenes por mi cabeza, los ojos se me iban llenando de lágrimas y éstas caían por mi cara hasta llegar a la barbilla, donde caían y aterrizaban en mi pantalón. No fui consciente de que esto sucedía hasta que Raúl me despertó del pequeño trance.

-¿Qué pasa, Mar? ¿Por qué lloras?

Vida inesperadaWhere stories live. Discover now