Capítulo 10

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¿Llorando? Me pasé una mano por la mejilla y noté que estaba húmeda

-No lo sé, sólo pensaba en...

-¿En qué?¿En qué pensabas?

-Nada, nada.

Raúl se quedó mirándome unos segundos y luego dijo:

-¿Y si salimos a la calle?

Asentí con la cabeza y nos levantamos de allí. Me cogió de la mano y tiró de mí. Cuando salíamos, nos encontramos con Alicia que me miró preocupada al ver que tenía los ojos rojos. Después miró a Raúl y éste negó con la cabeza.

Nos sentamos en un banco, aún cogidos de la mano.

-¿En qué pensabas? Dímelo.

Me dí por vencida y se lo conté. Cuando llegué a la parte de mi abuela, me acercó a él y me abrazó. Levanté la cabeza, buscando sus labios con los míos. Se juntaron en un beso tierno y tranquilizador. Tras esto, apoyé mi cabeza en su hombro. Estuvimos un rato así, hasta que empezó a hacer frío. Cuando estábamos rodeando el banco, apareció Alicia por la puerta.

-Chicos, ¿os apuntáis a una coctelera?

Raúl y yo nos miramos y nos encogimos de hombros.

-¡Vale!

La coctelera contenía una mezcla de vodka, ginebra, tequila y licor de mora. Cuando me tragué aquel chupito, se me quedó una sensación de ardor en la garganta que no se pasó hasta minutos después.

Miré el reloj para saber qué hora era y me sorprendió bastante ver que eran las una de la madrugada. ¡Qué rápido se me ha pasado la noche!

-¿Quieres que nos vayamos ya? -me dijo Raúl, que debía de haberme visto mirar el reloj.

-Sí, se ha hecho tarde. Creía que era más temprano.

Me dí la vuelta y llamé a Alicia.

-¿Ya os vais? -nos dijo apenada.

-Sí, es bastante tarde ya. Gracias por todo.

-Nada, mujer. Cuando quieras, quedamos otra vez.

Tras decirme esto, nos dimos un abrazo y dos besos de despedida.

Terminé de despedirme de las demás y nos fuimos.

Hacía frío en la calle, pero era soportable. Fuimos en silencio todo el camino, con su brazo echado por encima de mis hombros.

Eché el cerrojo al cerrar la puerta, para estar más seguro. Dejé el bolso y la chaqueta colgados en la entrada, cogí el móvil y me fui a mi habitación. Miré por si tenía alguna notificación, pero como no había, lo solté en la mesita de noche. Raúl salía del cuarto de baño cuando me estaba desabotonando la camisa. Se acercó sigilosamente por detrás y me quitó la camisa, como si me estuviera quitando una chaqueta. La tiró al suelo y me tiró de un brazo, haciéndome girar. Lo miré a los ojos y él me puso las manos en la cintura, acercándome hacia él. Yo levanté los brazos y entrelacé los dedos detrás de su cabeza.

-Ahora tenemos tiempo y nadie nos está esperando -dijo acercando nuestras cabezas.

-Es verdad.

Bajé los brazos, cogí su jersey por la parte de abajo y tiré de él hacia arriba, quitándoselo y dejándolo sin ropa de cintura para arriba. Pero, ¿no llevaba una camisa? Miré el jersey y vi que eran el cuello y los puños de una camisa cosidos al jersey.

-Ahora estamos en iguales condiciones -dije, sonriendo.

Él retrocedió hasta la cama, me cogió y nos dejó caer, con él encima de mí.

-¿Estás segura?

-Tan segura como de que te quiero.

Sonrió y me besó apasionadamente, despertando en mí esa llama de pasión que llevaba encendida desde hace días. Empecé a llenarme de esas ganas de él, de su cuerpo, de nuevo, pero esta vez sabía que nada ni nadie nos interrumpiría.

Lo acerqué más a mí y rodeé sus caderas con mis piernas. Este acto parece que funcionó como un detonante. Empezó a desplazar sus besos hacia mi cuello y movió sus manos por mi vientre hasta el pantalón. Desabrochó el botón lentamente y los deslizó hasta mis rodillas, desde donde yo terminé de desprenderme de ellos. Desplazó sus manos por mis caderas hasta mi espalda y metió sus manos debajo de mi ropa interior.

Bajé mis manos por su pecho, dibujando el contorno de sus músculos, hasta llegar al borde del pantalón. Mis dedos desabrocharon el botón y lo empujé hacia abajo. Debajo de éste llevaba unos bóxer grises con la goma negra.

no paraba de besarme, entrelazando su lengua con la mía. No quería que parara, ni quería separarme de él. quería pasar todas las noches así, con él, abrazados, besándonos, como si nada pasara y tuviéramos toda la vida por delante. Pero eso no lo sabíamos

El sonido de mi sujetador al desabrocharse me volvió a la realidad. me desprendí de él y lo lancé fuera de la cama. Seguimos besándonos y nos terminamos de quitar la poca ropa que nos quedaba. 

No me podía creer que lo estuviera haciendo y menos, que fuera con él.

*       *       *       *       *

Me desperté en mitad de la noche. Sin abrir los ojos, alargué el brazo, esperando toparme con el cuerpo de Raúl, pero no fue así. Asustada de que todo hubiera sido un sueño, abrí los ojos y me incorporé, para poder mirar mejor por la habitación. Cuando llegué a donde estaba el cuarto de baño, vi que salía un rayo de luz por debajo de la puerta. Justo cuando fijé la mirada, se abrió y salió Raúl vestido sólo con sus bóxer. Estaba realmente sexy.

-¿Qué haces despierta? -dijo, mirándome extrañado.

-Nada. Me desperté y, como no estabas, me asusté.

Avanzó hasta la cama.

-¿Qué hora es? - Le dije mientras se metía en la cama.

-Son las cuatro y media. -dijo- Anda, ven aquí.

Levantó sus brazos y tiró de mí hacia él. Posé mi cabeza en su pecho, y mi mano se dejó caer sobre su vientre. Uno de sus brazos pasaba por debajo de mi cintura, desde donde me empujaba hacia él. Su mano, en mi espalda, trazaba dibujos. La otra, bajaba y subía por mi antebrazo.

-Duérmete y descansa un rato. Cuando despiertes, seguiré aquí. -me prometió.

Y eso hice.

Vida inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora