Capítulo 6: Gremel.

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Después de horas de caminata sin descanso bajo el manto de la noche, un pequeño rayo de luz se cruzó en mis ojos, el cual terminó multiplicándose cuando nos subimos a las ramas de un árbol no muy lejos de nuestro destino

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Después de horas de caminata sin descanso bajo el manto de la noche, un pequeño rayo de luz se cruzó en mis ojos, el cual terminó multiplicándose cuando nos subimos a las ramas de un árbol no muy lejos de nuestro destino. Delante de nosotros se encontraba lo que parecía ser una villa completamente descuidada rodeada de altos muros de piedra caliza.

—Es imposible. —murmuré al ver a los guardias que custodiaban el lugar, quienes vigilaban los alrededores portando orgullosamente armas de fuego. —Se prohibieron tan pronto Eternea se consolidó, se abolieron todas las fábricas y se quemaron lo planos. —agregué bastante sorprendida.

—Mi querida señorita, no es por ofender, pero creo que usted es el ejemplo en vida de que todo es posible. —comentó Livius luego de soltar una risita. —Los Negavits son bastante astutos y eficientes, no me sorprendería que hayan podido rescatar unos cuantos planos y crear sus propias fábricas clandestinas. —confesó con algo de burla.

—Ya veo. —atiné a decir con incredulidad, llenándome de preocupación por dentro.

—Aun con todo eso no podrán evitar que nos llevemos ese libro hoy. —afirmó Bhaltair con seguridad. —Empecemos con esto. —ordenó, a lo cual rápidamente asentimos.

—¡Muy bien! Nos vemos dentro de un par de minutos. —se despidió Anastasia antes de saltar de la rama en donde estaba.

Con tan solo poner un pie en el suelo una suave, delicada y armoniosa canción comenzó a salir de los labios de la muchacha, cada palabra pertenecía a un idioma que no comprendía, aun así, la melodía era lo suficientemente relajante como para marearte. Este efecto parecía ser aún más fuerte para las personas que custodiaban la parte delantera del lugar, quienes hipnotizados se acercaron a la castaña, quien con una simple seña logró que sea arrodillaran ante ella.

—Es nuestro turno. —afirmó el licántropo, segundos antes de que empezáramos a desplazarnos por los arboles hasta la parte trasera del lugar.

—¿Es seguro dejarla sola? —pregunté inquieta al escuchar como detrás de nosotros provenían sonidos de disparos y choques de espadas.

—Oh, mi hermosa señorita. No hay nada de qué preocuparse. —contestó el elfo coquetamente. —Anastasia solo se está divirtiendo un poco, a menos que deje de cantar, puede estar completamente tranquila. —explicó con cierto aire de satisfacción.

—Entiendo. —susurré arqueando una ceja ante las extrañas reacciones del muchacho.

Al llegar a la parte trasera, Livius sin esperar ordenes de su capitán saltó el gran muro que dividía la propiedad con mucha agilidad, pues él era el encargado de explorar superficialmente el panorama interior de la mansión. Cuando volvió nos dijo exactamente lo que el licántropo había predicho, todos estaban muy ocupados con Anastasia en el jardín delantero.

Sin perder el tiempo entramos sigilosamente al lugar llevándonos la sorpresa de que todo se veía diferente al exterior, era extremadamente pulcro y hasta acogedor.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now