Capítulo 16: Monstruo.

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—Jefe, tiene una visita

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—Jefe, tiene una visita. Se encuentra en su oficina. —Bhaltair miró con curiosidad a su asistente al escucharlo.

—¿De quién se trata? —preguntó el licántropo arqueando una ceja.

—No puedo decirle. —respondió el joven muchacho marchándose de allí, evadiendo cualquier posibilidad de revelar la identidad de aquel misterioso visitante.

Sin perder el tiempo, el de ojos dorados se dirigió al lugar designado reconociendo rápidamente a la persona que se encontraba ahí, quien se giró para verlo con algo de sorpresa. Era inconfundible: su brillante cabello carmín se movía un poco a medida que ella se levantaba de su asiento y caminaba hacia él, sus ojos de apariencia abstracta lo inspeccionaban minuciosamente. Su vestimenta era más simple de lo usual, pero, no dejaba de lado su aire noble con aquellas tonalidades negras y doradas.

—M-Mi princesa. —tartamudeó el pelinegro nervioso por la cercanía de la muchacha. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que estaba en este lugar? —

—Vine a verte, por supuesto. —dijo ella riendo un poco por la actitud del contrario. —Un día mientras hablaba con Livius se le escapó el hecho de que era tu empleado aquí en el gimnasio, así que no fue muy difícil encontrarte. —explicó con gracia

El ceño de Bhaltair se frunció un poco. Tan pronto viera a ese maldito elfo le daría la reprimenda de su vida.

—Agradezco que quieras verme, aun así, no deberías estar aquí, menos el día de hoy. —declaró el hombre llevando su mano a la mejilla de la bruja.

—¿Por qué no? —indagó confundida, dejándose llevar un poco de las caricias que su pareja le proporcionaba.

—No creo que un gimnasio lleno de hombres sea el primer lugar que debería visitar una princesa el día de su cumpleaños. —explicó el mayor remarcando las palabras "hombres", "princesa" y "cumpleaños".

—Puede que tengas razón. —admitió la de pelo carmín. —No obstante, ahora mismo lo que menos quiero ser es una princesa con una estrepitosa fiesta llamando la atención. Tan solo quiero celebrar con tranquilidad mi decimonoveno cumpleaños. —afirmó sosteniendo la mano que reposaba en su mejilla. —A parte, no es mi culpa que mi novio sea el dueño de un gimnasio, así que no hay nada de malo en que venga a visitarlo a este sitio a primera hora de la mañana. —le reprochó con un semblante ligeramente molesto, pues se había percatado de que nuevamente el lado más posesivo del contrario trató de salir a la luz.

—Lo lamento. —se disculpó al darse cuenta de su actitud. —En ese caso, tomaré una ducha y me cambiare, luego de eso, estaré a tu total merced. ¿De acuerdo? —sugirió él, recibiendo un asentimiento de la chica.

Ambos se quedaron mirando por unos segundos antes de unir sus labios en un apasionado beso que demostraba lo mucho que se habían extrañado, llevaban más de tres días sin verse o saber del otro debido a sus deberes con y para la casa Ainsworth.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now