Capítulo 20: Consecuencias.

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—¿Qué ha pasado aquí?  —susurré observando consternada a mi alrededor

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—¿Qué ha pasado aquí? —susurré observando consternada a mi alrededor.

La capital se había reducido a cenizas y escombros, el aire estaba cargado con un penetrante olor a hierro que provenía de la sangre desparramada por el suelo. Lo que más llamaba la atención eran los cadáveres regados por doquier: niños, adultos y ancianos; todos estaban muertos por igual.

—Bhaltair, detente por un momento. —le pedí al licántropo, con la intención de ver todo más tranquilamente.

Al poner los pies en el suelo comencé a caminar sin una dirección establecida, con mis ojos paseándose por cada uno de los pálidos cuerpos que reposaban en el suelo. No solo se trataba de vampiros, sino que la gran mayoría eran negavits, por sus expresiones podía notar que no lo habían pasado nada bien en sus finales.

"Hay tanta gente involucrada en esto que no entiende ni un ápice de lo que pasa."

Me estremecí al recordar esas palabras, lo que me llevó a preguntarme cuanto de verdad había en ellas. Aunque el escenario en el que me encontraba me gritaba a gritos que eran totalmente ciertas.

Por la ropa que vestían la gran mayoría de los cadáveres supuse que eran gente bastante simple, así que poco o nada habrían podido saber del porque ahora estaban involucrados en una guerra. Para ellos, nosotros éramos los malos y viceversa, sin embargo, ¿Realmente había buenos aquí?

Nos estábamos matando los unos a los otros por algo que solo los de alto rango teníamos consciencia, sin importar quién era, solo nos fijábamos en su procedencia para arrebatarle la vida. ¿Cómo podía el Imperio de Eternea declararse bueno cuando nuestros guardias mataban a diestra y siniestra a todos los que consideraban malos sin importar que tuvieran la edad para hacer algo? ¿Cómo los negavits podrían pintarse como los buenos cuando irrumpían nuestra paz para conseguir la suya mediante una carnicería abrumadora?

—Te ves disgustada. —comentó Bhaltair colocándose a mi lado.

—Porque lo estoy. —afirmé soltando un suspiro. —He sido tan tonta e ingenua durante toda mi vida que nunca me percaté de tan obvia verdad. Nosotros, el Imperio de Eternea es tan culpable de esta situación como nuestros enemigos, pero aun así nos empeñamos con creces en pintarlos como la razón de nuestros problemas. ¿Dónde ha quedado el honor con el que contaba esta nación? —me crucé de brazos frunciendo el ceño. —He sacrificado más de lo que me gustaría para protegerla, pero ahora siento que he cometido un error. —una mueca de tristeza se formó en mis labios mientras recordaba todo los que me había dicho Edmond.

—Entonces, no luches por el Imperio. —afirmó Bhaltair colocándose delante mío. —Lucha por la gente que vive en él, tú gente. —agregó señalando mi pecho con su hocico.

Como siempre, mi relicario estaba allí colgando desde mi cuello. Al abrirlo, las bellas imágenes de mi familia y todos los miembros de la casa Ainsworth me iluminaron los ojos y una sonrisa se pintó en mis labios.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now