Capítulo 10: El Festival de la Gloria.

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La capital de Eternea emanaba un aire festivo, cada calle estaba hermosamente decorada entregándole a los ciudadanos un deleite visual acompañado de una alegre melodía que provenía de los mejores músicos del imperio

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La capital de Eternea emanaba un aire festivo, cada calle estaba hermosamente decorada entregándole a los ciudadanos un deleite visual acompañado de una alegre melodía que provenía de los mejores músicos del imperio. Los niños corrían tomados de la mano y con una notable emoción por conseguir un buen lugar para ver el desfile de apertura, algo que los adultos buscaban con más calma.

Las trompetas anunciaron el inicio del desfile, exactamente a las nueve de la mañana. Quien lo encabezaba era nada más y nada menos que el mismísimo emperador, quien elegantemente saluda a todos con un semblante neutral. Algunos recibían este saludo con agrado, otros tan solo negaban y chismoseaban sobre la ausencia del príncipe en el Gran Festival de la Gloria.

Luego del gobernante seguían los organizadores de aquella festividad: el gran ducado Ainsworth. Aunque, quien se había encargado de todo por primera vez era la más joven de la familia, pues, como futura duquesa, sería su trabajo ser quien coordine la celebración de la fundación y prosperidad de su nación.

La pequeña familia comenzó a buscar con la mirada a dos personas que no tardaron en encontrar a lo lejos, momento que aprovecharon para guiñarles un ojo con una sonrisa, recibiendo el mismo gesto como respuesta.

—Nunca pensé que Livius y Anastasia fuesen tan buenos actores. —comentó el hombre de hebras café viendo con diversión a la "familia Ainsowrth".

—Me alegra que lo sean, si fuese lo contrario, no podríamos experimentar el festival a su máximo esplendor. —habló la muchacha de cabello ondulado y ojos violetas.

—Me parece curioso que quieras hacerlo de este modo, tomando en cuenta que es el primero que organizas pensé que te habría gustado estar allí. —confesó el mayor señalando la carroza del ducado que iba desapareciendo de su vista poco a poco.

—En un inicio lo pensé, no obstante, si quiero vivir de primera mano todo los errores y cosas buenas que hice en la organización, no puedo hacerlo como una noble. ¿No cree señor Dorian? —argumentó la chica burlonamente, cruzándose de brazos y piernas

—Tienes toda la razón Cas...Rosemary. —contestó el vampiro algo irritado, sacándole una carcajada a su hija. —¿Qué te parece si comenzamos desde ya? —sugirió poniéndose de pie para tenderle la mano a su acompañante, quien la acepto con una gran sonrisa en sus labios.

Fue un día realmente fabuloso para ambos, era imposible no contagiarse de la buena vibra que la gente emanaba. Se detuvieron en cada puesto que vieron, compraron muchas cosas y no pararon de saborear todos los platillos que los animados vendedores les ofrecían.

Para la sorpresa de Castalia todo estaba saliendo de maravilla, al parecer, había aprendido muy bien de todos los años que observo cuidadosamente a su padre organizando el evento.

—¿Esto era lo que te imaginabas mientras organizabas el festival? —preguntó Edward cuando su hija lo encaró nuevamente luego de dar un par de vueltas sobre sí misma.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now