Capítulo 7: Traición.

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—¡Castalia! —pegué un brinco al escuchar mi nombre, llevé la mirada hasta Bhaltair quien tomó mis manos con preocupación

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—¡Castalia! —pegué un brinco al escuchar mi nombre, llevé la mirada hasta Bhaltair quien tomó mis manos con preocupación. —Necesita parar ya, no arreglara nada haciéndose esto. —agregó dolido.

En ese instante me percaté de que las uñas de mis dedos estaban completamente carcomidas, al punto de algunas sangraban. Hasta ese momento no me había percatado de lo doloroso que era, me sorprendía lo muy metida que estaba en mis pensamientos hace unos segundos.

—Duele. —murmuré empezando a llorar.

—Por supuesto que lo hace. —afirmó el licántropo soltando un suspiro antes de buscar el botiquín de primeros auxilios que se encontraba en el auto para vendar mis dedos.

—No puedo creer que Vasile incrimine a mi padre de semejante manera. ¡Es un sinvergüenza! —exclamé molesta, viendo por el rabillo del ojo aquella detestable carta arrugada que me había amargado el día.

—¿Escuchaste? El duque Ainsworth ha sido acusado por traición. —detuve en seco mi caminar por la capital de la Región Sur al oír aquello. ¿Acaso había escuchado mal?

De pronto, un niño vino corriendo hacia mi dirección, por su uniforme y la bolsa que llevaba colgando de un lado me indicaba que trabajaba en la oficina de correos.

—¿Es usted la princesa Castalia Ainsworth? —preguntó revisando el sobre negro con detalles dorados que tenía entre manos.

—La misma. —contesté dulcemente antes de que me entregara aquel sobre con una sonrisa para luego marcharse.

Aquellos colores distintivos me indicaban que era una carta del palacio, aunque esta vez se trataba de una escrita por el puño y letra del príncipe heredero, quien tras muchas formalidades me exhorto acudir a su morada lo antes posible para hablar de la situación de mi padre y el ducado.

—Ese maldito. —maldije molesta apretando entre mis manos la carta.

—Entiendo su frustración alteza, pero alterada tan solo nublara su mente y no llegara a nada. —comentó el de ojos dorados, a lo que yo lo observe incrédula por unos segundos antes de suspirar.

—Supongo que tienes razón. Lamento mi comportamiento. —me disculpé avergonzada. —Realmente me agobia está situación, nunca he vivido una similar. —confesé echando la cabeza hacia atrás.

—En ese caso debe relajarse y afrontarla justo en el instante que se presente, no sabe que se trae el príncipe heredero entre manos, por lo que no servirá de mucho mortificarse pensando en miles de escenarios que probablemente no vivirá. —explicó al finalizar de vendarme los dedos. —Usted es sabia y perseverante, estoy seguro de que será capaz de salvar al duque. —agregó.

—Gracias Bhaltair. —una sonrisa se pintó en mis labios al decir aquello, provocando que el contrario chasqueara la lengua con cierto fastidio antes de reincorporarse en su asiento e ignorarme por el resto del camino.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now