Capítulo 14: Amoret.

19 6 12
                                    

Cuando la luna se encontraba en lo más alto del cielo nocturno, Castalia colocó su bolígrafo sobre su escritorio y se reposo en su asiento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando la luna se encontraba en lo más alto del cielo nocturno, Castalia colocó su bolígrafo sobre su escritorio y se reposo en su asiento. Dejo salir un largo suspiro a la par que cerraba los ojos, tratando de calmar la incómoda sensación de su pecho, que tan solo se agravaba a medida que la mansión se volvía cada vez más silenciosa.

No podía comprénderlo, aquellos momentos de soledad eran sus favoritos trabajar ya que podía pensar con tranquilidad. Pero ahora, solo le provocaban inquietud, una ansiedad tan grande que nublaba su mente con un millón de atrocidades.

Una pequeña lagrima se deslizó por su mejilla derecha, no obstante, la secó rápidamente al escuchar unos ligeros golpes en la puerta. Caminó hasta ella algo extrañada por la presencia de alguien a tan altas horas de la noche. Al abrirla se topó con la pequeña princesa Ainsworth con una manta y una almohada entre sus brazos.

—¿Calista? —la nombró la bruja con sorpresa al verla allí. —¿Qué haces aquí? ¿Ocurrió algo? —la interrogó colocándose a su altura, notando como sus ojos reflejaban temor.

—T-Tuve una pesadilla. —contestó la más joven temblando ligeramente. —¿P-Podría dormir contigo? Solo sería esta noche. —pidió con los ojos cristalizados, apretando con fuerza las cosas que llevaba en sus delicadas manos.

—Por supuesto que puedes, de hecho, las veces que sea necesario. —respondió la mayor con dulzura mientras se ponía de pie. —Vamos. —dijo con una sonrisa en sus labios tendiéndole la mano, que rápidamente fue tomada por la contraria. —Por cierto. ¿Podría saber de qué trató tu pesadilla? —preguntó una vez estuvieron acostadas en la cama.

—Papá y tú...Murieron asesinados. —soltó la niña, mirando distantemente al techo. —Sus cuerpos estaban sobre mi regazo mientras yo trataba de que volvieran, pero en ese momento mamá apareció para llevarme de nuevo a ese cuarto horrible. —un escalofrió recorrió su pequeño cuerpo, provocando que sus labios se torcieran. —Pero, yo sé que tú nunca permitirías eso. ¿Verdad? —Castalia se quedó observándola por unos segundos antes de sonreír y asentir.

—No permitiré que te haga daño, ni a ti ni a nadie. Te lo prometo. —susurró dulcemente envolviéndola en sus brazos.

La habitación quedo en silencio, uno que le permitió a Calista caer dormida en un instante. Por otro lado, tan solo permitía que los pensamiento de Castalia le carcomieran la cabeza una vez más.

¿Acaso le había hecho una promesa demasiado grande a su hermanita? Protegerlos a todos de su propia madre era una hazaña bastante difícil de lograr, tal vez podría proteger a unos cuantos, incluso se sentía incapaz de hacer eso último. A pesar de tener todo para lograrlo, de cierta manera sentía que no le servía de nada cuando se trataba de Charis.

Entre su propio mar de ansiedad, la mayor terminó cerrando los ojos, dejando que sus preocupaciones la arrastren hasta quedarse dormida.

Cuando despertó ya no se encontraba en sus cómodos aposentos, estaba de rodillas en la sala del trono de Razvan. Sin embargo, a diferencia de la última vez, ahora no era más que un lugar hecho añicos y un almacén de cadáveres, de hecho, uno de esos cuerpos era él mismo y se encontraba justo delante de la muchacha. A su lado se encontraba Amoret con la mirada vacía y una expresión distante.

La Bruja de Sangre.Where stories live. Discover now