Capítulo 13: Confusión e Ignorancia.

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Castalia soltó un largo suspiro tras darle un sorbo a su taza de té

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Castalia soltó un largo suspiro tras darle un sorbo a su taza de té. Miró a su alrededor deleitando su vista con las bellas flores que adornaban el jardín de su mansión, el aroma que desprendían era agradablemente embriagador. El sonido de la fuente que se encontraba en la entrada de su hogar llegaba a sus oídos, acompañado del cantar de las aves.

Tras largos meses de trabajo y esfuerzo, todo en la casa Ainsworth se encontraba en paz. Parecía como si los acontecimientos de meses atrás tan solo formaran parte de una pesadilla pasajera, de no ser por su apariencia se atrevería a creerlo.

Le dio un sorbo a su bebida sintiéndose extraña, su vida de cierta manera volvió a la normalidad: asistir a eventos sociales, tomar sus lecciones en diversos temas, trabajar por el bien de la nación, estudiar todas las noches todo lo relacionado a su poder. Tal vez hubo uno que otro cambio, no obstante, ninguno era demasiado relevante.

—¡Hermana! —la bruja salió de sus pensamientos al escuchar aquel llamado.

Bueno, tal vez sí hubo un cambio notable. Aquella pequeña de ocho años, con su hermoso cabello ondulado color carmín y grandes ojos dorados. Ella era la nueva integrante de la familia Ainsworth. Quien con emoción corría hacia Castalia sosteniendo una hoja de papel mientras era perseguida por Livius.

—Hola, Calista. —saludó la mayor a su hermana menor, recibiéndola en sus brazos con un afectuoso abrazo. —¿Cómo te fue en tus lecciones de hoy? —preguntó acomodando a la más pequeña sobre sus piernas.

—¡Muy bien! —respondió ella sonriendo ampliamente. —De hecho, hice este dibujo para ti. —agregó entregándole la hoja de papel a la contraria, que rápidamente comenzó a inspeccionarla.

Era un dibujo simple de trazos algo chuecos. En él resaltaban los hermosos jardines de la mansión, pero los personajes principales eran nada más y nada menos que su padre y ella misma sosteniendo las manos de la niña.

—Es precioso. —susurró Castalia abrazando el pedazo de papel contra su pecho. —Muchas gracias. —habló mirando a la más joven a los ojos mientras acariciaba su cabello.

—Me pone feliz que te guste. —contestó Calista sonriendo ampliamente, algo que llenó de alegría el corazón de la bruja.

Meses atrás era imposible imaginar a esa pequeña con una sonrisa en sus finos labios, su mente estaba quebrada gracias a las infinitas torturas que Charis realizo sobre ella para fortalecer la pizca de poder que se había quedado tras utilizar a su recipiente personal. A parte de sus doctores, Edward, Esdras y su hermana mayor, nadie podía acercarse a ella en un principio, si lo hacían entraba en un estado errático en el que no paraba de gritar y llorar muerta del miedo.

Fue bastante fácil eliminar las heridas de su cuerpo, pero, aquel daño que sus padres biológicos causaron con sus palabras y acciones habían calado muy profundo. Todos en aquella mansión debieron armarse de paciencia y amor para demostrarle que el mundo no estaba diseñado para hacerle daño.

La Bruja de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora