Uno.

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¿Quieres té?


La luna observaba a su planeta tomar te en su típica hora del té, algo que la luna no entendía al cien por ciento, ¿por qué tomarse un momento para beber solo té? Luna estaba confundida, pero para no molestar a su planeta no decía nada y solo observaba.

El hecho de que su planeta pudriera recrear lo que sus terrícolas hacían era increíble, obviamente gracias a él podían tener lo que tenían. Era uno de los cuantos trucos que el planeta podía hacer, era como si el se lo hubiera enseñado o el planeta ya sabía hacerlo desde hace mucho antes de que estos lo descubrieran.

O quizás solo harté de magia…las leyes de la física no son algo que ellos respeten mucho.

Aún eran muchos los años que tenían las tazas de té. La Tierra siempre guardaba las mismas tazas de té conservándola, y sobre de como hacia el té era bastante fácil, solo ponía un poco de su agua a hervir y usaba unas plantas extrañas hasta volverlas unas pequeñas cenizas.
Eso pensaba el pequeño satélite con duda. Mirando a su planeta todavía.

–Luna, ¿que miras?—en eso el satélite salió de sus pensamientos.

–e-ehh…eeeh…—su mirada dio al otro lado del espacio infinito.—nada…—Dijo como única excusa.

–…¿Acaso quieres té?—pregunto enseñándole la taza de té a la luna.
–…eeh-ehh…—miro la taza por un momento.—¡s-si! Me encantaría—Dijo sonriente.

La Tierra le dio la gran taza de té a las manitos de luna, Luna empezó a tomar un poco, era la primera vez que tomaba te, y apenas sintió el sabor en su boca su lengua se quemó, luna escupió fuertemente la sustancia dando a la ropa de tierra.

–¡LUNA!—Rápidamente su espacio cómodo había sido interrumpido, la tierra se levantó y empezó a ver su ropa toda manchada.

–…¡p-perdón! ¡Tierra perdón! ¡No sabía que estaba tan caliente!—luna intento llamar la atención de su planeta pero este seguía enojado.

–¿Perdón? Oh por favor luna, ¡Manchaste mi ropa favorita!—tierra miró a su luna con el ceño fruncido.

Luna miro la ropa de su planeta y se sintió terriblemente mal. Había arruinado la ropa favorita de su planeta y esa no era su intención, le dolía la lengua y el núcleo por los gritos de su planeta.

–…¿como eres tan tonto luna?—su mirada era fría y molesta, no era la primera vez que veía a su planeta así, pero le dolía de todas formas.

–…N-no era mi intención…—Su voz se empezaba a quebrar.

–¡Ni se te ocurra llorar luna!, por los anillos de Saturno eres como un niño.—decía sin morderse la lengua con sus palabras tan crueles.

Luna mordía su labio para que no salieran las lagrimas de pena. Pero era inevitable la tristeza y angustia no era algo que se pudiera evitar.

–…perdón…p-perdóname tierra…—Se limpiaba las lagrimas con las mangas de su ropa.

–cállate, ya hiciste suficiente.—dijo para dar media vuelta y irse de su órbita a quien sabe dónde.

Luna quedó solo en la zona de ricitos de oro. Solo, completamente solo, tierra sabía perfectamente lo que la luna sentía si se quedaba completamente solo sin nadie que lo acompañara. Se sentía inseguro sin la presencia de su planeta.

Luna respiraba y suspiraba nervioso al ver que su planeta no volvía a llamarlo como un niño pequeño que perdió a su mamá en lugar sin lugar alguno. Completamente solo.

Luna tomo sus piernas y oculto su cara en sus rodillas haciendo todo oscuro para el. Sin la luz del sol, y empezó a lagrimear arrepentido de lo que hizo. Con la horrible idea de que su planeta lo había abandonado.

¿Por qué? ¿Por qué debía ser así?

𝑳𝒖𝒏𝒂 𝒚 𝑻𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂. (ᴏɴᴇ_sʜᴏᴛs.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora