Capítulo 13

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Laura sacó el móvil de su bolsillo para ver quién llamaba. Era su madre.

Mierda, no dejé ningún aviso de que iba a salir. Estará preocupada.

Lau le mostró el móvil a Daphne como disculpándose.

- Adelante, cógelo -dijo Daph. Laura aceptó la llamada.

- Hola mamá... sí... nah, estoy bien. He salido... a... por un yogur helado... me apetecía... sip... vuelvo en un rato. Hasta luego.

Laura colgó el teléfono y se lo volvió a guardar en el bolsillo.

- ¿Yogur helado? Me apetece -dijo Daphne.

- ¿Sí? ¿Vamos?

Como respuesta, Daph le guiñó el ojo a Lau y avanzaron juntas por el sendero por el que Laura había llegado pocos minutos antes.

- Qué rico, yogur helado, con este calor me apetece -comentó Daphne.

- La verdad es que a mí también -dijo Lau.

Los colores de las cosas habían ganado un punto de intensidad. El verde era todavía más verde y el pelo de Daphne desprendía destellos naranja intenso a cada paso que daban. Lau siguió hablando mientras andaban.

- Oye... entonces... ¿mi habilidad como escritora se ha vuelto especial? Sigo sin entender qué significa eso -preguntó Lau.

Daphne siguió andando junto a Laura mientras hablaban. No apartaba la vista del frente, fascinada por las curvas del sendero y la abundante vegetación. Sonreía.

- ¡Pero si eres tú la que debería explicármelo a mí! Escribías sobre mí. Me creaste. Aquí estoy -dijo Daph.

- Bueno, he escrito sobre varias cosas también... y no las veo hechas realidad.

- Mmh, apuesto a que con las demás cosas no te has implicado mentalmente tanto como has hecho conmigo -contestó Daph, mirando a Lau un momento y guiñándole nuevamente el ojo. Laura le sonrió y siguió andando pensativa.

Ya dejaban atrás el bosque y llegaban a la calle. Tras unos metros andando por la acera vieron a un hombre que paseaba a su perro. El hombre se las quedó mirando con curiosidad, ya que eran dos chicas sonrientes que venían del bosque andando muy juntitas. Pasaba la mirada alternativamente entre ambas chicas.

Bien, no solamente me ve a mí sino que ve a Daphne. Va a ser que no estoy loca,  pensó Lau.

Daphne pareció leer la mente de Laura y cuando pasaban a la altura del hombre le dijo:

- ¡Hoooolaaaa!

El hombre, que no se lo esperaba, contestó con timidez:

- Euhh... hola...

¡Y el hombre la ha escuchado! Ya no tendré que pedir a mamá que me lleve al psiquiatra. ¡BIEN!

De repente, Laura fue invadida por una sensación de júbilo. Le dieron ganas de contarle esto a todo el mundo: a su familia, a sus amigos, incluso a sus profes del instituto. MIRADME, VOY JUNTO A MI ATRACTIVA CREACIÓN LITERARIA. Era tan absurdo, pero a la vez tan real. Laura no paraba de sonreír.

Laura y Daphne siguieron su camino hasta la tienda de yogur helado. Invitó Daph a dos vasos que estaban deliciosos. Charlaron y rieron mucho durante ese rato. Ambas compartían las mismas ideas y sentido del humor. Pasaron un rato realmente especial.

Iba siendo la hora de volver a casa o la madre de Lau iba a preocuparse de verdad.

Daphne acompañó a Laura a casa. Cuando estaban llegando al portal, Daphne se disculpó para atarse el nudo de una zapatilla, que se le había soltado. Laura aprovechó para mirar un momento el móvil, pero cuando levantó la vista, Daph no estaba allí. Los colores de la calle habian vuelto a su tono habitual.

Pasaría algo más de un mes hasta su siguiente encuentro...

ESA NOCHE OCURRIÓ ALGO EXTRAÑOWhere stories live. Discover now