Después de eventos desafortunados, Elizabeth Swan y Isaac Lahey, van a Forks tratando de alejarse del mundo sobrenatural. Sin embargo, no esperaban encontraste con un grupo de chicos de ojos dorados, quienes pondrían su mundo de cabeza mucho más de...
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Narrador Omnisciente
En un edificio bastante viejo y deteriorado que se encontraba en las afueras de Seattle, habían más de cincuenta neófitos siendo tranquilizados por su líder, sin ningún éxito.
Querían que el ruido que los torturaba se detuviera, hacía meses que no habían tenido ningún momento de claridad en el que estuvieran conscientes y supieran en donde estaban o lo que hacían.
—¡Para! ¡Ya no lo soporto! —exclama una neófita con dolor. Bree Taner, una chica que no aparentaba mas de 16 años. El sonido cesó, aunque solo por unos minutos.
—Solo hagamos lo que ellos dicen —les dice Riley a todos.
—Es momento de irnos, estaremos al amanecer en Forks —dice el líder de los cazadores desde la puerta— Recuerden, los Cullen son los culpables de esta tortura, si los destruyen, ustedes serán libres.
Todos los neófitos comenzaron a caminar a la salida. Los cazadores, al menos 30 hombres, se encontraban a los lados con un transmisor ultrasónico para poder tener bajo control a los neófitos.
Ya era de noche, todos se dirigían a Forks. Los cazadores sabían cuántos lucharían y en donde estarían, su informante, por muy tonta que fuera, les fue de gran ayuda.
Lo que no sabían, era que los dioses lobo los estarían esperando, donde darían su golpe final.
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Los Cullen, hombres lobo y metamorfos, se preparaban para la batalla. Tenían sus posiciones, pero estaban bastante exasperados ante la pelea que estaban teniendo los dioses lobo y los compañeros de la castaña.
—No pelearas, Lizzie, es peligroso.
—Edward tiene razón —lo secunda Jasper—, lo mejor será que te quedes con tu padre y con Bella.
—Ustedes no pueden prohibirle eso —dice el chico Lahey—. Ella quiere luchar y entre más se lo prohiban, más lo querrá hacer.
—Quiero pelear, y como dice Isaac, ustedes no me lo pueden prohibir.
