Después de eventos desafortunados, Elizabeth Swan y Isaac Lahey, van a Forks tratando de alejarse del mundo sobrenatural. Sin embargo, no esperaban encontraste con un grupo de chicos de ojos dorados, quienes pondrían su mundo de cabeza mucho más de...
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Narra Lizzie
Los Cullen nos invitaron a un partido de béisbol, según Alice, será genial. Algo que definitivamente quiero ver, es como juegan béisbol los vampiros.
Me miro en el espejo, los jeans negros con la blusa blanca con letras azules y la gorra combinan bastante bien. Me apliqué máscara de pestañas y un labial de un tono suave. Me veo linda.
Agarré mi abrigo y bajé a la sala, donde Isaac se encontraba esperándome. Bella estaba en un sofá con un libro, lo que sea que estuviera leyendo era importante porque rápidamente cubrió la portada.
—¿Saldrán? —papá nos pregunta saliendo de la cocina y nosotros asentimos.
—Los Cullen nos invitaron a un partido de béisbol —la escena de la película del exorcista vino a mi mente cuando vi a Bella girar su cabeza.
—¿Puedo ir? —la miro de arriba a abajo y hago una mueca mientras niego.
—Solo nos invitaron a nosotros y con ese atuendo no deberías salir a ninguna lado —ella suelta un bufido y se va a su habitación. Veo a mi papá y sé que quiere reírse—. Sé que es tú hija, papá, pero ese atuendo es espantoso.
—Eres igual a tu madre. -dice con una sonrisa.
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Narrador Omnisciente
—Yo abro —dice el chico Lahey aunque aún no sonaba el timbre, pero había escuchado a los Cullen llegar.
—Haz que pasen —habla Charlie y el chico asiente y deja pasar a los tres vampiros. El padre de la castaña se dirige a la cocina con los demás siguiéndolos. La seriedad que tiene el jefe de policía es muy intensa, poniendo nerviosos a los vampiros.
—Buenas tardes, señor Swan —el rubio es el primero que habla, estrechando la mano con Charlie—. Soy Jasper Hale.
—Yo soy Edward Cullen —se presenta el cobrizo haciendo la misma acción que el rubio.
—Y yo soy Alice Cullen —dice la pequeña duende con una sonrisa que contagió al jefe Swan.
—Solo les diré que si dañan a mis hijos se las verán conmigo —Charlie habla bastante serio, pero en el chico Lahey se formó una sonrisa en su rostro.
