Capítulo 12

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—Me gustaría que le agregaras Dalias Rojas al ramo—mencionó Charlie, la chica de la floristería asintió.

—Las Dalias Rojas tienes un bonito significado, imagino que lo conoces, ¿no?—Charlie asintió—. Siempre las compras.

—Te querré siempre—respondió él, ella sonrió—. Es para mi mejor amigo.

—¿Hace mucho que no está?

—Casi dos años—confesó—. ¿Hay alguna flor para eso?

—Mmm, estoy segura de ello—colocó en el ramo tres Dalias y luego buscó en una libreta de notas el nombre de la flor para cerciorarse de que era correcto—. Las Zinnias son el recuerdo de amigos ausentes.

—Me gusta, colócale también de esas—dijo, ella fue a buscar las flores para colocar una de ellas en el ramo. Charlie sacó su billetera—. ¿Cuánto sería?

—Serían ocho— él asintió y le entregó un billete de diez.

—Toma el cambio—le dio una sonrisa media—, gracias por tu ayuda.

—Ten un feliz día, chico—le regresó la sonrisa.

Charlie tomó el ramo y salió de la tienda. Caminó para cruzar la calle, el cementerio se encontraba frente a la floristería, dentro de él había una tienda, sin embargo no iba ya que pensaba que no tenían mucha variedad de flores. Recorrió el mismo camino de cada domingo hasta llegar a Duncan, miró un momento su lápida, en donde se encontraba su nombre y suspiró.

Se asentó a un lado y suspiró con tristeza. Cada vez que iba se sentía de esa manera, ¿llegaría un día en donde ese sentimiento se fuese? Sólo se iría con su mejor amigo a su lado, era imposible.

—Hola Duncan—dijo—, tenía una semana sin venir, ¿me extrañaste?—se apoyó con su brazos en el suelo

«Te extrañé, debes venir más seguido»—se imaginó a su mejor amigo decir.

—He estado saliendo con Selene últimamente—dijo y luego negó rápido—, como amigos, sólo como amigos.

Miró al cielo y se imaginó la expresión de su mejor amigo.

«Vale, no he dicho nada. No tienes que darme explicaciones».

—Tengo, sé lo que ella significó para ti—le dijo—, y ahora llego a entender por qué. Es una buena chica, siempre se preocupa por las personas, está ahí cuando necesitas una ayuda y tiene una increíble sonrisa que...—paró y luego negó—,es una buena chica, Duncan.

«Selene es preciosa»—lo imaginó con una sonrisa en el rostro.

—Lo sé—respondió. Observó a lo lejos como uno de los vigilantes lo miraba con el ceño fruncido.

«Ya creen que estás loco»

—Yo también lo creo—suspiró—. Te extraño mucho, Duncan.

«Yo también te extraño»

Acomodó el ramo de flores en el pequeño florero que se encontraba ahí, necesitaba despejar sus pensamientos porque si no terminaría llorando como siempre lo hacía. Respiró profundo.

—Está haciendo frío hoy—frotó sus manos un poco—, no metraje un abrigo y me arrepiento ahora por eso.

«No me extraña, eres muy olvidadizo»—incluso en su imaginación, Duncan le recordaba lo olvidadizo que podía llegar a ser.

—Te he traído Dalias Rojas y Zinnias, significan un amigo ausente pero que a pesar de eso, no dejaré de querer—habló, sintió como alguien se colocaba a su lado, su corazón latió muy rápido—. Duncan, ¿eres tú?

—No me llamo Duncan—escuchó la voz de una mujer, volteó rápido y se encontró con la señora con la que había hablado semanas atrás—. Chico, tanto tiempo sin verte, ¿te has cuidado bien?

Se relajó al verla.

—Sí, he estado bien—le dijo—. ¿Cómo está?

—Bien—le sonrió ella—, hoy vine a ver a mi esposo y vi que estabas aquí hablando solo.

Sintió sus mejillas calentarse.

—Oh, sí—murmuró, ella rió.

—Tranquilo, entiendo cómo te sientes—le dijo—, yo también hablo con mi esposo como si él pudiese responderme. Han pasado años, pero sigo hablándole, de alguna forma siento que me escucha. Seguro Duncan también te escucha a ti.

—¿Usted cree?

—Nuestros seres queridos que ya no están presentes, siempre se mantienen con nosotros. No debes venir a su tumba para hablarle, siempre te estará escuchando cuando lo necesites. Por cierto—cambió el tema—, que flores tan bonitas, igual de lindas que su significado.

Charlie sonrió y asintió. Estar con la Señora lo hacía sentir cómodo, era como si ella pudiese entenderlo, ella era como una ayuda a pesar de que no supiese que lo estuviese ayudando. Cuando hablaba con ella podía ver cosas que no se había percatado y eso lo ayudaba a estar mejor.

—Gracias por entenderme—le dijo.

—Ay corazón, no me tienes que agradecer—le sonrió ella—. Siempre es lindo encontrarte aquí, no me siento tan sola.

—Digo lo mismo—le sonrió—, ¿Cómo se llama? Yo soy Charlie.

—Puedes decirme Erin—mencionó, Charlie asintió.

Con Erin se sentía cómodo y se sentía escuchado, que era lo que más le gustaba. Era una mujer que podía incluso der su abuela, pero podía volverse parte de su vida sin ningún problema.

«Ves, no estás solo»—escuchó la voz de Duncan en su cabeza.

—No lo estoy.


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Aquí estoy, me ven bien pero estuve a nada de llorar cuando metí a Duncan en la conversación de Charlie :c

El Dilema Entre Tú y YoWhere stories live. Discover now