Capítulo 11

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Caminaba junto a Jailin por los pasillos de la universidad, intentaba esquivar los cuerpos fornidos de un montón de estudiantes aglomerados y con mucha energía. Por fortuna, lo lograba con mucha destreza.

La clase de farmacología estaba por iniciar y no podía darme el lujo de llegar tarde una vez más, pero mi vejiga ya había hecho un trabajo excelente soportando líquidos durante todo el ensayo de Tanner. Un poco más e iba a terminar caminando con sonda de por vida.

—Perdona a Alden —pidió Jailin—, a veces es un poco duro.

—¿Lo conoces bien? —pregunté al tiempo que esquivaba el cuerpo de un atleta que arrojado contra el casillero.

Bufó.

—Más de lo que quisiera admitir. Mamá siempre decía que tenía el temperamento de mi padre en Navidad. —Se inclinó hacia mí—. Y tienes que saber que mi padre odia la Navidad.

La miré confundida.

—¿Tu madre conoce a Alden?

—Bueno, Alden es mi hermano así que, sí, mi madre conoce bien a Alden. —Ella frunció el ceño en confusión, clavando la mirada a varios metros de distancia—. ¡Tara! ¡Te dije que esos pantalones no iban con chaqueta azul! —Me miró ofendida—. No volveré a darle consejos de moda a las tres de la mañana, mis ojeras de hoy son por nada.

Hermanos.

Alden tenía una hermana.

Alden compartió el útero con otro ser humano.

—¿Hermanos? —Necesitaba estar segura.

—Pues sí, ¿qué creías?, ¿qué estábamos saliendo? —preguntó con ironía, pero mi ceja arqueada y mi inclinación de cabeza a un lado con pena, le dejó claro que aquella no era una broma. Realmente lo había contemplado, de hecho, creo que la odiaba un poco por eso—. ¡No es verdad! ¡No...! ¡NO! ¡EWWW! ¡Eso es tan... asqueroso! ¡Puaj! ¡Gracias por las imágenes mentales, Becca! Ahora no podré dormir... Necesito terapia. —Se masajeó la sien y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza haciéndola estremecer—. Al parecer sí daré consejos de moda a las tres de la mañana.

Me sentía tan avergonzada... y enojada. ¡¿Cómo es que Alden no dijo una sola palabra al respecto?! Que tal un: «¡Hey Berly! Te presento a mi hermana. Nunca en la vida te hablé de ella porque soy un maldito recluido desde los cinco años, espero que se conozcan porque pasaré un buen tiempo fingiendo que yo no».

—No te lo dijo, ¿cierto? —dedujo con melancolía cuando entendió mi silencio.

Me limité a negar con la cabeza y esperar.

Ni Alden ni su padre se caracterizaban por ser las personas más amables del CIC, ambos hombres eran más bien ermitaños y tan solo un par de personas tuvimos la oportunidad de conocerlos de cerca... bueno, al parecer no tan de cerca.

Jay suspiró.

—Entonces sigue molesto.

—¿Por qué estaría molesto?

Bueno, aunque conociendo a Alden una mejor pregunta sería: «De todas las cosas en el universo que podrían molestarle, ¿exactamente a cuál te refieres?».

Sonrió.

—Creo que me mataría si te lo dijera, pero quizá deberías hablar con él —sugirió—. Pareces agradarle.

Rodé los ojos y negué fervientemente.

—No, yo no le agrado, solo me tolera.

Fue su turno de sonreír.

La química del amorWhere stories live. Discover now