Capítulo 24

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Alden arqueó una ceja y sin expresar emoción alguna, volvió a su tarea de anotar todo registro en la bitácora.

—Bien, vamos a enfocarnos en lo que sientes ahora —indicó antes de tomar un pañuelo y estornudar sobre el con fuerza unas tres veces.

—¿Estás seguro de que no necesitas ir al médico?

—Estoy bien —respondió arrojando con una puntería impresionante el pañuelo a la basura—. Continúa, dime que sientes ahora. ¿Quieres verlo otra vez?

—Naturalmente.

—¿Por qué no lo llamas? ¿Por qué no has quedado en verlo hoy?

—Porque eso sería raro. —Me crucé de brazos—. ¿Y qué si él no quiere verme?

—Sí no le interesaras no te habría invitado a salir tan rápido. —Cerró los ojos y reposó la cabeza sobre la cabecera de la cama—. ¿Qué hay del resto de la noche?

—Me senté entre Jailin y Gael, ambos son increíblemente divertidos, Rose me odia porque está enamorada de Gael y el resto de los chicos, cuyos nombres olvidé, son bastante agradables.

Omití la participación de Harry durante la reunión porque no me pareció un tema relevante, ni su decadente propuesta, ni su insistente interrogatorio con investigaciones deficientes.

—Así que te divertiste en la conversación.

Aunque no parecía una pregunta, asentí como respuesta.

—Bien, ¿Qué me dices de volver a casa? ¿Querías hacerlo?

—Bueno, sí. Necesitaba volver a refugiarme en el calor de mis sabanas, además Sophie había preparado una lasaña para morirse y amo la pizza, pero la lasaña es un delirio.

Alden finalmente abrió los ojos, tomó nuevamente la bitácora y comenzó a garabatear sobre las líneas.

Esperé un par de segundos a que terminara de establecer el veredicto final. Esperaba que pudiera comenzar con el experimento de una vez, porque necesitaba volver a poner las manos en un proyecto de nuevo o se me iba a atrofiar el cerebro. Sentía que iba a estallar si mis manos no volvían a tocar una centrifuga, algún corazón aislado o cerebros para clonación en los siguientes días.

Alden suspiró y arrojó la bitácora sobre el buró preparándose mentalmente para lo que iba a decir. Parecía buscar las palabras adecuadas para decirle a una pequeña que que su hámster había muerto.

—No estás lista. El tratamiento farmacológico sigue en pausa, por ahora.

Lo miré.

Y lo miré.

Y lo seguí mirando esperando a que soltara una estruendosa carcajada y me dijera que todo había sido una mala broma.

—¿Es una broma?

Alden se pasó una mano por la cabeza alborotando su oscura cabellera y, soltando un suspiro profundo, negó con la cabeza.

—Lo siento Berly, pero las indicaciones son claras: No inicia el tratamiento hasta que estés enamorada. Se supone que la finalidad del proyecto es comprobar que es capaz de eliminar los rasgos del amor en el sistema, no retazos de un amor ficticio.

—¡Estoy enamorada! —acusé ofendida, poniéndome de pie de un salto—. ¡Puedo sentirlo! No he dejado de pensar en Gael, mi corazón palpita, siento mariposas en el estómago y me sudan las manos.

Alden cerró los ojos y reposó la cabeza nuevamente sobre la cabecera como si mis palabras fueran dagas calientes penetrando en sus meninges.

—Oh, pero miren quien decidió usar un lenguaje coloquial después de todo.

La química del amorUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum