51. Odio

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Bueno, finalmente llegamos a este capítulo.

Lloro, porque ha sido muy liberador escribirlo.

No olviden de darle apoyo al capítulo. 200 votos y 200 comentarios.

Narra Stacy

Recuerdos.

Desde que puse un pie dentro de esta casa supe que estos iban a llegar y me iba ser imposible no querer salir corriendo, pero debo ser fuerte.

Me tomo el tiempo para mirar todo a mi alrededor y es que aún no me puedo creer que no le han hecho cambios a la casa, todo sigue igual.

Claro que puedo sentir su penetrante mirada, pero no le doy la atención que quiere porque me siento mucho mejor viendo todo. Aunque, sé que su paciencia no es mucha y no faltará mucho tiempo para que suelte sus primeras palabras.

Muchos años a su lado me hicieron conocerla, aún cuando no me quería tener cerca, pero yo era la única que le ayudaba cuando no se podía el cuerpo para subir las escaleras, o cuando necesitaba ayuda en la casa.

—No logro comprender que haces aquí, Stacy —sisea.

Sonrío. Ya decía que se estaba tardando demasiado en hablar.

Le doy una mirada y me encuentro con su rostro interrogante. A pesar, de que no tiene más de cincuenta, ya tiene algunas arrugas y gran parte de la culpa la tiene la enfermedad. Ella siempre se cuidaba demasiado de no tener ningún indicio de vejez.

—Pensé que sería una buena idea pasar a saludar —respondo, lo más tranquila posible—. Después de todo, son siete años que no pasaba por aquí, ya extrañaba el lugar donde crecí.

Entecierra los ojos a mi dirección y creo haber escuchado como hacia chocar sus dientes por la irritación. Definitivamente los años no la han hecho cambiar y mucho menos la enfermedad.

—Creo haberte dejado muy claro que ésta ya no era tu casa y tenías prohibido volver a poner un pie cerca de nosotros —espeta.

Su voz sigue siendo igual de dura que cuando me mandaba a encerrar a mi habitación o cuando me menospreciaba.

Me es inevitable no tensarme, pero hago todo lo posible para pasarlo por alto y me obligo a recordar las palabras de Elsie. Esa mujer es muy sabia.

No la dejes ver que te puede intimidar.

Habla con tranquilidad.

Así que hago lo que me dijo e intento ordenar mis ideas para comenzar de una vez.

—También es mi casa, madre... —por primera vez se siente incorrecto decirle de esa forma.

Ella frunce el ceño.

—No es tu casa y quiero que te vayas. No quiero que tu padre te vea.

Mi corazón se acelera al pensar en papá, él debe estar en el trabajo y si sigue con el mismo horario, debería estar llegando en unos treinta minutos.

—¿Por qué quieres que me vaya? ¿Tienes miedo de qué le diga toda la verdad a mi padre? ¿Es eso? —pregunto.

Su rostro se pone rojo y juro que la vena de la frente parece que va a explotar en cualquier momento.

—¡Silencio! —grita—. ¡No tienes ningún derecho a venir! ¡Ya no es tu casa y no eres nuestra hija!

Se siente como si un cuchillo cortara mi piel. En serio pensé que no me podía doler más escuchar esas palabras, escuchar como me desechaba y ya no me consideraba su hija.

Todo Lo Que Quiero (#2) Where stories live. Discover now