Todo Lo Que Quiero (#2)

57. Velas

Aquí tendremos el salto de tiempo, solo queda un capítulo para terminar. Estoy llorando...

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Narra Stacy

15 de Julio, 2025. (5 meses después)

Sonrío.

Su pequeña mano rodea con fuerza mi dedo y es demasiado tierno verlo con su conjunto celeste que lleva estampado un oso en su pancita.

Aaron Maxwell nació un 7 de Junio.

Fue todo muy rápido que ni siquiera tuve tiempo de sufrir demasiado porque en serio parecía tener unas enormes ganas de salir.

Austin fue el que más la sufrió, él creyó que incluso iba a tener el bebé en el auto. Definitivamente nunca podré olvidar algo como eso.

—¿Te apreta mucho? —Hilary parece muy intrigada.

Lleva puesto su tutú morado y es que hace unos minutos estaba practicando una coreografía porque se le acerca otro recital. Me sorprende todo lo que se ha superado.

Soy una mamá orgullosa.

—Casi nada —respondo—, tu hermano aún no tiene la fuerza suficiente.

Ella asiente y también pone su dedo índice para que Aaron se lo tome.

—¿Por qué todos los nombres comienzan con A? —pregunta—. El de papá, el tío Ansel y tío Amos, también los nombres mis primos comienzan así —su ceño se frunce.

—Es una pequeña tradición, princesa.

—¿Y por qué las mujeres no, mamá?

Me giro para quedar frente a ella por completo y tomo su rostro entre mis manos para que me mire con atención.

Mi corazón late desbocado y es así cada vez que la escucho llamarme "mamá". Hilary volvió a decirme de ésta forma cuando cumplí los seis meses de embarazo, según ella ya se sentía completamente lista y yo también lo estaba para recibirla con todo mi amor.

—Porque las mujeres tenemos el poder de cambiar las cosas, cariño —hablo, de forma pausada—. Nosotras hacemos nuestras propias reglas. —Le doy un guiño antes de soltarla con suavidad y volver a poner nuestra atención en el pequeño.

Hilary le toma los pies y es que le encanta tocarlos, dice que son lo más tierno del mundo.

—Es muy lindo y pequeño, mami —murmura.

Tomo su mano y hago que se quede delante mío, beso su coronilla con cariño.

—Tú también lo eres, hija...

Sonrío escuchando su bufido.

—Ya no soy pequeña, tengo siete años. —Levanta su mentón orgullosa y yo presiono los labios para no reír ante la imagen.

—Aún así sigues siendo nuestra pequeña princesa y eso nunca cambiará.

Cuando creo que va a responder, otra voz habla desde la entrada de la habitación.

—¿Qué hacen las mujeres de mi vida? —Austin entra a paso lento y me es imposible no recorrerlo con la mirada.

Su traje a medida se apega a su cuerpo ya que viene llegando del trabajo.

Hilary como siempre es la primera en correr a su encuentro y le llena el rostro de besos. Espero que lo siga haciendo muchos años más porque para Austin será realmente duro ya no recibirlos.