Parte 6

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-Señor Goldstein, lo busca una tal Denise Padge de Scotland Yard.

-¡Por Dios, Marie, detenla un minuto!

-Entendido -respondió la secretaria cerrando tras de sí la puerta.

-El señor Goldstein la atenderá en unos minutos -informó la joven rubia.

Denise tomó asiento, cruzó sus piernas y eligió el Times del día que ya había comenzado a leer en la oficina. En el artículo en cuestión, aquel que comentaba del extraño deceso de Michael Bellamy, dejaba sobre el final una nota de color sobre un debate televisivo que se había salido de las formalidades y en el que ambos (Bellamy y Goldstein) habían dado soltura a insultos mutuos. Denise se estaba imaginando que sería muy difícil extraerle información dado que el partido de Goldstein querría sacar tajada política de la muerte de Bellamy.

-Denise Padge, Arthur Goldstein la espera en su oficina. Por aquí -guió la secretaria al más grande despacho ubicado al final de un largo pasillo. Los laterales del mismo estaban repletos de pequeñas oficinas, y el final, una puerta robusta con ornamentas talladas sobre la madera caoba indicaba la sala más importante del establecimiento -al menos de las que Denise pudo observar-.

-Señor Goldstein, Denise Padge -introdujo la secretaria antes de retirarse.

-Señorita Padge...

-Denise, por favor...-interrumpió ella.

-Denise, a que debo el gusto -completó Arthur con extrema cordialidad y una sonrisa en su rostro.

-Estoy investigando la muerte de Michael Bellamy, asumo que lo conoce muy bien.

-Entiendo... Sí, asume correctamente, pero me atrevo a corregirla. Lo conocía, obviamente, por frecuentar la misma esfera social. Ambos aspirábamos al mismo cargo de representante, sin embargo excluiría el "muy bien" de la afirmación. -intervino Arthur, nuevamente finalizando su frase con una mueca que simulaba una muy bien ensayada sonrisa. -Por favor, sentémonos. No se tratan temas tan delicados a la lejanía y de pie.

Arthur hizo un ademán con su brazo derecho y ambos se sentaron.

-Entiendo que no solo eran rivales políticos sino que habían tenido una acalorada discusión en vivo.

-Denise, entiendo el motivo de su visita: muere el candidato a ocupar el mismo cargo al que aspiro en una situación extraña. Yo mismo en su lugar me apuntaría como sospechoso, pero déjeme decirle que más allá de las diferencias ideológicas, y por supuesto, políticas, no soy un asesino. Soy un hombre de Dios y me jacto de una intachable moralidad.

-Imagino que aunque esta entrevista sea informal, usted tiene un juez trascendental respecto de los que trabajan en nuestros juzgados.

Arthur afirmó.

-Por lo cual, no mentiría, puesto que la mentira está proscrita por los mandamientos -continuó Denise.

-Así es... -respondió él. -No obstante, cada cual tiene su propia versión de lo que es la mentira.

-Señor Goldstein, Michael Bellamy fue hallado con un agujero en su mandíbula producto de un disparo. Un hombre ingresa ilegalmente a su casa antes de eso y luego huye. Todo esto ocurre en un contexto de disputa política y hemos encontrado una llamada proveniente de su número telefónico en el móvil de Michael. Todas las pistas van directo a usted, incluso el mismo perpetrador pudo haber sido contratado por su partido político, justamente, dudo que usted se ensucie las manos.

Arthur miraba perplejo la exposición de argumentos de Denise y dejó entrever un signo de preocupación en el movimiento de sus labios. Estaban tensos y Denise sabía que algo ocultaba.

-Sabe, cuando ingresé en el mundo de la política creía estar seguro del mundo -comenzó a responder Arthur mientras se ponía de pie y caminaba hacia el extremo de la habitación parándose frente a un cuadro y sirviéndose una bebida que Denise no logró distinguir cuál era. -Dios y la biblia me guiaban, pero poco a poco me fui dando cuenta que las cosas no eran tan simples. Un mundo en el que lograr algo implica grandes costos -continuó reflexionando con la vista puesta en una réplica de la Última cena. Al perder contacto visual con Goldstein, Denise aprovechó para escrutar sin escrúpulos el escritorio del político. Había un sobre color madera con estampilla de correo local que se encontraba abierto.

-Sí, Michael era un rival para mis propósitos políticos... -seguía discurriendo Arthur.

Denise se acercó al sobre cuya apertura estaba al otro lado del escritorio.

-Pero jamás podría matar a alguien. Tan solo pensar en ello me provoca una repulsión que usted no podría imaginar...

Denise giró con cuidado el sobre y una foto comenzó a caer del mismo. Con una rapidez que no supo de dónde salió alcanzó a la foto antes de que la misma se perdiera fuera de su alcance y se volvió sobre su asiento.

-Entiendo lo que dice, Goldstein, no obstante usted mismo está hablando de un ambiente oscuro y no es algo que lo exima de la posición de sospechoso.

-No crea que no la comprendo... -dijo él volviendo a mirar a Denise por primera vez desde que había abandonado el escritorio. -Pero no puedo decirle mucho más. Más allá de las disputas no ha habido nada de mi parte contra la integridad de Bellamy.

-¿Y qué me dice de esta foto, señor Goldstein? -arremetió Denise mientras acercaba la fotografía al alcance visual de su interlocutor.

Goldstein estaba estupefacto y, sin embargo, Denise creyó escuchar como su corazón golpeaba en su pecho transformando así también su respiración.

-Creo que esta conversación la seguiremos en la estación y cambiaremos a una situación de declaración bajo interrogatorio, ¿qué me dice, Arthur?

-Eh.. no.., escúcheme... eso...

-¿Qué?

-Eso no me pertenece.

-¿Acaso diría otra cosa en esta circunstancia?

-El sobre de ahora en más es evidencia de causa probable y usted está temporalmente detenido en espera al interrogatorio.

Goldstein se desplomó sobre la silla intentando asimilar lo sucedido mientras la inspectora Padge esperaba al móvil para el traslado.

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Los casos de Saint Vincent Holmes [Ganadora Wattys2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora