Los casos de Saint Vincent Holmes [Ganadora Wattys2018]

Capítulo 8

Cap. 8

—Al Wallace Collection, por favor —indicó Denise cuando los dos estuvieron dentro del taxi.

Una fachada de ladrillo visto recorría gran parte de la manzana en la que estaba ubicado el Wallace Collection. Daba una engañosa impresión de sencillez por fuera, pero por dentro, el lujo de las arañas de cristal colgando del techo, la extensión de los pisos de marfil, los techos semiabobedados con sus cristales para aprovechar la luz natural y todas las obras de arte que decoraban los espacios configuraban un elogio a la opulencia, tanto que a Vincent le resultó empalagoso.

—Inspectores, en la sala de vigilancia tenemos almacenadas todas las cintas de las exposiciones. Son los momentos en donde más visitas recibimos y al mismo tiempo y, por ello, las circunstancias más oportunas para la distracción y el robo. Es por eso que el material de video de las exposiciones se guardan en un archivo, no así el resto del material que lo eliminamos al mes de antigüedad. —explicó el jefe de seguridad. —el 19 de febrero tuvimos una exposición de la señorita Clay. Una artista bastante controvertida en verdad...

—¿Por qué lo dice? —interrogó Holmes.

—No hablamos de una artista de bajo perfil. No conozco nada de arte, inspectores, tan sólo hablo por lo que he escuchado por ahí.

—Volvamos al asunto y salgamos de los chismes —indicó Denise con vos cortante. Ante eso, el jefe de seguridad solo asintió con la cabeza.

El evento había comenzado a las 18hs, tal como decía en el The Telegraph, y ya para ese entonces había la suficiente gente dentro de la sala.

Se podía apreciar que no había una sola escultura que estuviera trabajada con el mismo material. Algunas en madera, otras en arcilla, incluso en hilos atados con clavos para sostener la líneas de la figura.

Allí está, señaló Denise con su índice para que Holmes y el jefe de seguridad pudiera seguir a Catherine Wolf. La sospechosa paseó por todas las obras de Clay y las observaba detenidamente, en particular una de la que Vincent ya había tomado nota. Cada tanto tomaba algún bocadillo y lo acompañaba con una copa de vino tinto, en todas las ocasiones.

<Nunca se acercó a conversar con Lira Clay, algo extraño en esas circunstancias en las que el artista y su obra son el centro de la atención; una especie de efervescencia narcisista necesaria para sostener los tiempos de producción solitaria y angustiosa.> —pensó Holmes mientras observaba a Wolf.

Cuando el reloj marcaba las 19.15hs la imagen de Catherine Wolf se encamina hacia la puerta de salida y abandona el Wallace Collection por Manchester St.

—Rápido, busque la cámara de calle —ordenó Holmes.

Con velocidad de manos entrenadas, el jefe de seguridad cumplió con la orden y se alcanzó a ver a la figura de Catherine perdiéndose por los parques de Manchester Sq.

—Tenemos que ser cautelosos esta vez, Padge. No debemos permitir que la ansiedad gane, o los pasos que daremos en otras direcciones le otorgarán una terrible ventaja al asesino... o asesina. —Sígueme. —indicó Holmes al tiempo que saludó con un simple gesto al jefe de seguridad y se retiró de la afamada sala de arte.

Denise, a quien todavía le pesaba la culpa por haberse precipitado con Sara Perk y quedado en ridículo dentro de Scontland Yard, siguió los pasos de Vincent sin emitir palabra alguna. Estaba demasiado absorta en sus pensamientos y regodeada en su culpa como para objetar algo. Incluso sabía que Vincent había hecho el mayor esfuerzo por no exponerla más de lo que ella ya había hecho con ese acto impulsivo.

Ambos caminaron en silencio por Manchester St. Al ritmo de una observación minuciosa, buscando algún indicio de hacia dónde podría haber ido Catherine al salir de Wallace Collection aquella noche.

—Al ingresar al parque pudo haber ido en cualquier dirección, no obstante, y por simple operación de la sospecha, pensaremos que se dirigió hacia el 21 de Bloomsbury Square.

—Vincent, ¡la estación de trenes de Bond Street! —gritó Denise reconciliándose por unos instantes con su labor de inspectora.

—En tren tendríamos unos veinticinco minutos hasta Holborn Station. Excelente, Padge. Vamos, sigamos los pasos de nuestra sospechosa.

El tren que abordaron no era particularmente de los más bellos de Londres, no obstante, agradecieron conseguir asiento. El viaje fue una prolongación del silencio de la caminata hasta la estación. En el caso de Vincent, eso se debía a la concentración de su pensamiento en el asunto que los convocaba, pero el de Denise todavía guardaba una pizca de culpa.

Holmes continuaba inquieto por el papel que le retiró al muerto en su puño. Durante la inspección del cuerpo, Vincent había detectado en el puño del cadáver ese trozo de papel que decidió retener lejos de las manos torpes de los forenses y los oficiales de policía. Lo había estado observando en reiteradas ocasiones pero nada se le ocurría. La última vez que había pensando en él había sido la noche anterior, tiempo antes de encontrarse con la enorme estatua de su abuelo.

Casi sin darse cuenta metió su mano en el bolsillo y retiró la nota.

"67623"

—Seis, siete, seis, dos, tres... —repitió en voz baja y de manera involuntaria.

—¿Me hablaste, Vincent?

La pregunta de Denise volvió a ponerlo en advertencia de que no estaba solo y que tendría problemas.

—¿Qué tienes en la mano? —interrogó Denise señalando el papel la numeración escrita en pincel con tinte rojo.

—Estaba en el puño del muerto cuando lo vimos por primera vez... —explicó él intentando darle poca importancia al asunto.

—¿¡Y recién ahora me lo dices!?

—Denise, concentrémonos en lo importante —dijo Holmes con la suposición de que llamarla por su nombre descomprimiría la situación.

—¡Te crees que soy una idiota, Vincent! —le gritó ella con furia provocando la atracción de las miradas de algunos de los pasajeros. —Dame eso. —finalizó Denise quien, sin dar tiempo a la respuesta, le quitó la nota de la mano.

—El silencio volvió a cubrir la escena estando a sólo unos minutos del arribo a la estación Holborn.