Parte 7

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-Holmes...

-Inspector Holmes, habla Claudé.

-Claude, imagino noticias de tu parte.

-Por supuesto, inspector. He podido seguir al hombre una vez que salió del domicilio de Bellamy. Las nuevas imágenes son concluyentes.

-Me alegra saber eso, envíamelas a mi correo seguro.

-Correcto, hasta luego.

-Cluadé, espera, ¿es posible reconocer la identidad y que lo detengan?

-Por supuesto. Ya mismo.

Luego del llamado, Holmes decidió apurar el paso para poder evaluar la nueva información que, en palabras de Claudé, eran concluyentes. Se sentía como una tigresa al momento de la cacería -salvando la cuestión de género-. Sentía como todo su pecho golpeaba con vehemencia ante la presa rodeada. Sabía que, de alguna u otra manera, el caso sobre el aparente suicidio de M. Bellamy estaba resuelto.

Vincent ingresó a la estación con paso presuroso evadiendo todos los saludos que le eran dirigidos. Ingresó a su oficina cerrando la puerta tras sus pasos y encendió el ordenador. Todo su cuerpo estaba sometido a la adrenalina.

Cuando abrió el programa de mensajería electrónica de la agencia se satisfizo viendo al tope de la lista el correo de Claudé. Abrió el archivo y las imágenes comenzaron a correr ante sus ojos.

-Te tengo... -se dijo para sí relamiéndose internamente.

Con la misma rapidez que ingresó, tomó su saco y partió hacia la escena del crimen.

En el momento en que sus pasos comenzaban a avanzar hacia la puerta de entrada, su móvil comenzó a vibrar. Sintió el disgusto de un coitus interruptus y atendió con senda brusquedad.

-Hable...

-Vincent, tengo a nuestro hombre. Estoy esperando a la patrulla de traslado. ¿Puedes venir?

-¿Qué? ¿Qué estás diciendo, Denise?

-Tengo a Arthur Goldstein esposado con evidencia suficiente a la que no puede darle explicación.

-¿Goldstein?

-¡Sí, Vincent! Es el candidato a representante por el partido Demócrata Conservador.

-¿Cuál es la dirección? -preguntó Vincent consternado y confundido.

-7 de Rossmore Rd, barrio de Marylebone.

-En camino...

Mientras Vincent intentaba digerir la llamada de Denise se propuso verificar su hipótesis. Tras un breve repaso mental de los hechos se dijo que no había demasiado margen de error y que de ser Goldstein el asesino toda la escena cambia drásticamente. Un político no se ensuciaría las manos cometiendo un asesinato, cuanto mucho, y si su ambición trascendía algunos límites, dispensaría a alguien más el trabajo. Si eso fuera así, podría haber alguna vinculación con el perpetrador camuflado.

Tomó su teléfono y escribió un mensaje a Denise: "Nos vemos en la estación."

Luego marcó el número de Julia Conway y lo dejó listado en la pantalla presto a ser llamado a la brevedad. Subió los escalones que lo llevarían al segundo piso de la casa en donde se encontraban las habitaciones, una vez en la alcoba matrimonial fue hasta el ventanal que daba a la calle y salió al balcón. Todo el conjunto de rejas que formaban una bella figura abstracta estaba casi impecable -de no ser por las horas en que la casa había sido aislada como escena del crimen, estaría completamente impecable-. Lo recorrió minuciosamente con la vista hasta que detectó, en el extremo derecho del mismo, una serie de pequeñas marcas de tierra. Casi imperceptibles, y de no ser por el blanco de la pintura, posiblemente jamás se hubieran visto. Nuevamente se sentía como esa tigresa encerrando a su presa. Bajó rápidamente las escaleras salteándose algunos escalones y llegó hasta la sala. Fue directamente a la biblioteca. Recordó haber elogiado el meticuloso orden con el que estaba acomodada. Por género, por autor y por tamaño de libro.

Impecable... pensó Holmes. Salvo por un solo libro.

Había un grueso ejemplar que, por su grosor, debería ubicarse en 2da posición, cuestión que no coincidía con su puesto en la escala descendente. Se encontraba en el 4to lugar y, aunque la diferencia no sea perceptible a simple vista, un escrutinio más detenido lo hace surgir como dato relevante. Era el único error en un impecable orden. Retiró el libro y al tomarlo con sus manos la sorpresa provocó un éxtasis en Vincent: el peso no coincidía con el real, estaba bastante más ligero de lo que debería. Al abrirlo y tomar la primera página vio como otras treinta se encontraban pegadas a la primera constituyendo así la tapa de un hueco en el interior del libro. Un parlante Bluetooth estaba adherido con pegamento a la contratapa. Inmediatamente recordó que en el registro de llamadas entrantes del móvil de Bellamy había un solo número desconocido diez minutos antes del disparo. Número que fue imposible de rastrear puesto que se trataba de una linea adquirida en contrato pre-pago a nombre de una jubilada londinense de ochenta y cinco años que al momento del rastreo ya estaba inactiva. Su hipótesis acababa de ser confirmada.

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-Señora Conway, hemos descubierto al asesino de su esposo. ¿Por favor, podría venir a la estación?, necesitamos su confirmación.

-Por supuesto, señor Holmes, ¡es una verdadera satisfacción saber que la policía y la justicia divina han funcionado!

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Los casos de Saint Vincent Holmes [Ganadora Wattys2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora