Llamadas

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Era un fin de semana lluvioso, y la familia Ikari acababa de desayunar. En esas oportunidades Shinji y su madre solían hornear galletas con chispas de chocolate. Nada podía salía mal un día como ese, pensaba Shinji siempre al momento de sacar las galletas del horno...

-Hijo, ve a entregarle una galleta a tu padre ¿quieres? -dijo Yui a Shinji mientras le acariciaba el pelo.

-Bien mamá -dijo mientras tomaba algunas galletas. Su padre estaba en el sofá leyendo un libro.

-Papá, ¿quieres una galleta? -ofreció el pequeño alzando su mano.

-Bien, ¿las hizo tu madre? -preguntó echándose la galleta a la boca.

-Estas las hice yo, ¿te gustan?

-Mh, no están mal, aunque deberías aprender a hacer otras cosas además de cocinar. Algunas cosas de varones...

-Oh, querido, déjalo que cocine todo lo que quiera. Y no salgas con valores tan retrógrados por favor... -se dirigió Yui a su esposo quien había escuchado desde la cocina, y ahora lo miraba con una expresión fastidiada y de brazos cruzados.

-Como sea, si no es por "valores retrógrados" deberías hacerlo sencillamente para diversificar tus talentos, hijo -sugirió Gendo, mirando de reojo a su esposa.

-¡Oh! ¿Crees que tengo talento, papá? -lo miró ilusionado.

-Todo Ikari lo tiene -dijo sintiéndose orgulloso.

-Querido -rio Yui- tu comentario no carecería de razonamiento si no fuera porque fuiste tú el que tomó mi apellido... -dijo y se acercó a él.

-Un buen apellido debo decir -acto seguido besó la mano de su esposa y ésta se inclinó para besarlo.

Shinji se apartó de la escena y fue a la cocina a sacar algunas otras galletas de las que su madre dejó enfriando.

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Simultaneo a eso, a las afueras de la ciudad, el pequeño Kaworu Nagisa se había recién levantado contemplando el cielo nublado por su ventana y escuchando la lluvia caer en su patio. Miró la hora: eran las 10 de la mañana, y por lo que parecía, sería un día bastante aburrido. No le gustaban los días de lluvia. Le gustaba estar en su patio, explorando, no encerrado sin poder hacer nada más que ver televisión, la cual, para su aún más resaltable infortunio, le desagradaba todavía más que la lluvia.

-Mmm... podría llamar a Shinji. Él debe estar tan aburrido como yo... -pensó Kaworu luego de haber tomado desayuno.

El pequeño Nagisa volvió a su habitación, donde tenía un teléfono propio, se acomodó en su cama y marcó el número de su amigo.

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En la casa de Shinji comenzó a sonar el teléfono hasta que Yui contestó. Al descubrir que era Kaworu se alegró mucho, puesto que se estaban haciendo cada vez más cercanos y nunca presenció tal apego y afecto de otro infante hacia su hijo.

-Shinji, tu amigo Kaworu te llama.

El niño, que se encontraba en la cocina apenas escuchó eso se dirigió rápidamente hacia el living y tomó la bocina.

-Hablen todo lo que quieran, hijo -le dijo cariñosamente Yui.

-Gracias, mamá... -Shinji se alegró de que a pesar de estar en el living, tendría privacidad ya que su padre ahora estaba en la habitación.

-Hola, Shinji, espero no haber interrumpido nada importante, ¿Cómo estás?

-Muy bien Kaworu, ¿y tú? No, no interrumpiste nada -rio suavemente.

Seamos amigos (KawoShin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora