Trabajo en equipo

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—Kaworu, Pen Pen ya tiene hambre... —Shinji con notorio esfuerzo llevaba en brazos al pingüino, que dio un quejido de indignación.

—Ya lo sé, Shinji... —canturreó Kaworu— Estoy en eso... —el chico estaba a orillas del lago, y milagrosamente atrapó un pescado para dárselo de desayuno.

—Ten, amigo —se lo lanzó al ave hambrienta, que se lo comió de un sólo bocado.

—Kaworu, me encanta vivir aquí contigo y con Pen Pen —lo abrazó cariñosamente.

—A mí también, Shinji... —le devolvió el abrazo y le revolvió los cabellos, sintiendo su aroma por unos momentos— Es lo que siempre soñé... Tú y yo... así... por siempre...

—Oye, creo que ya deberíamos irnos, Kaworu —Se separó un poco para mirarlo de frente.

—¿En serio? —fingió ponerse triste— Bueno, está bien... ¿Pen Pen nos acompañará verdad? —el aludido volteó a verlos, curioso.

—¡Sí, recuerda que él debe estudiar mucho también!

—¡Está bien, vamos!

Dicho esto se fueron caminando los tres juntos de la mano y cada uno cargando sus bolsos.

...

De repente, el fuerte sonido del reloj lo hizo despertar y salir de tan maravillosa fantasía.

Se talló suavemente los ojos y se sentó en su cama, totalmente repuesto del día anterior.

—Shinji... —suspiró ilusionado Kaworu— Hoy te lo diré todo.

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Mientras despertaba, Shinji se estiró cómodamente y miró por la ventana. Hacía un día precioso y en primera instancia se sintió muy enérgico al pensar que ese día por fin vería a su amigo. Aunque a medida que se despertaba mejor, no cesaban de recorrer su mente pensamientos hipotéticos que lo hicieron ponerse algo nervioso. Tanto, que mientras se preparaba para la escuela y desayunaba esa energía se convertía poco a poco en ansiedad.

¿Qué tal si se comportaba extraño frente a Kaworu, develando lo que le había confesado a su madre el día anterior?

¿Qué tal si no podía hacer de cuenta que nada pasaba y seguir como siempre, tal y como se había propuesto?

Miraba de reojo a su madre mientras comía su pan tostado. No podía evitar sentir vergüenza e incomodidad al ver también a su padre a su lado. Guardar un secreto de tal calibre no era cosa fácil, y menos si lo hacía con su propio padre, pero por ahora no tenía más opción que permanecer en la más absoluta discreción.

—¿Ya estás listo, Shinji?

—Sí, mamá... —se tomó de la mano de su progenitora no sin antes despedirse de Gendo, y ambos se fueron de la casa.

Seamos amigos (KawoShin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora