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RAISA

¿Qué es el sexo?

Teóricamente hablando sé lo que es, sin embargo...

—Me pregunto qué se siente —suelto en voz baja y me precipito a mirar alrededor, comprobando que nadie ha logrado escucharme. Es un alivio.

Mis pensamientos deberían avergonzarme, no obstante, ¿duele la primera vez? Algunos blogs en internet dicen que en su mayoría depende bastante de lo calmada que se encuentre la mujer, pero, en lo personal, el simple pensamiento me origina un poco de miedo.

Mi cabeza es un caos en este momento, y culpo a la sesión de biología y educación sexual que recibimos una vez al mes durante las clases.

Jamás he tenido novio, y desde la primera clase, la curiosidad que despertó en mí acerca del tema, no parece normal. No creo que una adolescente de 17 años tenga en mente este tipo de temas con tanta frecuencia. Más bien, pienso que tan solo ocurre conmigo, algo que me hace sentir enferma.

Cada vez que la clase concluye, termino con un extraño cosquilleo en el estómago y dudas que no soy capaz de manifestar a la profesora por vergüenza. ¿Y quién lo haría?

La luz roja se enciende para los automóviles, y me tomo un momento para cruzar la calle.

Ahora, siempre que veo una pareja, no puedo evitar preguntarme si lo hicieron y de repente sentir un poco de envidia.

En frente de mí, dos chicas ríen alegremente mientras hablan de chicos. Sabía sonreír de esa manera, hasta que, por culpa de un gato callejero, mi vida cambió por completo.

Ajusto mis audífonos e intento no pensar más en el tema. Tengo miedo a escuchar a los no vivos, y que no me dejen en paz, así que en la pantalla de mi teléfono compruebo que la música se encuentra en toda su potencia.

Ya que me incomoda el lento caminar del par de amigas sobre la vereda, acelero el paso tan solo un poco, rebasándolas, hasta que alguien me toma del levi del uniforme azul, frenándome.

Cuando volteo, encuentro a una de las chicas que pretendía adelantar sonriéndome con increíble... ¿Gentileza?

Un audífono cae de mi oreja, revelando el ruido de los coches y personas que pasan cerca de nosotras.

No lo entiendo. ¿Qué la llevó a detenerme? Su compañera luce avergonzada y muy preocupada. Mi presencia suele producir ese conjunto de impresiones negativas.

Me parece que la pequeña que todavía sostiene mi prenda de vestir, es nueva en el instituto Rosé. Viste el mismo uniforme que yo, pero no parece tener idea acerca de mí.

—¡Hola! —saluda con auténtico entusiasmo.

Aparenta tener unos catorce años aproximadamente. Y, para ser honesta, tampoco recuerdo haberla visto jamás.

—¿Te apetece venir a mi fiesta de cumpleaños este fin de semana? —añade.

—Yo... — Mi voz apenas se escucha. No es usual que hable mucho, ni siquiera en donde vivo—. Lo siento, pero estaré ocupada.

No comprendo por qué razón le muestro la pantalla de mi teléfono celular, como si tuviera planeada una cita con él, o algo mejor que compadecerme de lo aburrida que es mi vida en realidad.

Aunque quizá pruebe algo de lo que la profesora llamó masturbación. Todas las niñas en mi salón hicieron una mueca desagradable cuando la profesora habló de "tocarse", pero cuando incluyó la palabra "placer", obtuvo todo mi interés.

La muchacha tira de la más pequeña e intenta sonreírme, pero casi con desesperación la arrastra lejos de mí, siendo entonces que la escucho decirle:

—No puedes invitarla a ella.

—¿Por qué? —pregunta inocentemente la más pequeña mientras se alejan juntas.

—Escucha gente muerta, pero, además, también creo que las ve.

La verdad me golpea con fuerza, pero antes de que pueda causar ningún estrago, una voz surge de la nada y me susurra al oído:

—Raisa...

Siento escalofríos porque no tengo idea de dónde proviene. Parece la voz de un hombre, pero ninguno camina cerca de mí. Seguramente sea un recuerdo, la voz de mi padre llamándome, tal vez.

Hoy es viernes, y salimos a vacaciones del half term porque el domingo es 19 de octubre. Todos los colegios cierran durante una semana a mitad de cada trimestre, lo que significa que pasaré tranquila en casa.

Rápidamente me ajusto los audífonos, y bajo la mirada hacia mis pies para continuar con mi camino, encontrando al gato negro, quien de inmediato empieza a frotarse contra mis tobillos.

—Esta vez tardaste un poco más de lo normal en manifestarte, Prince.


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Amando la Muerte ✓Where stories live. Discover now