27

16.5K 1.7K 461
                                    


RAISA

Despierto desorientada. Mi cuerpo inmerso en una sensación de dolor extraña. Además, me siento increíblemente agotada, como si hubiera ido al gimnasio y hecho ejercicio hasta perder el conocimiento.

Apenas consigo dar la vuelta sobre la cama y contemplar al gato negro que respira profundamente sobre mi almohada. No sé por qué, pero me siento aliviada de verlo ahí, durmiendo tranquilamente y a escasos centímetros de mí.

El pelaje de su cabeza casi roza mi nariz. Cuando abre los ojos y me ve, durante un instante pienso que va a rasguñarme, pero a cambio se estira, y deja caer su pata sobre mi mejilla. Luego lame mi nariz, trayendo consigo un millar de recuerdos confusos.

Prince estaba a punto de desaparecer, por el contrario, Drac y River de pronto estuvieron aquí. No, ellos tres siempre estuvieron conmigo. Desde el infierno. Y Samael es mi padre.

Me incorporo sobre el colchón.

¿Pero todo sucedió realmente? Es decir, estoy de regreso en mi habitación en el hotel. ¿Cómo es eso posible?

Seguramente Scott me ha traído de vuelta.

Volteo a ver a Prince, quien ha pasado a contemplarme sin interrupción alguna. Jamás podré descifrar su mirada de gato, mucho menos sus pensamientos. Por lo general es la fría representación de un polo.

También recuerdo aquel beso, y se hace un vacío en mi estómago. Pero no estoy nerviosa de que nos encontremos a solas, estaría muy inquieta si luciera más bien como un humano.

Y si acaso fue todo un sueño...

Lanzo una mirada alrededor. Scott tampoco está presente, y Prince no ha hecho de las suyas todavía. No me ha rasguñado, gruñido, ni tampoco salido por la ventana poco después de hacer una escena.

Una idea cruza mi cabeza.

Quizá si consigo acariciarlo, podré salir de dudas.

Si todo lo ocurrido entre él y yo fue cierto, presiento que me dejará tocarlo como cuando lo hice mientras se encontraba moribundo.

Mi vida te ha pertenecido y te pertenecerá por siempre. El recuerdo de su voz sirve para llenarme de valor.

—¿Eso que dijiste, era cierto? —pregunto y pestañea lánguidamente. No deja de mirarme, y eso me hace pensar que quizá me he vuelto loca—. ¿La muerte mi leal sirviente? —ironizo en voz baja.

Fui yo quien lo creó. Recuerdo el dibujo que hice de él, el momento exacto. Fue el primero de todos los demás, y por lo mismo, le tenía un cariño especial. Pero también a los tres muñecos: Drac, River y... Calev. ¿En dónde estará ahora?

Aun así, como una completa demente estiro el brazo hacia su cabeza. Que sea lo que tenga que pasar. Si va a rasguñarme y salir corriendo, estoy dispuesta a correr el riesgo.

Él sigue sin moverse. Sus ojos amarillos son un enigma profundo e impenetrable. Me hacen dudar puesto que continúa contemplándome con ese mismo disgusto tan característico de su inquietante mirada.

—¿Vas a morderme o algo? —Vuelvo a preguntar cuando apenas existen unos centímetros de distancia entre mis dedos y su cabeza, pero él continúa sin moverse. Lo único diferente es que ahora contempla mi mano como si fuera una completa intrusa—. Qué estúpida.

Estoy a punto de apartarla, cuando inesperadamente da un paso hacia adelante y deja caer su frente en la palma de mi mano. Sus orejas puntiagudas me producen cosquillas.

No puedo hacer más que permanecer inmóvil y absurdamente sorprendida.

Prince, el gato más arisco del mundo, aquel que siempre me ha rasguñado cada que intentaba tocarlo, ahora de repente hace algo como esto.

Amando la Muerte ✓Where stories live. Discover now