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RAISA

Hoy es lunes. He pasado el half term encerrada, de repente sintiéndome observada. Seguramente todo se debe al pánico que todavía siento después de lo ocurrido con la mujer la semana pasada, en el hotel.

Por otro lado, esta mañana he presentado una tarea perfecta, y a cambio recibí un reprobado. No entiendo la razón, si la hice tal cual como el profesor indicó. Quizá se debe a que la inexplicable muerte de una chica en el hotel Arcadia, sitio en el que vivo, no deja de ser tema de conversación para todos en el instituto. Me están involucrando de mil maneras.

No comprendo el motivo de su rechazo hacia mí. Sé que mi situación con los fantasmas no es normal, pero dentro de lo que cabe, soy una persona normal. Si tan solo me dieran una oportunidad, podría demostrarlo.

—Raisa, ¡Raisa! ¡Despierta!

Empiezo a despegar los párpados, cuando mi asiento recibe una patada que me impulsa fuera de la silla. Caigo al suelo estrepitosamente, y las risas estallan dentro del salón de clases.

¿En qué momento me quedé dormida? Lo cierto es que no he podido conciliar el sueño debido a lo ocurrido en el hotel.

—Sabes que acudes a este instituto para estudiar, ¿cierto? —El profesor detiene su paso enfrente de mí. Está realmente cabreado.

—Lo lamento —me disculpo.

—La próxima vez llamaré a tu hermana. ¿Escuchaste?

Asiento con la cabeza. Preferiría que me castigue con tarea extra, a que moleste a Leire. Ya tiene bastante con el trabajo diario.

Hay una nueva explosión de risas contenidas, y también se filtra un:

—Huérfana.

Más risas.

El timbre que indica el final de clases suena, y todos empiezan a levantarse, incluyéndome. Me duele el trasero.

—No me importa si eres la mejor estudiante, Raisa. —El profesor no ha terminado. Le pega un manotazo al escritorio, y asustada retrocedo—. Estás advertida.

Da media vuelta y camina hacia su escritorio, en busca de sus pertenencias para marcharse.

En mi puesto, contemplo la A+ escrita con tinta roja en la esquina superior derecha de la hoja. Es mi última prueba, y él acaba de dejarla ahí junto al manotazo. La tomo mientras me seco el sudor de las manos en las piernas. No me gusta ser el centro de atención.

—Qué rarita. —Daisy comenta al pasar por mi lado, chocando su hombro contra el mío, por poco arrojándome al suelo por segunda vez.

Contemplo su deslumbrante figura pavonearse hacia la salida. Su cabello castaño con ondas es azotado por el viento.

—¿Qué esperabas? No tiene padres —Alexa, su secuaz, va justo detrás. La morena se queda un poco corta en comparación a su mejor amiga. Tiene el cabello muy negro y sobre los hombros. También es más pequeña de estatura y rellena.

Sus comentarios no duelen porque, de algún modo, sé que no estoy sola. Tengo a mi hermana de mi lado.

Espero a que el salón se vacíe y salgo.


Hoy es un día común como cualquiera, sin embargo, cerca de casa parece haber una gran fiesta.

De pie en el pequeño balcón, que es lo que más me gusta de mi habitación, admiro la forma en que el cielo nocturno es iluminado por luces pirotécnicas.

Amando la Muerte ✓Where stories live. Discover now