Valkyria y Kaysa

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En los tiempos que corrían no estaba de más prepararse. Mujeres, hombres y niños. La guerra estaba a la vuelta de la esquina, en todos los rincones de las aldeas más pequeñas pero también en las más grandes, nadie se salvaba. Se estaba alzando un rey en las tierras blancas, cada vez la ansia de poder se estaba expandiendo y arrasaba con la muerte allá donde fuera. Los poblados vikingos que no se arrodillaban acababan aniquilados no por ser débiles sino por cantidad. Muchos habían apoyado a Sigurd. 

Sigurd era un hombre alto y de complexión fuerte, como la gran mayoría de hombres que vivían en esas tierras. Era un hombre frío y calculador, con mucha visión de futuro y su seguridad era premiada por cada vez más gente.

- Kaysa por el valhalla deja de llorar y arriba, el mundo no va a darte ni un suspiro como yo

Las dos pequeñas crecieron juntas pero en posiciones muy diferentes. Valkyria limpiaba la granja y realizaba todas las tareas que le eran encomendadas, des de cocinar a llevar los caballos a entrenar. Vivía para complacer a esa familia. Sigurd era el padre de Kaysa y se estaba convirtiendo en uno de los hombre más poderosos de todo el valle. A ella no le intimidaba, hacia tiempo que el miedo no cabía en su cuerpo. Había decidido convertirse en una gran guerrera y poder respirar la libertad en el campo de batalla. Era buena con la espada, con el arco, montando a caballo y hasta con una daga. Era ágil y fuerte al contrario de Kaysa que, aunque fuera buena en esas disciplinas, le costaba seguir el ritmo de Valkyria.

- Por favor, dame un respiro, tu nombre es Valkyria por algo. Y yo... ni me asemejo

- No te asemejas porque no entrenas

- Sabes que hago lo que puedo, no puedo escaparme de padre tantas veces como quisiera.

- Tomemos un respiro, creo que puedo esperarme a mañana para la guerra - Kaysa se rió. Valkyria soñaba con la lucha a todas horas y nunca entendía porque, a ella le repugnaba. Le gustaba aprender esas artes pero no se imaginaba atravesando un cuerpo con su espada. 

Al cabo de menos de cinco minutos siguieron entrenando cuando Freyja madre de Kaysa llamó a las dos a cenar.

- Niñas, adecentaros, que vamos a tener invitados. 

- Pero... pero tenemos hambre!

- Me da igual, primero a ducharse y a peinarse. Mirad que pintas de pordioseras. 

Freyja trataba a Valkyria como a su hija aunque Sigurd la repudiaba, decía que los esclavos nunca podían cenar con la familia. Así decía la ley o mejor dicho su ley. En ese gran poblado el dictaba y modificaba las leyes a su antojo. Muchos vikingos cansados de la tiranía se habían ido y habían acabado muertos igual que sus familias, así era la guerra decía. O aplastas o te aplastan.

En menos de lo esperado las niñas estaban vestidas con ropa limpia. Valkyria dio un beso en la mejilla a Kaysa, a la que consideraba su hermana, y se fue dirección a la cocina a acabar de preparar lo que ya tenía medio hecho des de hacía unas hora. Ura era una mujer que venía a ayudar con los quehaceres de la casa. Pero era una manazas para todo aunque Valkyria no se quejaba, cualquier ayuda le permitía entrenar más horas y no quería meter en problemas a esa buena mujer. 

- Ura vete a casa con tu familia. Esta todo hecho. Gracias

- Pequeña, deberías dejar de trabajar tanto. Vas acabar peor que yo con menos edad - dijo con una sonrisa afable

- Estoy bien, soy fuerte 

Ura suspiró apenada porque una niña de apenas 10 años tuviera que trabajar como la que más. Pero no dijo nada más, recogió sus cosas y se fue a casa. A cuidar de su familia.

Correrá la sangre el día que despierte el lobo [[COMPLETA]]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora