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Feliz fin de semana, gente :D



BIENVENIDA, AUDREY


El domingo por la tarde fui al cine con los ánimos por el cielo. Estaba ansiosa, sabía que me llevaría una advertencia de la gerente del lugar después a haber «robado» —palabras de ella, no míos— el uniforme y dejado una fila de compradores esperando. Sin embargo, sus instrucciones fueron claras: la última oportunidad, hacerlo bien o adiós para siempre. Quise ironizar sobre que, de no quedar, me prohibirían entrar al cine pero supuse que no era el momento. Solo me dediqué a asentir y sonreír.

Al contrario de la vez pasada, me encargaron limpiar las salas después de cada función. Una trabajo bastante arduo cuando solo me acompañaba Camille. Las salas eran enormes, oscuras y en algunos sitios el piso estaba pegajoso. Ni hablar de todo lo que encontré; por muy anglosajón que fuera la zona del cine, los modales de las personas no cambiaban.

—Odio cuando tiran la bebida —se quejaba Camille desde el otro lado de la sala—, el piso queda pegajoso y es un suplicio pasar el trapero.

—¿Qué es lo más asqueroso que te has encontrado? —curioseé, solo para hacer del silencio proyectado en la enorme sala un espacio más cercano. (Y también para prepararme mentalmente.)

—Un condón usado.

Imaginarlo me provocó una mueca de asco.

—¿En serio?

—No daré mayores detalles..., pero sí, fue asqueroso y traumático. Desde ese momento que decidí usar guantes.

Miré mis manos desnudas.

—Si quedo, los usaré también.

—Es lo recomendable, hay personas que no tienen escrúpulo alguno y nosotros somos los que pagan las consecuencias de sus imprudencias. Pero bueno... —suspiró con agotamiento—, todo sea para pagar la bendita universidad.

Agradecí para mis adentros tener una beca en LeGroix, aunque eso no me eximía de tener que trabajar para ganar mi propio dinero para otros gastos.

—¿Qué estudias?

—Voy en cuarto año de Derecho.

Derecho y sus derivados no iban conmigo, yo no tenía la cabeza para estar frente a un juzgado defendiendo a alguien o investigando la veracidad de las pruebas, mucho menos para aprenderme tantos artículos y leyes, con suerte me había aprendido las reglas de los dormitorios, por eso admiraba a quien tenía las agallas de estudiar una carrera tan abrumante.

Media hora tardamos en limpiar toda una sala, un tiempo que tomé como récord, estaba convencida de que pasaríamos metidas ahí más tiempo. Lo siguiente que tuvimos que hacer fue limpiar el hall principal, donde las personas esperaban los estrenos y podían pasarse por diferentes tiendas para comprar bebestibles o comidas. La alfombra azul con estrellas doradas había perdido todo su encanto con tantas pisadas, pero seguía siendo un lugar absorbente y de mejor aspecto que los cines del centro.

De vez en cuando, la jefa salía de su oficina para observar lo que hacía, toda su atención la depositaba en mí, deliberando en su cabeza la decisión final. No se veía como alguien muy convencida, lo que me hizo cuestionar por qué me había dado una nueva oportunidad.

Mi siguiente trabajo fue limpiar los baños. Me pidieron que fuera primero a la bodega en busca de los útiles de aseo. A diferencia de la buena apariencia del cine, la parte de la bodega se presentaba en una paleta de colores grises y luces que no iluminaban lo suficiente, tuberías y la ventilación a un costado del techo que emitían sonidos extraños y el ambiente frío.

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaWhere stories live. Discover now