37

27.4K 4.6K 3.4K
                                    


RETRATO


Matarme.

Si me ponía a pensar con detenimiento, aquella propuesta no era tan descabellada, después de todo, eso es lo que quería el mundo: matar. Personas mueren físicamente todos los días, es cierto, pero ¿cuántas personas matan su yo para lograr sus objetivos? Muchas. Millones. En un punto, parecía que a todos les tocaba enfrentar la muerte personal. Mientras más lo reflexionaba, más sentido cobraba la idea de que todos vamos destinados a morir de alguna u otra forma internamente. La sociedad te obliga a hacerlo desde pequeño, tienes que adaptarte al gusto de los demás para sobrevivir. «Eres de los míos o eres un bicho raro», así parecía ser.

Quise creer que es lo que ocurrió con Sol. No buscaba justificar sus traiciones, sino tratar de entender su cambio. Ella, al igual que yo, había sido devota a la iglesia y, tal vez, necesitó doblegar sus pensamientos para ser parte de algo.

El dilema ya me lo veía venir... Seguir siendo tú o cambiar para conseguir tus sueños.

No hay más.

Sin embargo, cuando regresé al comedor con el deseo iracundo de restregarle todo lo que sabía de ella y Grey en su cara, gritarles enfrente de todos que las dos eran unas traicioneras, permanecí callada. Raziel me había pedido ser astuta, actuar encadenada a un sentimiento, por muy justificado que estuviese, no solucionaría nada. Primero debía cerciorarme de que las cosas nuevas que conocía eran ciertas.

El dicho «ver para creer» no era de mis favoritos, mis convicciones iban un paso más adelante. Pero valdría la pena usarlo en esta ocasión.

La parte buena de todo lo que ahora sabía fue que me sentía mucho más motivada a querer participar en el concurso. Después de clases aproveché el tiempo que me quedaba antes de ir a mi primer día de trabajo oficial para avanzar en la obra que presentaría para el concurso. Me instalé de espaldas a la ventana para que la luz natural le diera de frente al bodegón y emprendí mi viaje hacia la paz que me entregaba el arte.

Trazo a trazo, toque a toque, en cada pincelada me fundía en el concepto que deseaba, me alejaba de los problemas, me sumergía en las pasiones del arte que tan lejanas percibía. Con todos los dramas de la academia había olvidado la belleza del arte y, aunque aquel cuadro formaba parte de mis presiones terrenales, quería desatar en este todo lo que yo era.

La llegada de Lucy me sacó del trance.

Por más que pretendiera no darle importancia a su presencia, la inconformidad actuó como un baño con agua fría. Mi presencia en el cuarto la perturbó de tal manera que por poco su celular sale volando de sus manos.

—¡Drey! —exclamó en una tonada que iba entre la sorpresa y la incredulidad— No esperaba encontrarte tan temprano por aquí, creí que ya te habías ido al trabajo.

—Todavía me quedan unos minutos libres.

Con pasos ligeros pero serpenteantes caminó hacia su cama para recostarse en ella, mas sus ojos se mantuvieron en busca de mi obra.

—Vaya... —emitió con auténtico asombro— Había visto tus cuadros...

¿Mis cuadros? Vivian llevaba razón al decir que Lucy era una chismosa, porque mis pinturas estaban guardadas lejos de la mirada ajena, eso significaba que Lucy había estado de intrusa con mis cosas.

—¿Te entrometiste en mis cuadros?

Miró hacia los lados como si dudara que tal pregunta iba dirigida a ella. Para su pesar, así era, y al darse cuenta de ello se encogió de hombros esperando un regaño mientras empezó a excusarse:

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaWhere stories live. Discover now