56.

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—¡Cariño, te llaman por teléfono!

—¡Ya voy, mamá! —Em dejó su ensayo de lado y se levantó de la silla de su escritorio para salir de su cuarto.

—Hola, hermana—ella arqueó una ceja en dirección a Eliot. —Oye, voy a viajar y quería saber si querías que te trajera algo.

—Mhm... No, gracias, ¿a dónde viajas?

—Voy a ver cómo van las cosas con la emisora que aperturé en Los Ángeles, ¿recuerdas?

—Ah sí, espero que todo salga bien entonces.

—Sé que sí, ya verás—le guiñó un ojo y se fue tan rápido como había llegado.

A Emma le pareció algo extraña su corta conversación, sin embargo, se encogió de hombros y continuó su camino hacia la sala.

—¿Hola? —habló en cuanto agarró el teléfono.

—¡Hey, Em! Es Joshua.

—Oh—dijo un poco queda, no había sabido nada de los chicos desde hacía un par de semanas. —Josh, claro, hola.

—Estaba llamando a tu celular, pero sonaba apagado.

—Lo siento, me quedé sin batería y no lo puse a cargar.

—Está bien entonces, oye, te llamaba para saber de ti, has estado un poco desaparecida, chica.

—Si... he estado algo ajetreada con la universidad y esas cosas.

—Comprensible—la línea se mantuvo en silencio después de eso. —Está bien, no era solo para eso que llamaba.

—Me lo imaginaba—bromeó apretando el teléfono con un poco más de fuerza.

—Hablé con Harry en estos días—sintió a su corazón acelerarse.

—Mhm...

—Me dijo que estaba bien, que el postgrado va mejor de lo que imaginaba.

—Me alegro mucho—y era verdad que lo hacía.

—Aparte de eso, me dijo que quería hacerte llegar algunas fotos. Él pretendía dártelas antes, pero luego tuvo que irse de improvisto y...

—¿Fotos?

—Sí, me dijo que se las tomaron en un parque de diversiones hace un tiempo.

Ella lo recordó en ese momento...

Ambos caminaban admirando las luces y los diferentes puestos y juegos del parque al que habían decidido ir. Em le dio un apretón a sus manos entrelazadas pegándose un poco más al lado de Harry.

—Quiero que me des las fotos—comentó divertida viendo como Harry golpeaba el bolsillo de su abrigo donde se encontraban seguras.

Temprano habían entrado en una cabina de fotos y no habían salido de ahí hasta tener un par de tiras. El rizado las guardó sin que ella pudiera quitárselas a tiempo alegando que como había pagado por ellas se las quedaría.

—No lo creo, y no podrás hacerme cambiar de opinión—ella hizo un puchero que lo hizo reír. —¿Tienes frío? —preguntó de pronto al ver como se sacudía ligeramente por un escalofríos. Em negó sonrojada. Él rodó los ojos y la acobijó con su brazo acercándola por completo a su cuerpo. —Mejor—admitió acurrucándose más a su lado.

Habían estado divirtiéndose gran parte de la tarde, comiendo todo tipo de dulces y montándose en las atracciones que a ninguno le asustara o mareara. Ahora solo caminaban con tranquilidad por aquel parque de atracciones queriendo compartir más tiempo juntos.

—Harry, ¿siempre has sido tímido?

—Diría que más bien soy... reservado—fijó su vista al frente. —No me ha gustado eso de apegarse a las personas, supongo que tiene un trasfondo, pero nunca me he puesto verdaderamente a pensar en ello. —Pero tú te convertiste en un caso diferente.

—¿En verdad?

—Así es—aceptó sonriéndole. —Jamás me había topado con una persona que fuera tan espontánea y persistente como tú—rió entre dientes. —Tanto fue así que llegue al punto de desesperarme por querer saber más sobre quién eras.

—Y... ¿te parecí linda? —Harry soltó una carcajada. —Hablo en serio—replicó ella con el ceño fruncido, pero con una sonrisa adornando su rostro.

—Por supuesto que sí, tan solo basta con mirarte para saber que eres preciosa—inevitablemente se sonrojó. —Pero no solo ha sido el cómo eras, Em, aunque eso me producía cierto nivel de curiosidad, yo quería saber quién verdaderamente eras, de qué estaba hecha esa chica tan peculiar y llena de chispa, quien estaba oculta detrás de la aparentemente común Curly oyente.

Emma se quedó boquiabierta, sin saber que decir.

¿Acaso podía ser más dulce?

—Eres muy bueno con las palabras—el ojiverde meneó la cabeza.

—Compongo de vez en cuando, debo serlo supongo—se encogió de hombros apretando más a la chica contra él.

Se sentía bien... aquello que tenían, se sentía muy bien.

Aun cuando realmente no fuera lo correcto.

—No quiero que cambies—Harry frotó su fría nariz contra la mejilla de la pelirroja.

—No quiero cambiar... —susurró ella. —Pero a lo mejor, en algún momento, te darás cuenta que no soy como me tienes planteada.

El rizado la miró por unos largos segundos analizándola. Ella hacía un comentario parecido a ese de vez en cuando y él no lograba comprender por qué era aquello.

—Lo que sea que te tenga tan pensativa y lejana, lo podremos afrontar juntos—le aseguró lo que hizo que ella sintiera a sus hombros decaer.

—No pasa nada—murmuró. —Solo tonterías—él entendió que no hablaría más sobre aquello.

—Solo no me dejes, porque si lo haces, caeré muy fuerte.

Ahí fue cuando Emma se dio cuenta del alto nivel de miedo que tenía, porque la confianza que tenía Harry en ella se igualaba a un edificio de cien pisos, donde al derrumbarse, las consecuencias serían irrevocables... o en el mejor de los casos, tardaría en volver a construirse.

—¿Sigues ahí? —la pelirroja pestañeó para así poder huir de sus recuerdos.

—Sí, sí, lo siento—carraspeó su garganta. —No creí que quisiera dármelas.

—Me dijo que lo que quería era volver a imprimirlas, pero un poco más grandes y en papel de fotografía.

Emma mordió su labio sintiendo sus ojos cristalizarse.

Era un maldito idiota por hacerle eso.

—¿Sabes qué? Creo que fue una mala idea, le diré que...

—¡No! —se apresuró a interrumpirle. "Tal vez me gusta el masoquismo", pensó apretando sus ojos con fuerza por unos instantes. —Tráelas, quiero tenerlas conmigo.

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Mañana subo el capítulo final, epílogo y trataré de subir unos extras también. 

Radio Curly. #1 Styles.Where stories live. Discover now