Somos...

1.5K 97 2
                                    

—¿Dónde estoy?

Robin abrió los ojos y se encontró en un lugar oscuro. La única fuente de luz siendo, lo que parecía ser un extraño reflector sobre él. Levantó la vista cubriéndose de la brillante luz, no pudo distinguir nada. Se levantó lentamente del suelo e instintivamente tocó la parte de su abdomen donde había sido herido anteriormente, para su sorpresa, se encontraba bien. Ninguna evidencia que mostrara que había sido atacado, ni siquiera su uniforme estaba maltratado. Respiró hondo sintiéndose nervioso de un momento a otro.

Este era un lugar desconocido para él. Lo último que Robin recordaba era él perdiendo el conocimiento en el piso de la bodega. Después de eso apareció Chico Bestia...Raven, Cyborg... ¿Starfire? No recuerda haberla visto, fue por eso que le pidió a Chico Bestia que la trajera, quería verla.

Escuchó un sonido proveniente de arriba que no pudo distinguir bien. Otro haz de luz se encendió a pocos metros de él y justo debajo de este, estaba Starfire en el suelo.

—¡Starfire!

Robin comenzó a correr hacia ella. El extraño resplandor de luz se movía con él, gracias a esto no podía acercarse a ella, al menos no tan cerca como él hubiera querido. Los desdichados amantes se encontraban a una distancia de un brazo o menos, y aun así no podían tocarse. Robin se arrodilló para intentar despertarla de algún modo. ¿Cómo es que ambos habían terminado en ese lugar? ¿Con qué propósito?

—Starfire despierta por favor... —el muchacho se percató de que su voz temblaba demasiado.

¿Qué era ese sentimiento exactamente?

Quiera Robin admitirlo o no, era más que claro que en esos momentos de incertidumbre, se sentía sumamente aterrado. No sabía en dónde estaba, no sabía si Starfire estaba herida de algún modo, y quien sea que los haya puesto en esa situación estaba consciente de que era una verdadera tortura para Robin. Esta tan cerca y no puede hacer nada por ella, no puede abrazarla, no puede tocarla, ni siquiera estaba del todo seguro que ella pudiera escucharlo.

Robin golpeó con frustración la pared invisible que lo separaba de su amada con ambos puños. Se sentía impotente e inútil. ¡Ella está ahí! Justo a sus pies y él no es capaz de hacer nada. Suspiró molesto y buscó con algo de desesperación el comunicador en su cinturón. No tuvo suerte. Ninguna de sus armas estaba, su cinturón estaba vacío. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

—¿Robin...?

Mientras estemos juntos, estaremos bienWhere stories live. Discover now