Capítulo IX- Tragedia.

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Después de que pasara el sábado y domingo completos mordiéndome las uñas por saber que pasaría el lunes que viera en la escuela a Peter por mi ososo del fin de semana, sentí un alivio al ver que no había asistido al colegio. Al igual que Peter, también Benjamín estaba ausente pero en realidad a él si me afectó no verlo porque deseaba con toda mi alma burlarme en su cara de la tremenda golpiza que le habían arrimado por golfo.

Tomé las clases durante esa semana como de costumbre, pacíficamente y sin entender un comino de lo que los profesores hablaban.Pero conforme pasaban los días, más me torturaba el hecho de que Peter no se presentara a ninguna hora de clases y desgraciadamente no había estado yendo a mis visitas tan consecutivas a casa de mis abuelos, puesto que últimamente les había agarrado el amor por el hogar a mis desajustados padres. Y mi preocupación no se debía  a que Peter me atrajera o algo por el estilo, sino por la amistad que había existido entre nosotros dos algún día, o por lo menos eso me decía constantemente a mí misma.

El viernes como de costumbre, mis padres querían salir de jerga con sus amistades así que fue el momento perfecto para enterarme que ocurría con Peter yendo a casa de mis abuelos. Me puse las mejores ropas queriendo no pasar desapercibida, y como dije anteriormente, no porque Peter despertara algo en mí, más bien era como un favor a mí misma.

Cuando llegué a casa de mis abuelos, vi a ambos algo serios y consternados totalmente, algo extrañamente horrible en ellos, ya que siempre tenían sus mejores caras en las peores circunstancias. Me encaminé a saludarlos con un beso en la mejilla mientras preparaba un plato de fruta para llevarle a Peter. No aguanté las ganas y le pregunte a Carmela- mi abuela- una viejita de unos sesenta años de edad con la cabeza tan blanca y esponjosa como un algodón, qué era lo que les ocurría y mi corazón se desgarró tenuemente al escuchar lo siguiente: -Creo que deberías de ir a darle el pésame a la señora Parker. Está de luto. Nosotros venimos de haya.-

-¿Qué? ¿Acaso Peter estaba….? No, no, no. Ni siquiera pude pedirle perdón por negarle ese beso cuando éramos unos escuincles. –

Un acelere revoltoso en mi pulso me dejó pálida y pregunté qué había pasado a lo que mi abuela continuó con los ojos llorosos.

  -El señor Parker tuvo un paro cardiaco y falleció éste martes. Toda su familia está destrozada. Y tu abuelo y yo, también. Hemos sido vecinos de sus padres, y cuando ellos murieron en aquel terrible accidente… Parker se quedó con la casa. Era un hombre tremendamente bueno, y que decir como padre. Deberías ir con Peter.-

-Lo siento abuela. Yo sé lo que esa familia significa para ustedes.-

-Sí, hija mía. Anda, ve con Peter y llévale este pastel de frutas. El pobre chico no ha probado ni un bocado en días.- ~

Tomé el recipiente con el pastel de limón y frutas en las manos pidiendo no dejarlo caer. Mi estómago se sentía vacío y con un hueco tan enorme que se me dificultaba respirar. Intenté tomar aire profundamente pero era inservible.

Toqué el timbre y la hermana de la señora Parker abrió la puerta… Había flores por doquier en señal de la pena que estaban sufriendo. La madre de Peter estaba sentada en la sala tranquila, pero ausente. Como si estuviera sedada y sufriendo en silencio su agonía. Pregunté por Peter en voz baja y en susurro me contestaron que estaba en su habitación. Suponiendo que seguiría siendo la misma, subí las escaleras con la piernas temblorosas y sin saber qué le diría en un primer instante. Me traía tantos recuerdos de mi niñez el estar de nuevo en esa casa… Era como si el reloj se hubiera retrasado varios años y ahora estuviera viviendo de nuevo aquella infancia que anhelaba tan seguidamente.

Me detuve en la puerta que decía: - Largo de aquí- Al parecer Peter seguía siendo el mismo que conocí. Irónico y divertido. Espontaneo y dulce. Todo un galán de primera sin dejar su aire de rebelión por un lado.  Toqué suavemente y no escuché respuesta ni señal de vida, así que decidí informarle de quién era.

-Peter… Soy… Kendra.-

La puerta se abrió al instante y me tomó por sorpresa el que me apretujara en brazos mientras lloraba en silencio la pena que le carcomía. Después de pasar un rato detenidos ahí sin decir nada y si hubiera sido posible sin respirar, me invitó a pasar y nos sentamos sobre la cama inclinados en la pared. De la nada se movió para recostarse y acomodó la cabeza sobre mis piernas, una pose tremendamente dulce para ser tan triste la situación. Fue al fin cuando ya no lo tenía mirándome a la cara cuando pude pronunciar las primeras palabras de tregua después de tantos años.

-Lo siento Peter. Siento mucho lo de tu padre. Siento también lo que paso con Mie… Melany. Y además…-

-Shhh… No digas nada.- Me interrumpió.- Solo quédate a mi lado este día y me sentiré mejor.

Se me removió algo en el pecho. No pude clasificarlo en ese momento porque era algo nuevo para mi corazón.  Dejé que la tarde cayera hasta que Peter se quedó dormido y al oscurecer me fui a casa. 

ஐ MI PRIMER BESO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora